domingo, 28 de noviembre de 2010

COLUMNA: Palco de Prensa

* Las desobediencias
Por Gilberto Lavenánt

El caso del llamado ¨padre desbediente¨, Raymundo Figueroa Pérez, en el municipio de Playas de Rosarito, está llegando a límites del fanatismo, del sectarismo, de la sinrazón, de la ilegalidad.
Un asunto que inicia con una aparente sanción un tanto exagerada, luego de la negativa del presbítero para suspender oficios religiosos, ante un llamado general en el país frente al riesgo de la influenza, se convirtió en una abierta rebeldía hacia la jerarquía católica, en un proceso de suspensión temporal, en vías de la definitiva.


Y no solo eso, además de un comportamiento irreverente, el retar a la autoridad eclesiástica, el exhibirle como arbitraria y el llevar las cosas al terreno judicial, ha sido algo sumamente lamentable.


La religión, es un conjunto de principios, de ideas, de credos, de modos de conducta, bien definidos. Una estructura, a base de normas, de formas de pensar, de mandos, que le da relevancia y respeto por parte de propios y extraños.


Cuando uno de sus miembros, desconoce todo esto, se ¨brinca las trancas¨ y agarra monte, actúa como como una chiva loca. Podrá ser considerado como el ejercicio de libertad de conducta y creencias, de cualquier individuo, pero rompe con lo que constituye la religión que dice practicar y profesar.


No se puede ser líder, si no se sabe obedecer.


No puede, marcar rumbos, quien en sí mismo se ha extraviado.


Se predica con el ejemplo y en este caso los ejemplos de conducta no han sido nada edificantes.


Los seguidores del ¨padre desobediente¨, argumentan que este es la víctima y que el Arzobispo de Tijuana, es el ogro, el verdugo. Y, desde esa óptica, quizás tengan razón. Así suelen pensar los dementes. Los locos, son los otros, dicen.


Pero evidentemente han perdido la dimensión de las cosas. La iglesia católica, como todas las demás, tiene una estructura, una organización y una jerarquía. Incluso una normatividad. Claro, además del fundamento espiritual. Si no contara con todos esos elementos, obviamente sería una simple secta.


Raymundo estaba consciente de todo eso, cuando inició estudios teológicos y se ordenó como sacerdote. ¿En qué momento perdió el rumbo?

Ahora resulta que pretende independizarse, no estar sometido a ninguna jerarquía eclesiástica, pero seguir operando, cobijado o bajo el amparo de la estructura de la iglesia católica, con todos los beneficios que ello implica, como el utilizar papelería e instalaciones, así como todos y cada uno de los elementos de la misma. Las desobediencias, no pueden institucionalizarse. De hacerlo, el mundo sería un caos.


Imaginen que el capricho de Raymundo, ahora sea el comportarse cual si fuese Obispo o Arzobispo, y no un simple presbítero. Imaginen que luego, alguno o varios de sus seguidores, deciden imitarlo. Porque, definitivamente, los malos ejemplos cunden.


Es uno, el desobediente, la oveja descarriada, pretendiendo ser líder de otros que dicen ser sus creyentes, y seguramente lo son, pero que definitivamente no son fieles seguidores de la iglesia católica y todo lo que ella implica.


Es como en una familia, que uno o varios de sus miembros, quieran hacer lo que les venga en gana, no respetar la autoridad de los padres o de los hermanos o parientes mayores. Las desobediencias, se castigan, no se premian.


Que Raymundo es muy carismático, que es muy estimado por los rosaritenses, puede ser cierto.


Pero si desea seguir siendo independiente, o formar una corriente rebelde dentro de la iglesia católica, pues que se atenga a las consecuencias. Y, que conste, no es amenaza, sino una consecuencia lógica de su rebeldía y de sus desobediencias.


Todo indica que pronto será desconocido por completo por parte de la iglesia católica. Pronto, volverá a ser un ciudadano común y corriente.


Y lo que no entiende, es que sus desobediencias, lo están llevando a apartarse del camino religioso, al menos del católico, al que juró consagrarse de por vida, y, además, en el terreno de los hombres y de las leyes, se está metiendo ¨entre las patas de los caballos¨, al tal grado que cualquier día de estos irá a parar a la cárcel y entonces, como dicen los creyentes, ni Dios Padre habrá de salvarlo.


La presencia policiaca en el templo religioso, y el rechazo violento por parte de Raymundo y de sus seguidores, son síntomas claros de fanatismo. Lo que sigue, por ese camino, pueden ser hechos lamentables. Las faltas a las normas religiosas, son cuestiones de conciencia. Las faltas a las normas jurídicas, implican castigos, que pueden ser sumamente severos. A eso llevan las desobediencias. gil_lavenant@hotmail.com

1 comentario:

  1. Gil, veo q regañas como con cierta autoridad, creo q tus ideas aplican para muchas instituciones d gobierno y religiosas q se dedican a vivir de lo q los adeptos o cautivos d manera vontaria o d manera impuesta.
    Creo q tanto gobiernos como religiones deberian voltear los ojos a sus estatutos, codigos, reglas o leyes por que algo anda mal y este es el resultado d esas arbitrariedades q no se pueden apegar a norma alguna.
    El padre Raymundo es una persona q simplemente señala lo mal q anda esa institucion religiosa, el lo hace d una manera rebelde pero lo importante para las personas q se dedican a escribir en los medios seria, llegar al MEOLLO del asunto y ver las normas q rigen a esa institucion y evidenciar las fallas, por q si no hubiese fallas no hubiese tanto alboroto.
    En vez de regañar sin ton ni son deberiamos llegar con una nota bien cimentada q nos diga de acuerdo a las leyes d la institucion el por q crees tu q la situacion se torne en esos tintes y hacernos saber que articulo estatuto etc. esta siendo violado y p/quien y asi tendriamos un mejor panorama d tu nota.
    Lo que dices es tan predecible como q el mundo se terminara en un futuro proximo, es clasico pero no da un dato contundente.

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