martes, 17 de agosto de 2010

COLUMNA: Palco de Prensa

* Las adopciones gay
Por Gilberto Lavenánt
Entramos a los inicios de una sociedad moderna en la que todo es posible. Hasta lo que antes se cosideraba imposible. En la que en aras de igualdades y derechos, todo, o casi todo, es permitido, legalmente. Ya ni llorar es bueno.

Es lo relativo a la validación, por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de las reformas a la legislación civil del Distrito Federal, que permite no solamente la celebración de matrimonios entre personas del mismo sexo, sino incluso las adopciones por parte de estos.

Todo, porque al ser una sociedad imperfecta, integrada por individuos imperfectos, prácticamente se carece de argumentos válidos para sostener la oposición a tales cambios. Más que por madurez, como una medida fácil y una postura comodina que nos hace aparecer como más maduros, socialmente hablando.

Si en las llamadas sociedades modernas, se permite esto, y mucho más, ¿por qué no en México?

Se acabó la discusión en torno al tema. El máximo tribunal de justicia del país, ya dijo la última palabra. Con nueve votos a favor y dos en contra, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, declaró constitucionales las reformas al Código Civil del Distrito Federal, que permite las adopciones por parte de los matrimonios gay.
"Matrimonio y adopción para toda la nación", gritaron jubilosos quienes apoyan este movimiento social, luego de conocer la resolución. Otros sectores del país, lo lamentaron profundamente. La iglesia en particular.
Apenas el 5 de agosto, los flamantes Ministros, habían validado los matrimonios gay. Quedaba pendiente el asunto de las adopciones. En muchos había esperanzas de que esto, considerando que está en juego la vida y desarrollo de menores de edad, que el Estado está obligado a cuidar y proteger, esto no sería validado. Pero se hizo.
Los argumentos de apoyo, fueron precisamente las deficiencias sociales. Los matrimonos heterogéneos, no son perfectos. En ellos se cometen muchos abusos, en perjuicio de los menores, sean hijos naturales o adoptivos. En instituciones tan respetables, como la iglesia, se incurre en aberraciones vergonzosas. No hay pues, fuerza moral alguna para decir que los menores, estarán major con papá y mamá, que con dos papás o con dos mamás.
Quienes piensan de esta manera, no entienden que la “modernidad”, tampoco nos garantiza bienestar y mejoría para nadie. En particular para los menores adoptados.
No se entiende, que en lugar de pretender ser reconocidos como una sociedad madura, antes que entrar a la era de la relajación legal, que en la moral desde hace tiempo que estamos en ella, se debe luchar por recuperar la moral perdida. Por el camino que se está recorriendo, no hay recuperación alguna.
Y que no salgan que el defender a la figura social del matrimonio, integrado por hombre y mujer, es retrogrado, antidemocrático, discriminatorio, vergonzante, totalitario, impositivo y tantas cosas más. Si esto provoca odios y escándalos, pues tendremos que considerarlo como un riesgo al que se está expuesto por adoptar una postura definida. Allá ellos, los que tienen conciencia homosexual o unisex.
Después de esto… ¿Qué sigue?, ¿Legalizar el uso de las drogas?, ¿Autorizar en forma indiscriminada el aborto ?, ¿Legalizar la prostitución?
Tal parece que por ahí vamos. Por el camino de la degradación total. Pronto, los narcos no solamente serán ídolos populares, sino flamantes empresarios. Los medicos, se especializarán más en formas efectivas de asesinar niños, más que en salvarlos. Habrá qué colocar monumentos en honor a los lenones. Esa es la tendencia de la “modernidad” y la moda, es ser “moderno”, tener un pensamiento “light”, un criterio amplio, tolerante, permisible.
Los defectos o fallas sociales, son el argumento “más convincente” para considerar lo aberrante, como natural y lo anormal, como normal.
Felicidades a los homosexuales. Se salieron con la suya. Que disfruten las fiestas de quince años de sus “niñas”. Pero que entiendan que la sociedad no se moderniza, ni supera, por decreto. Sin ánimo de alentar homofobias, aunque así pueda interpretarse, la ley podrá permitir que haya matrimonos gay y que estos adopten, pero no obliga a nadie a que los tolere, socialmente hablando.
Se les podrá respetar y tolerar como individuos, en la medida en que sean responsables y respetuosos, pero eso de admitir su integración social, es muy diferente. Ya lo veremos.
gil_lavenant@hotmail.com

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