COLUMNA: Se mejora el ánimo

Por Teresa Gurza
El teletón que sacó más del doble de lo programado para empezar la reconstrucción; los abrazos entre Michelle Bachelet y el presidente electo, Sebastián Piñera y las palabras de ambos; y las primeras casas armadas y entregadas en la zona de desastre, han alzado la moral de los chilenos.

A eso ayuda también, el apoyo a Piñera de los líderes de la Concertación; el triunfo en la Copa Davis, de Fernando González y Nicolás Massú; la reducción del horario bajo toque de queda; la colocación en Constitución de mesas de ping pong y proyectores de cine con películas infantiles; y la devolución en Concepción del botín de algunos saqueadores.Por remordimientos o temor a los allanamientos policiales, empezaron ahí a aparecer colchones, refrigeradores, televisiones, lavadoras y demás.“Nunca he tenido cocina--estufa-- y como estaban ahí, me la llevé; no quise hacerle mal a nadie, sólo tener mi cocina; pero me sentí mal, y la devolví; y les pido perdón a todos”, dijo una humilde señora por televisión.La solidaridad y el apoyo entre vecinos y desconocidos, ha hecho milagros para empezar a recuperarse emocionalmente.Miles de estudiantes santiaguinos ya están en zonas de desastre construyendo viviendas; que como toda casa chilena, tendrá durante tres días la bandera a media asta; y la construcción tendrá que apurarse porque el invierno y las lluvias no tardan.Pero cada día es más inexplicable la incapacidad de la Armada para dar la alerta del tsunami. Además de las fallas humanas incomprensibles, alrededor del tema, hay mentiras.El Mercurio de hoy publicó una bitácora de las comunicaciones entre el gobierno y el Sistema Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada, entidad responsable de las alertas, durante las primeras horas tras el sismo.Ahí se constata que a los tres minutos desde Estados Unidos hablaron al SHOA para advertir del tsunami; pero que como el marino que contestó, no sabía inglés, le pasaron una persona que se lo dijo en español.Según el Comandante en jefe de la Armada, almirante Edmundo González, en esos momentos el SHOA avisó al gobierno.Pero una grabación de esa conversación, dada a conocer por Televisión Nacional, lo desmiente.Se dice también que mandaron la advertencia por fax; pero que al aparato le faltaba tinta y el papel salió ilegible.Hubo segunda, tercera y cuarta alertas desde Estados Unidos; pero la Armada seguía negando que pudiera ocurrir; y el gobierno le hacía caso.Eso, cuando ya muchas ciudades habían sido arrastradas por el mar.A 4 y a 6 horas del terremoto, ya con poblados desaparecidos y personas ahogadas, el SHOA seguía diciendo que sólo habría olas de máximo tres metros de altura, siendo que Talcahuano había ya sucumbido a olas de 9 metros.Ahora el Almirante dice, que la Armada deberá readecuar sus sistemas y modernizar sus instrumentos.Pienso que no será suficiente, porque la niña de 12 años Martina Maturana no tenía un solo instrumento y sólo viendo el mar supo que venía algo y tocó el gong de alerta en la isla de Juan Fernández, salvando a cientos de personas.Las Fuerzas Armadas siguen cuestionando a la presidenta por indecisión y tardanza en llamarlos a poner orden e impedir saqueos.Pero como escribió en el mismo diario el analista político Carlos Peña, “¿Dónde se ha visto que generales y almirantes litiguen con la autoridad civil, relativicen a través de la prensa su responsabilidad y deslicen trascendidos de lo que hicieron o dejaron de hacer?.Ellos no deben olvidar que deben estar subordinados a la autoridad civil y que también deben mantener los modales en su relación con la Presidenta”.Y en Santiago también hay destrozos; por lo pronto, 480 edificios en barrios de clase media, no podrán se habitados.Hasta los niños hablan ya de “daños estructurales”, pero algunos como el constructor de uno de los edificios dañados dijo que “sólo algo ladeado y la Torre de Pisa ha estado ladeada durante años”.“Sí pero ahí no vive nadie”, le contestaron.La vida continúa, los chilenos se ponen en pie, y las clases empezarán en el 73 por ciento de escuelas mañana; en el resto durante el mes; que ningún niño perderá el año es la promesa de las autoridades.