Por Teresa Gurza
Lágrimas y ganas de salir adelante marcaron este día.
Lágrimas por todas las casas que se están demoliendo en las zonas afectadas; y decisión de “tirar parriba” para reconstruir Chile.Lo que en opinión de expertos, no se podrá lograr en menos de tres años aún si se tuvieran todos los recursos disponibles.Tal como pasó en México en 1985, los chilenos coincidieron en que hay que hacer hasta lo imposible para poner de nuevo a Chile en pie.Para eso y subir el ánimo, sirvió el teletón organizado por Mario Kreuztberger, don Francisco, que durante 24 horas recolectó dinero para comprar 30 mil casas básicas de madera.Algo mínimo para la magnitud del desastre, pero que servirá para que haya menos gente durmiendo en los cerros, como pasa en muchos pueblos costeros.Como Hualañé, donde Matías mi esposo pasaba de niño sus vacaciones porque ahí estaba la hacienda de sus abuelos y cuya casa patronal se cayó completa.O Constantue, o Hualmapú, o Paula, donde quedaron sólo viejos que desde la madrugada del terremoto tendieron sus colchonetas bajo los árboles por temor a las réplicas y ahí siguen.Cada día salen nuevas historias de heroísmo y de tristeza como la de Manuel Carrión, que dormía con su esposa en el camping de Llo Lleo; y cuando sintió llegar la ola la abrazó pero el mar se la arrebató.También se llevó a tres niños de 8 años en la isla Juan Fernández; sus padres los tenían de las manos pero la fuerza fue tan fuerte, que se quedaron sólo con los pijamas.O la enfermera a la que periodistas quisieron llevar a lo alto, pero rehusó porque debía llevarle su medicina a un niño epiléptico de 2 años internado.O la del bombero Mario Cisternas que subió a la fuerza al camión a decenas, para salvarlos de las tres olas que llegaron a Dichato; donde vivían 7 mil personas y hay 17 fallecidos y muchos desaparecidos.O la de los hombres que rescataron en Iloca a cinco leones flacos y una leona ciega, cuyas jaulas mecían con fuerza las olas. También salvaron a dos monos papiones y a un tigre.En otro tema, expertos chilenos y extranjeros han indicado la urgente necesidad de que Chile tenga una entidad dedicada al estudio de los sismos.Y sobre eso habló el presidente electo Sebastián Piñera; y anunció que hará cambios profundos en el sistema de alerta.Al donar dinero a la Teletón, Piñera dijo que en las dificultades sale el alma de Chile con sus grandezas y pequeñeces; y llamó a aprovechar la situación para construir un país más grande, feliz, fraterno y solidario; “porque lo mejor de Chile está por delante“.Al hacer lo mismo, la presidenta Michelle Bachelet destacó que es momento de unidad y no de disputas.Pero parece que no opinan lo mismo los dueños de la cadena de supermercados Lider, que la responsabilizan de no haber ordenado antes el estado de queda; lo que hubiera evitado pillajes y saqueos.Y acusaron que la gente “absolutamente desquiciada actuó así porque la figura de la autoridad se ha ido menoscabando en la última década”.Por el contrario, el siquiatra Marco Antonio de la Parra piensa que el terremoto dejó de manifiesto la estructura social y sus fallas; y que las turbas saqueadoras tienen que ver con la gran diferencia económica que hay en el país; y el traspaso inminente de un régimen paternalista a uno liberal, donde se supone que se van a organizar por sí solas las sociedades civiles.Situación que en su opinión, promueve una sensación de desamparo y la aparición de líderes de barrio nefastos. “La turba es síntoma de una sociedad agrietada“, dijo y añadió que Chile necesita más abrazos y más solidaridad.Y quiero contarles que mi casa entró ya a la normalidad; vivimos de nuevo en ella y cambiamos nuestra recámara al primer piso, para no volver a pasar esos sustos.Nos faltan aún teléfono e Internet; y aunque tenemos ya energía eléctrica y agua, entiendo perfectamente a esas personas de Batuco, poblado vecino al mío, que esperaron un camión de Chilectra y secuestraron a los operarios hasta que no les dejaron instalada la luz de sus casas.
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