domingo, 14 de marzo de 2010

COLUMNA: Palco de Prensa

* Precisiones
Por Gilberto Lavenant


Esto va para los “twiteros”,”facebookeros”, “críticos cibernéticos”. “blogeros”, “internautas”, “tribuneros” y todos aquellos que tienen por costumbre asomarse a los espacios periodísticos en internet, televisivos o radiofónicos.

Mi más amplio reconocimiento y respeto para quienes dedican al menos un poco de su tiempo para involucrarse en el conocimiento y crítica de los acontecimientos diarios que de una u otra manera afectan a nuestra comunidad.

Por regla general la sociedad es apática, insensible, floja, tolerante, marginal. En cierta forma, por eso estamos como estamos.

Pero vámonos entendiendo. Hagamos algunas precisiones.

El periodismo es una actividad sumamente trascendente, esencial en la vida diaria. Permite conocer hechos o acontecimientos que nos afectan, positiva o negativamente.

La labor del periodista es la de destacar, difundir, criticar o señalar, además de los hechos de interés general, las conductas indebidas, tratando de combatir a los pillos, cínicos y corruptos, para exigir que cada quien cumpla con sus respectivas funciones, sobre todo si son de carácter público, con seriedad, honestidad y responsabilidad. El objetivo es lograr que prevalezca la verdad, la justicia y el bien común.

Y aunque nadie es perfecto, la labor periodística debe realizarse con equidad e imparcialidad, con seriedad, honestidad y veracidad, sin inclinaciones o preferencias de ideologías políticas o creencias religiosas. Sin intención de obtener beneficios personales, ni de organización alguna.

Periodista no es aquel que escribe o colabora en algún medio de difusión, si no entiende la función y objetivos básicos del periodismo. Quien escribe para pronunciarse a favor o en contra de tal o cual personaje político, o a favor o en contra de tal o cual partido, por consigna o sistema, no es periodista, sino simple y sencillamente un promotor político, que cumple una función, compromiso o tarea partidista. Nada más.

Para su conocimiento, aunque hay muchas especulaciones al respecto, el periodismo no es una actividad lucrativa. La mayoría de los periodistas perciben apenas un salario mínimo por semana. Algo así como mil pesos, cuando que hoy en día muchos de ellos son egresados de instituciones universitarias y los que no lo son, tienen la experiencia de muchos años, que les ha convertido en trabajadores especializados. No se logra ser periodista, de un día para otro.

Ciertamente, muchos llegan al periodismo, como ocurre en muchas otras actividades, con intenciones malévolas, para extorsionar, para “charolear”, para andar asaltando incautos, pero sin desarrollar un ejercicio periodístico profesional. Afortunadamente son los menos y se les ubica fácilmente.

En el caso del autor de Palco de Prensa, con aproximádamente 40 años en el periodismo, con varios años de analista político, comentando temas sociales, económicos y políticos, luego de haber sido reportero, secretario de redacción, jefe de información, jefe de redacción y subdirector, no percibo ingreso alguno por esta tarea. La realizo, como un deber social, como una inquietud y satisfacción personal, como el cumplimiento de una responsabilidad para lograr mejores condiciones de vida para la sociedad en general.

La tarea periodística no es sencilla. Es compleja, además de que implica riesgos y se está expuesto a la crítica, en el menos peor de los casos, e incluso a la agresión física o verbal. Generalmente una crítica injusta y muchas veces vulgar o grosera. Si se señalan errores o excesos, de tal o cual invididuo u organización, de inmediato se trata de combatirlo con descalificaciones o agresiones. Y eso no se vale.

Lo mismo ocurre cuando directa o indirectamente, o bien por mera apariencia, se hace referencia a las cualidades o características de individuos que representan a tal o cual organización. De inmediato surjen las acusaciones en el sentido de que se recibió paga por ello, por parte de los contrincantes o rivales.

Pero no se vale, que desde el anonimato se hagan descalificaciones burdas y groseras. Es como acudir a una pelea boxística, o de lucha libre, y desde las galerías, desde atrás, lancen vasos o botellas con “aguas frescas” o proyectiles diversos.

Caben las críticas, los señalamientos, la disidencia, pero con altura, con fundamento, con seriedad, con respeto. No enseñen “el cobre”. Da flojera leer o escuchar mensajes vulgares o groseros, con la simple intención de ofender o descalificar. Si no están de acuerdo, pues díganlo, pero no ofendan.

Los vituperios y groserias, no llevan a nada bueno. Por regla general denotan falta de cultura y de conocimientos de parte del agresor. Además, lamentablemente, resulta una pérdida de tiempo, tanto para quien agrede, como para quien tiene que soportar la lectura o el escuchar tales vulgaridades. Aprovechen los espacios y los tiempos, para construir, no para destruir.

Estamos siendo testigos del nacimiento de una sociedad más crítica y, sin duda alguna, contamos con nuevas oportunidades para participar activamente en el desarrollo social, económico y político de la sociedad en general.

Ustedes son protagonistas de estos cambios. Vamos elevando el nivel de la crítica y de los señalamientos, con fundamento, con respeto y seriedad. Las vulgaridades salen sobrando.

gil_lavenant@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario