Por Teresa Gurza.
Aliados y amigos se transforman en lo contrario, si emiten opiniones que enojan a los poderosos y se ponen con Sansón a las patadas; aunque en este caso específico, no se sepa bien a bien quien es Sansón y quien el que patea.
Hace pocos meses, cuando Felipe Calderón vino a Santiago de Chile en visita de Estado, lo acompañó Carlos Slim.
Lo pude ver tomando muchas notas del discurso del Presidente en la CEPAL; a donde por cierto orador y comitiva llegaron con casi dos horas de retraso; y algunos de ellos, digamos que un poco alegres.
Varias veces asintió Slim con la cabeza ante los planteamientos presidenciales respecto a la crisis mundial, que entonces se empezaba a reconocer.
Hubo también miradas desde el micrófono al empresario; como si el tema hubiera sido ya comentado entre ellos y existieran coincidencias, lo que me pareció natural.
Y cuando Calderón dijo que la crisis mundial era más que nada una crisis de confianza en el sistema bancario, la pluma de Slim parecía correr sobre pequeñas hojas que doblaba y guardaba; para al rato, volverlas a sacar.
Tras el largo y medio locuaz discurso, y cuando ya todos se retiraban del recinto, Margarita la esposa del Presidente hizo una seña a Slim como recordándole que estaba invitado a la cena que seguiría; y él movió la cabeza afirmativamente.
Todo eso me dejó la impresión de que Calderón y Slim tenían excelentes relaciones.
Semanas después recibí por correo electrónico, un documento con recomendaciones de Slim a sus empleados para afrontar mejor la crisis; y recordando esa tarde en la CEPAL, no pude sino preguntarme quién copiaba a quién los planteamientos.
Porque Slim les explicó, que la crisis era sobre todo de confianza; que cuidaran su trabajo, bajaran el nivel de gastos personales, mantuvieran su dinero en el banco, usaran cuidadosamente tarjetas de crédito y se mantuvieran sanos, "porque las enfermedades cuestan".
Y especificó que "aun cuando nuestros gobernantes lo nieguen, la crisis llegará a pegarnos; ojo lo niegan no por incompetentes, sino porque lo peor que pueden hacer es propagar el pánico".
O sea nada del otro mundo; nada que no hubiera expuesto Calderón en la CEPAL.
Tampoco fue nuevo lo expresado por Slim en el foro del Senado, sobre el desplome del PIB; los nunca vistos niveles de desempleo y el quiebre de empresas y comercios.
Cosas todas, que habían anticipado economistas y articulistas destacados como Rolando Cordera, Adolfo Sánchez Rebolledo, o Ricardo Becerra.
Y que sufrimos además, todos los mexicanos afectados por la crisis global y la errática política económica del gobierno de Calderón.
Me extrañó por eso, leer en diarios nacionales que algunos de los colaboradores del presidente se molestaron y les pareció pésimo y de mala leche lo dicho por Slim.
¿Será que ellos no están enterados de lo que pasa en México y el mundo?
¿Será que su jefe el Presidente, no se ha atrevido a contarles la gravedad de la situación?
Ojala lo hiciera; ojala que por lo menos dejara de hacerse el distraído simulando no oír lo que dicen a Slim.
Porque eso mismo podrían decírnoslo a la mayoría; y porque aunque uno no sea Slim y no quiera ser catastrofista, la situación lo es.
Y como a estas alturas no puedo creer que exista en el gobierno alguien que no se dé cuenta del estado de la economía; y que ande exigiendo a los que sí se dan, que no hablen del tema es que me pregunto lo que habrá detrás de ese pleito; que es lo que está exigiendo ahora Slim que Calderón no quiere darle; o qué sabe Slim, que los demás ignoramos.
Y hay también que tomar nota del trato que dan a ese hombre tan rico y que fue muchas veces su aliado, para imaginar lo que ocurre cuando los menos poderosos osan abrir la boca.
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