Por J. Antonio Aspiros V.
Hace 40 años, diversos países del continente americano cambiaron de gobernante, pero sólo dos de ellos lo hicieron mediante golpes de Estado.
En 1968 ganaron elecciones presidenciales Arnulfo Arias en Panamá, Richard Nixon en Estados Unidos (asumió en 1969), Alfredo Stroessner en Paraguay, José María Velasco Ibarra en Ecuador y Rafael Caldera en Venezuela.
Pero en octubre de ese año los militares tomaron el poder en Perú y Panamá, y sorprendieron con cambios que fueron calificados como izquierdistas en el primer caso, y populistas en el segundo. Esos, no iban a ser los gobiernos castrenses dictatoriales de derecha, a veces impuestos por Estados Unidos, tan comunes en muchas naciones de América Latina desde décadas atrás.
El 3 de octubre de 1968, el civil Fernando Belaúnde Terry fue sacado del palacio presidencial por la fuerza de los tanques y, mientras se exiliaba en Argentina, asumía el poder el general Juan Velasco Alvarado quien, para empezar, expropió la International Petroleum Company, una empresa extranjera con la que tenía conflictos el gobierno derrocado, al grado de sufrir varias crisis de gabinete.
El régimen militar nacionalizó también la banca y las industrias minera y pesquera, y emprendió una reforma agraria que acabó con las fincas y repartió tierras entre los campesinos. Los “nuevos generales” habían aprendido en el Centro de Altos Estudios Militares -donde se formaron ideológicamente- que para combatir la subversión había que efectuar reformas sociales.
De acuerdo con el doctor George Phillip, de la Escuela de Economía de Londres, Velasco Alvarado propició “la movilización popular limitada”, pero “le resultó cada vez más difícil encauzar las demandas populares de manera tolerable, y terminó aplastando su propia creación” (Enciclopedia de Latinoamérica, Universidad de Oxford).
Y, mientras en México era inaugurada la Olimpiada, el 12 de octubre de 1968, en Panamá el teniente coronel Omar Torrijos Herrera derrocaba al por tercera vez presidente Arnulfo Arias, quien ya había sido defenestrado también en 1941 por apoyar a los nazis, y en 1951 por abolir la Constitución. Arias tenía apenas 12 días en el cargo.
Torrijos, quien se ascendió a general, nunca fue presidente de su país, pero sí el hombre fuerte del mismo hasta su muerte en 1981, ya como jefe de la Guardia Nacional, en un accidente de aviación. Entre 1972 y 1978 fue jefe de Gobierno con plenos poderes, y en tal condición negoció con Estados Unidos la devolución del Canal de Panamá en 1999. Su hijo Martín es entre 2004 y 2009 el mandatario panameño.
El primer presidente durante la era Torrijos fue, en 1968, el coronel José María Pinilla, cuyo gobierno emprendió reformas políticas, sociales y económicas que incluyeron la formación de una Asamblea Nacional más democrática y la contención de las familias ricas poderosas.
En acatamiento de la Doctrina Estrada, México mantuvo relaciones diplomáticas y de otra naturaleza con Perú y Panamá tras aquellos golpes de Estado. Inclusive hubo posteriormente reuniones del presidente Luis Echeverría con los generales Velasco Alvarado y Torrijos, así como con el presidente Demetrio B. Lakas, sucesor de Pinilla en 1969.
También José López Portillo se entrevistó con Torrijos y con el presidente Arístides Royo, el último gobernante formal en los 13 años de la era torrijista.
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