Amartillan sus metralletas
En la acera de Plaza Río, platican entre sí, están cubiertos por un pesado chaleco antibalas de operativo, placas de metal al frente y otra en la parte de detrás. Se sienten seguros con sus metralletas de doble cilindro. No ponen atención en los que pasan por ahí, son agentes federales y tienen permiso para moverse en automóviles particulares, no son lujosos, son los adscritos a la delegación Tijuana, tres son grandes uno es compacto, todos con placas y adscripción. Son una docena de agentes AFI, lo único que les preocupa es que su metralleta amartille y que lo haga con precisión, que esté lista, aceitada, que suene correctamente cuando el carro suba el primer tiro y tras la detonación de este jale a los demás cartuchos. Un doble huevo de 200 casquillos. Estos, son AFIs sin las clásicas botas picudas, sin el cinto norteño, el sombrero y la pistola de cachas de plata, así se vestían, ya no..
Pero hay más federales, estos son uniformados, agentes federales de la PFP. Fusil de asalto en mano los hombres están en la acera, son un centenar aproximadamente, pero los que están a la cabeza son los AFIs y los que vienen en la retaguardia son PFP´s. Ente los preventivos, algunos llevan el rostro cubierto, otros simplemente se muestran cubiertos por unos espejuelos negros.
En la banqueta sus unidades, camionetas de la PFP de color negro con un número distintivo en blanco. Uno de los oficiales trae tubos en la espalda, metidos en el chaleco, un implemento para sostener en tierra un arma más pesada.
Al pasar caminando entre los oficiales federales preventivos las cosas cambian su mirada es inquisidora, pero nadie dice nada. Solo observan a los transeúntes que se atreven a caminar por la acera. Tijuanenses y federales se ven tras una máscara, pero hay algo que no pueden ocultar, su mirada. Dice mucho, ven con malestar, observan en cualquiera a un enemigo, piensan que todos pueden ser delincuentes, sicarios, cómplices de una serie de asesinatos que llegaron a oídos de esta fuerza capitalina que hoy transita por las calles de la urbe.
Desconfían, dudan, no se fían, aprietan sus armas cada vez que ven algún vehículo sospechoso o alguna persona en espejuelos oscuros que se aproxima. Los estereotipos de matones con gafas negras están muy presentes en su idea de la maldad. Tienen precaución, no hablan con nadie y al saberse protegidos por su número, muestran cierto aire de superioridad de tal suerte que pareciera que en su mente hay un diálogo permanente recordándoles que ellos están armados, tuvieron entrenamiento, han disparado armas de alto poder y ahora llegó el momento de someter a un grupo de sicarios sueltos que se andan matando y espantando a la sociedad.
Pero es mucho más que eso. Los que contextualizan esta misión federal lo saben. La evidencia está al alcance de todos, es pública la ejecución en un principio de los distribuidores menores y ahora en otro nivel del escalafón, aquellos que están cada vez más arriba en la pirámide.
¿Existe un mapa delincuencial de Tijuana?
Desde luego que sí!
Puntos identificados en color rojo, son los más críticos en la ciudad y los federales tienen una firme creencia de que las otras autoridades son las que están involucradas en la protección y apoyo de los carteles en plena disputa de los territorios de distribución y supremacía para cometer ilícitos tales como el lucrativo secuestro.
Esto comentó un agente federal:
--Son de los municipales de los que nos tenemos que cuidar y de los ministeriales.
Esto comentó un agente ministerial:
--¿Los federales? Los del AFI, esos son los que vinieron a robarnos la tranquilidad a todos, ellos son los que están bien metidos. Qué casualidad que los secuestros siempre son con uniformes de la AFI.
Esto comentó un agente municipal:
--Nosotros detuvimos a unos federales efectivos cerca de la PGR y estaban relacionados con un secuestro. Los enviamos a la cárcel y se soltaron las represalias en contra nuestra.
Por cierto, que el 31 de marzo uno de estos elementos de la AFI, EVARISTO MORALES PEREZ fue decapitado en el interior de la celda 203 de la penitenciaría de Tijuana, con una lamina afilada que usó otro secuestrador para quitarle la vida frente a por lo menos 7 de sus compañeros que vivieron a unos centímetros este horror.
11:40 de la mañana, sábado 18. Se da la orden con una seña y todos suben a los vehículos, cada hombre pesa más de 100 kilos por el equipo que lleva a cuestas. Unos ven hacia el frente, otros hacia atrás los de los lados cubren los flancos y la columna armada con mas de 10 mil tiros útiles se alejan rumbo a los operativos. En los sitios donde se estacionaron las unidades, ahora están los taxis, las personas a pie que van a hacer sus compras, un automovilista que pita para que todos se muevan, un guardia de seguridad que patrulla el centro comercial, una familia con una niña con vestido blanco y un moño azul en el pelo y una joven mujer que atraviesa la calle como siempre, llamando la atención de la muchedumbre. Tijuana pretende tener un día cotidiano en la frontera, sin incidentes mayores, como hace mucho ocurría.
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