martes, 16 de junio de 2020

MANUAL PARA PRINCIPIANTES: Instrumentos de vuelo para navegar en la guerra interna que se avecina en MORENA


Unos más que otros, pero todos los involucrados en la guerra intestina que se presenta actualmente en el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) por la candidatura al Gobierno de Baja California, tuvieron vínculos con la matriz política de todos los mexicanos: el PRI, salvo Marina del Pilar Ávila Olmeda, la alcaldesa de Mexicali, cuya raíz política se encuentra en el PAN.

Nada del otro mundo. Ni defecto ni virtud. Se convierte en un dato oprobioso y objeto de crítica interesada, cuando el aludido niega la “cruz de su parroquia”, y se presenta ante el mundo como un “obradorista” de cepa.

Ahí sí, nadie; todos vienen impregnados por la polvareda política exitosa de estos tiempos. Quizás el más antiguo obradorista sea el delegado único federal en BC, Jesús Alejandro Ruiz Uribe, vinculado a puestos de dirección o de representación electoral de la izquierda afín a López Obrador, desde los años 90s.

Algún lector atento podría preguntar: cuál campaña, cuál guerra interna en MORENA si todavía falta mucho para las elecciones del verano del 2021. Ni tanto, en septiembre se abre la convocatoria de parte de la autoridad electoral para que los partidos comiencen a seleccionar sus candidatos a los puestos de elección popular en juego para el año próximo.

El reciente veredicto de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que dejó en los dos años constitucionales el periodo de la administración estatal, hizo que se desataran aún más los vientos de la elección interna en MORENA. El gobernador, Jaime Bonilla Valdez, no hizo esfuerzos por contener este ímpetu si no que, por el contrario, alentó a sus alfiles a perfilarse y mostrarse ante la opinión pública.

Y como siempre nos ocurre, el partido en el poder es víctima y verdugo de sus propios impulsos desorbitados, a veces, para conservar el privilegio de mandar. Más que en el resto de los partidos, ahí es donde más se siente y se ve la efervescencia, la ambición, el deseo y el apetito de seguir siendo gobierno, escalar una posición más o conservar lo que se tiene.

Con ese espíritu agitado van Arturo González Cruz, alcalde de Tijuana, Mario Escobedo Carignan, secretario de Economía Sustentable y Turismo estatal y Marina del Pilar Ávila Olmeda, alcaldesa de Mexicali, Quizás también asomen el rostro a la membresía y a los simpatizantes “morenos”, el fiscal del estado, Guillermo Ruiz Hernández y el secretario General de Gobierno, Amador Rodríguez Lozano.

Quien se ha mostrado dubitativo y un tanto expectante, es el delegado único federal, Jesús Alejandro Ruiz Uribe, quien aparece en las listas de aspirantes que un día se alargan y otro se acortan en los mentideros de la política estatal y en el mundo mediático.

Por el interés que despiertan en una parte de la comunidad bajacaliforniana, aquí le dejamos un boceto a lápiz, de las trayectorias públicas de cada uno de los involucrados en el proceso interno de MORENA, con el único propósito de que los militantes, primero, y luego los electores todos, se compren el candidato que más se parezca a sus aspiraciones, a su ética y a su moral ciudadanas.



Inevitables. Siempre alguien, algunos, piensan y sienten que su obra, su conducta y su imagen pública y privada no son competitivas ni tiene la mejor opinión de la sociedad.
Por ello cuando ponen en juego su personalidad ante la tribuna, optan por recursos vulgares que degradan la política. No ponen al escrutinio público sus cualidades ni el fruto de su intelecto y sabiduría política si no que se enfocan en el adversario, incluso, como en este caso, contra el colega de partido.

Luego entonces, se verá que muy pocos, sin renunciar a la propuesta y la oferta política de altura, aceptarán las reglas no escritas de las “campañas negras” con igual ingenio y dinámica como lo exijan esos personajes apocados moralmente, pero poderosos económicamente, y sus tácticas. Un elemento importante en este escenario es el buen humor y la respuesta creativa, porque, por buenas o malas razones, el electorado tampoco admira y elige políticos timoratos que exhiban debilidad ante el ataque indecoroso.

Esta elección interna en MORENA no será la excepción y veremos toneladas de lodo y otros materiales irrespirables con los que unos y otros tratarán de manchar reputaciones y carreras políticas. Son indeseables pero ineludibles. Así que, preparémonos para asistir a un evento político más en el que algunos ya “están perdiendo el estilo “y otros mantienen en alto su ofrecimiento político y de gobierno.


ARTURO GONZALEZ CRUZ

Licenciado en Administración de Empresas por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Directivo del PRI tijuanense hasta que se le cerraron los caminos políticos en 1998. Un año después, en 1999, se convirtió de la noche a la mañana en candidato a la presidencia de la Canaco-Servitur de Tijuana, y la ganó, pese a que hasta días antes de su postulación al cargo, carecía de membresía y de presencia entre el comercio organizado. Con dinero y un buen equipo de campaña no hubo rival que se le opusiera y así registró su entrada triunfal en los organismos privados de Tijuana. 

Presidió dos años al comercio organizado y al final de su g La Ciudad de México, donde hizo ligas con los “grandes” de los organismos empresariales, entre otros, con la presidenta nacional de la Canacintra, Yeidckol Polevnsky Gurwitz, quien años después se convertiría al “obradorismo”. 

De hecho, la dirigente empresarial, es el vínculo más fuerte de Arturo González Cruz con el morenismo, y ya es historia conocida la posición en que se encuentra hoy día la señora Polevnsky en las filas de MORENA. Actualmente es investigada por el actual dirigente interino Alfonso Ramírez Cuéllar por malversación de fondos del partido. Por ésta y otras acusaciones y situaciones, la empresaria ha caído en desgracia política. 

Desde los tiempos de la Canaco-Tijuana, Arturo González Cruz mostró su carácter arbitrario y soberbio. Quiso ser presidente del comercio organizado y lo fue a golpe de dinero y “arreglos “con antiguos dirigentes de los ARTURO GONZALEZ CRUZ comerciantes que le permitieron superar obstáculos como el requisito indispensable de la militancia y la membresía al grupo empresarial, para poder ser su candidato a la presidencia. 

En su nueva etapa política, en 2006, Arturo González, apoyado por su colega empresaria, Yeidckol Polevnsky, tuvo una fugaz participación en la elección presidencial en la que se registró como candidato a senador resultando perdedor. 

En 2019, González Cruz compitió en la interna de MORENA para la candidatura al Gobierno del Estado, con el respaldo sonoro de la entonces presidenta nacional en funciones del Movimiento, Yeidckol Polevnsky, pero para esa fecha ya se sabía que el ingeniero Bonilla era el elegido. Acepta subordinarse a esa decisión, aunque en el inter coquetea con otras opciones políticas. Finalmente mide fuerzas, y decide postularse para la alcaldía de Tijuana por MORENA mediante un proceso en el que el único contento fue Arturo González. Así se convirtió en alcalde de Tijuana, con una abrumadora votación a favor, gracias al fenómeno político del momento: el Presidente López Obrador. 

En estos días de 2020, el empresario y político González Cruz se ha conducido con astucia fina desde la alcaldía: no polemiza con el Centro del país; no se pelea con el gobernador Bonilla –aunque en privado despotrique contra él y se congratule con hechos como el veredicto de la SCJN-; pero en el pecado lleva la penitencia. 

En Tijuana se nota la ausencia de liderazgo, a propósito de la pandemia que nos acontece por el Covid19. Arturo González ni beneficia ni perjudica a la comunidad que lo eligió en 2019 presidente municipal. Sin embargo, mientras se enemista con su síndica procuradora y expulsa del Club Campestre al ex alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum Buenrostro, tiene un grupo de asesores y operadores políticos trabajando su candidatura al Gobierno de Baja California. Tal vez piensa que el dinero sigue y seguirá haciendo “milagros” en las campañas electorales, esos que ya no hace su defenestrada madrina política Yeidckol Polevnsky. 

Prácticamente en eso confía Arturo González Cruz: en el poder del dinero, como casi todos.

González Cruz le apuesta a su dinero y no a su simpatía.




MARIO ESCOBEDO CARIGNAN 

La trayectoria pública del licenciado en Derecho Mario Escobedo Carignan se puede decir que es una historia de padrinazgos, y este tutelaje no es uno de los más virtuosos que haya tenido político alguno. De hecho, es un huérfano político, sin grupo, sin trayectoria propia durante su militancia “honoraria “y a la distancia dentro del PRI, hasta su “militancia” en MORENA. Nunca ha ganado un proceso interno en el PRI de su pasado ni en MORENA de su actual interés. 

Empezó su carrera pública con el apoyo de su mentor político Amador Rodríguez Lozano, cuando por las conexiones políticas de éste, lo hizo subdelegado de la extinta Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (Secofi). Dos años después, cuando la dependencia federal cambió a Secretaría de Economía, Mario Escobedo se trepó a la delegación estatal, por intermediación de su hermano panista, Oscar Escobedo. Los tiempos habían cambiado; ahora ya no gobernaba el PRI de Amador Rodríguez si no Vicente Fox, el panista. 

Con los nuevos vientos políticos que soplaban en el país, Mario Escobedo supo adaptarse bien a la ventolera de los cambios de discurso y de personal en las delegaciones federales. Así continuó en la Secretaría de Economía hasta el 2007 en que el gobierno panista finalmente le pidió la renuncia. Ya no estaba su padrino Amador Rodríguez para sostenerlo y su hermano Oscar ya no era una influencia decisiva en el foxismo. 

Durante su gestión en la Secretaría de Economía atendió empresarios y también se dio tiempo para tejer negocios en los alrededores de la aduana fronteriza de Tijuana. Mientras él despachaba en la delegación de la Secretaría de Economía, uno de sus antiguos asistentes consolidaba el nebuloso negocio de la venta de facturas para la internación subvaluada y fraudulenta de autos usados a la región y franja fronteriza Norte. 

Como le encontró gusto al comercio automotriz, una vez que salió de la Secretaria de Economía, Mario Escobedo apunto sus baterías a la Cámara de Comercio. Se registró como socio, buscó aliados, principalmente en el Grupo Especializado de Autos Usados y logró la presidencia dos veces. El primer periodo de 2008 a 2011, y el segundo, de 2017 a 2018. 

En su primera faceta política, trató de alcanzar la nominación del PRI a la alcaldía de Tijuana en 2010, -siendo presidente de la Canaco-, pero en esos tiempos mandaba en su partido Fernando Castro Trenti, quien puso las condiciones para la candidatura, que finalmente ganó Carlos Bustamante en la interna y luego la elección constitucional. 

Su historia política está tallada en la roca de los padrinazgos y, cuando no aparecen en escena, Mario Escobedo pierde, porque en él sí se aplica el viejo refrán de que “el dinero no es la vida”. Aparte, detrás de si no se le ve grupo político, filosofía, filia política y/o ideología que lo sustente como hombre público. Es un menesteroso de la política partidista. 

Por ello fue bueno para Mario Escobedo el refugio de la Canaco-Tijuana de donde saltó en el 2018 a la política partidista de nuevo, ahora con el disfraz de MORENA. Primero dijo públicamente que quería ser candidato a gobernador, y no lo consiguió, fue Jaime Bonilla; luego dijo que quería ser candidato alcalde y, Arturo González, otro empresario más astuto y mejor equipado económicamente, se la ganó en un sui generis proceso interno. Ni una candidatura ni otra. Lo mismo: sin padrino, Mario Escobedo no gana en política partidista. 

Luego de sus fracasos, el gobernador del estado lo nombra titular de una contranatural y contrahecha Secretaría de Economía Sustentable y Turismo, en donde ha sido ahogado primero por la inconsistencia de su cargo y posteriormente por la pandemia del Covid19. En esta temporada de aislamiento, defunciones y contagiados, Mario Escobedo ha jugado la peor parte de la historia en términos de gobierno. 

Ha tenido que atacar a empresarios nativos y extranjeros con impuestos y medidas arbitrarias; en algunos casos ha tenido que desdecirse y meter reversa en decisiones que toma el gobernador en vez de él, y ha sido parte perdedora del encontronazo del mandatario estatal con casi la totalidad del sector productivo de la entidad, en casi todos los frentes. Digamos que se ha ganado la ojeriza de los empresarios de BC sin merecerla. 

Para colmo, entre la fecha del triunfo de MORENA en BC y el periodo de transición del gobierno del ingeniero Jaime Bonilla, apareció de repente su antiguo padrino Amador Rodríguez Lozano, quien hizo la promesa inapelable y apantallante de que, con reformar la Ley estatal en la materia, el mandatario estatal gobernaría no dos, sino cinco años. 

Y que, si este turbulento asunto se iba a la SCJN, ahí mismo se ganaría, pues para eso era abogado en Derecho Constitucional. Con esa entelequia se trepó a la misma secretaría General del Estado. Las historias que ha protagonizado el secretario durante su gestión, todas, han rebotado en Mario Escobedo, desde el episodio de los famosos “moches” hasta la intentona de Amador, de apoderarse de todo cuanto pueda abarcar, desde el Sistema Penitenciario hasta los desayunos escolares y sus proveedurías. 

Desde esa posición inestable y frágil, Mario Escobedo aspira a ser candidato de MORENA a la gubernatura de Baja California, porque, ahora, de nuevo, dice contar con el apoyo del gobernador. Su propia historia lo reprueba, no porque no tenga derechos políticos, sino porque su trayectoria está poblada de fracasos en procesos internos debido a las razones ya expuestas, pero principalmente porque sin padrino, Mario Escobedo no existe prácticamente. Que Jaime Bonilla le haya “echado la bendición “es otra cosa. A la vista, no se ve grupo o corriente que lo apoye internamente, a no ser que el dinero, como divisa de uso corriente en toda elección, le sirva, porque, lo que es su posición de “superdelegado”, le ha servido de poco. 

Mario Escobedo, entre la polémica y escándalos por actos de corrupción.



MARINA DEL PILAR AVILA OLMEDA

No es su condición de mujer la que la reprueba a una candidatura de esa magnitud sino porque a veces, Marina del Pilar Ávila Olmeda, hasta hablando tiene faltas de ortografía, pese a haber cursado, según su currículum académico, dos maestrías en distinguidas instituciones educativas del estado. 

Necesitaría un “montón” –a ella le gusta usar ese vocablo, quizás por su fuerte arraigo cachanilla- de dinero y unos asesores sacados de otra galaxia, y no es sorna ni sarcasmo, para que la alcaldesa de Mexicali sea seleccionada internamente candidata al gobierno del Estado por MORENA. 

Pero el idioma no es el único de los estigmas que persigue a la joven política mexicalense. Está casada con Carlos Torres Torres, ex candidato panista a la alcaldía de Tijuana, quien en el 2010 perdió la elección contra el priista Carlos Bustamante. 

Sin embargo, no es la mejor “hazaña” por la que se le conoce al esposo de Marina del Pilar: En 2019 fue negociador en jefe de la vergonzosa claudicación de sus colegas de partido, los diputados de la fracción panista de la legislatura anterior que reformaron inconstitucionalmente la ley estatal para ampliar a cinco años el periodo de gobierno al recién electo –para dos años- gobernador Jaime Bonilla. 

Difícilmente, Marina del Pilar Ávila puede separar su figura pública de la sombra de corrupción que envuelve a su consorte, debido a que aún está muy fresco en la memoria colectiva el revuelo que causó en el ánimo MARINA DEL PILAR AVILA OLMEDA estatal y nacional, el veredicto de la Suprema Corte de Justicia de la Nacional que, además de invalidar la reforma promovida en la legislatura pasada, la condenó y calificó como un fraude a la Constitución y a la voluntad popular. 

Definitivamente un lastre demasiado pesado para una eventual campaña electoral de la alcaldesa de Mexicali, en caso de que temerariamente MORENA se equivocara y en la interna la seleccionara candidata. 

Sin embargo, esto ya es una regla general. Invariablemente, todos los aspirantes, de cualquier partido, pero en este caso de MORENA, todos tienen apoyos o padrinazgos políticos nativos o nacionales que los convierten, de súbito, en candidatos electos. La señora Marina del Pilar Ávila no es la excepción y dice contar con el apoyo de Mario Delgado, coordinador de la bancada morena en la Cámara Baja del Congreso de la Unión. 

La diputada federal con licencia, quien antes de militar en las filas de MORENA simpatizó con el Partido al que pertenecía su actual cónyuge, el PAN, dice contar también con el apoyo del secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard, con los buenos oficios del ex priista Fernando Castro Trenti y, por supuesto, con el apoyo incondicional de su esposo Carlos Torres Torres. 

Con escaso currículum político y escasa experiencia en la administración pública, a la alcaldesa de Mexicali tampoco le ha ido bien durante la pandemia causada por el Covid19. En estos días la capital del estado se ha convertido en el epicentro del virus, a causa de contradictorias medidas Marina del Pilar y que ha hecho públicas con un lenguaje que pretende ser coloquial pero que se acerca más a la estrechez mental y a las faltas de ortografía orales. 

Con 35 años de edad y una corta trayectoria pública, Marina del Pilar Ávila Olmeda sería el error de MORENA y un castigo para Baja California, en caso de que un electorado manipulado y confundido con el brillo del dinero, la eligiera gobernadora. 

Por inexperta Marina del Pilar sería el error de MORENA.



GUILLERMO “Titi” RUIZ HERNANDEZ 

El abogado penalista por excelencia es un hombre poderoso desde sus tiempos de litigante experto en asuntos criminales. Ahora lo es más, desde que octubre del año pasado fue “recomendado “por su compadre el gobernador Jaime Bonilla para que ocupara la Fiscalía General del Estado. La cercanía con el Presidente Andrés Manuel López Obrador viene desde 2017 y es circunstancial. 

El entonces aspirante por tercera ocasión al primer cargo del país estaba en plena campaña desde el 2017, y necesitaba un abogado para que organizara y manejara los Comités Cívicos de Morena MIA (Mexicanos Inmigrantes en América) en Estados Unidos, y por recomendación de Jaime Bonilla se convirtió en ese abogado que andaba buscando López Obrador. Ese sería el vínculo y el “favor” que le debería el Presidente al famoso “Titi”Ruiz. 

Cierto, es un hombre poderoso y muy cercano a los afectos del gobernador, pero de eso a un potente candidato a la gubernatura de BC, hay un abismo. Por supuesto, el ingeniero Bonilla Valdez lo puede imponer a la militancia, pero la edad, el menguado discurso político personal y la exigua experiencia en la administración pública, hacen de Guillermo Ruiz Hernández, en un literal riesgo para MORENA que aspira continuar en el poder estatal. Además, comparte con Amador Rodríguez Lozano, la autoría intelectual y legal para la defensa de la gubernatura de cinco años que fracasó estrepitosamente en la Suprema Corte. 

En términos de rendimiento laboral, Baja California sigue sumida en la inseguridad pública con récord mensuales de homicidios dolosos. Entre el procurador del anterior gobierno y el fiscal del nuevo gobierno, no hay diferencia salvo en el número de crímenes cometidos a lo largo y ancho de los municipios del estado. 

Ante la peregrina idea de que el gobernador impusiera a su compadre en el proceso interno, MORENA correría el riesgo de perderlo todo. 

Guillermo “Titi” Ruiz, abogado de mucha experiencia, hombre generoso, pero con falta de experiencia en la administración pública.



AMADOR RODRIGUEZ LOZANO

Aunque nunca se mantiene firme en las listas que se publican en los medios de comunicación tradicionales y digitales, pues a veces aparece y luego desaparece, el secretario General de Gobierno es un aspirante marginal a la candidatura en su nueva aventura partidista, al gobierno de Baja California. Imaginariamente podría dar un zarpazo aquí o allá, pero tiene todos los pronósticos en contra. 

Porque, como el título de la telenovela, “su pasado lo condena”. En sus tiempos priistas fue llamado en los medios informativos nacionales, “mapache electoral” por su sagacidad para embarazar urnas y cambiar resultados electorales a la vista de todos; luego, en 2006, en Chiapas y vistiendo la camiseta del PRD, se convirtió en coordinador del gabinete del gobernador electo, Juan Sabines y posteriormente en su fiscal general. En este momento de su historia pública, también se le atribuyeron cualidades de alquimista –en los medios informativos nacionales- al transmutar un cargamento de cocaína en leche en polvo, que le permitió salir airoso de un caso que por poco le cuesta la cárcel. 

En Baja California, Amador Rodríguez Lozano, tan altivo como es, ha tenido también soberbios y sonados fracasos políticos. Nunca pudo ganar la nominación de su partido, el PRI en el 2001, para la candidatura al gobierno estatal. Luego, ya con el PT, perdió la alcaldía de Tijuana, y finalmente la senaduría con la Coalición por el Bien de Todos. 

Amador Rodríguez Lozano es padrino de si mismo; luego entonces, está perdido, pues, entre otras cosas como las acusaciones que los señalan como el artífice de los “moches” con que nos sorprendió esta administración estatal apenas comenzando, no le cumplió a su jefe circunstancial Jaime Bonilla, de hacerlo gobernador cinco años. 

Amador Rodríguez Lozano el eterno fracasado.



JESUS ALEJANDRO RUIZ URIBE 

El delegado federal único de Baja California, Jesús Alejandro Ruiz Uribe, “se anda por las ramas”. Cada vez que se le pregunta que si aspira a ser el candidato de MORENA a la gubernatura de BC, argumenta que está ocupado en la importante tarea de representar al gobierno de la república en el estado, cuantimás en estos tiempos de pandemia, cuarentena y parálisis económica en que la gente requiere más el apoyo del gobierno. 

No obstante a que es el bajacaliforniano que tiene la relación más veterana y sólida con el Presidente López Obrador, de todos quienes aparecen en las recientes listas de aspirantes a gobernador, se resiste a expresar lo que bulle en su fuero interno. 

Quizás ni el mismo lo sepa, pero es la pieza electoral que andaría buscando MORENA nacional y el propio Presidente para evitar el desencanto de la gente que votó en el 2019 por el partido y, por supuesto, para evitar la derrota en las urnas el verano de 2021 próximo que podría precipitar también la pérdida de la mayoría en la Cámara de Diputados, en caso de que MORENA BC eligiera mal a sus candidatos para la contienda del año próximo. 

Sin embargo, Alejandro Ruiz Uribe mantiene un bajo perfil entre el ruido creado por las expresiones de otros personajes políticos del propio MORENA que gobernando gobernando, van haciendo campaña a ojos de todos, en los espacios que el propio gobernador Jaime Bonilla ha abierto tácitamente para la contienda interna. 

El delegado federal único es un viejo conocido y sin exagerar, un veterano amigo de Andrés Manuel López Obrador. Cuando el actual Mandatario de la Nación se lanzó por primera vez a la presidencia de la República, Jesús Alejandro era presidente estatal del PRD, partido que había nominado a López Obrador. Y desde esa posición apoyó, impulsó y promovió la campaña del tabasqueño. 

Desde entonces trabó una fuerte y recíproca relación política y afectiva con el Presidente López Obrador que hasta la fecha se mantiene sin exaltar el privilegio de tenerla 

El académico, ex diputado local, doctor en Derecho, dirigente partidista y actual funcionario federal, no ha usado la posición política ni afectiva con el Presidente para subirse a un tren preelectoral que, a lo mejor, piensa, no es el suyo, ni es su momento. 

Pero, puestas todas las cartas sobre la mesa, si la membresía y dirigencias de MORENA, no sólo de Baja California, sino el mismo partido del Presidente López Obrador a nivel nacional, quieren ratificar su proyecto de nación en el estado, tendría que pensar seriamente en el perfil más sólido y congruente que tienen en el estado, y sacar de su estado dubitativo al delegado federal único en BC, Jesús Alejandro Ruiz Uribe, y hacerlo su candidato a la gubernatura de Baja California. 

Porque, contra todo lo que se haya dicho del funcionario federal durante el desempeño de su cargo, no hay escándalo que lo involucre, que lo toque que lo manche legal y políticamente. Y todos sabemos que de escándalos e incompetencias hemos tenido bastante en este gobierno. 

Alejandro Ruiz Uribe, una carta apegada al proyecto de la 4T, con trayectoria en la izquierda mexicana.

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