Mi querido cuñado chileno Pablo Tirado, me regaló el libro De Animales a Dioses, de Yuval Noah Harari, insistiendo muchísimo en que lo leyera; y lo estoy encontrando fascinante.
En una de sus primeras páginas, el autor advierte que contar relatos efectivos no es fácil; y que la dificultad no estriba en contarlos, sino en convencer a todos y cada uno, de que se los crean.
Y explica que cuando se tiene éxito, “confiere un poder inmenso, porque permite a millones de extraños cooperar y trabajar hacía objetivos comunes”.
No soy partidaria de López Obrador ni voté por él; pero siento que es precisamente esto, lo que su movimiento logró.
Y curiosa por saber cómo tomaron su triunfo personas a las que entrevisté hace una semana, bajé a Oaxtepec buscando dar con alguna.
Me topé con varias y me conmovió oírlas tan eufóricas; se sienten, con razón, protagonistas de la apabullante victoria de Morena.
Sin conocerse y teniendo que levantarse este lunes a trabajar temprano, decenas de electores hicieron guardia en las casillas de sus municipios hasta que terminaron los escrutinios, porque creyeron las afirmaciones de AMLO de que estaba fraguándose el fraude; y hermanados en el común objetivo de impedirlo, hablan en plural de lo conseguido.
“Andábamos de chismosas viendo que no fueran a cambiar ninguna boleta” dice Lidya, que trabaja cultivando flores de Nochebuena en un vivero de Yautepec, con pésimas condiciones laborales.
Y añade “y eso que nadie tenía nombramientos de nada; solo sabíamos que los pobres somos más y votamos y que íbamos a ganar y no queríamos engaños…”
Sandy es empleada en un salón de belleza de Oaxtepec y no conoce a Lidya, pero coincide: “Supimos que éramos muchos y qué podíamos… no sé cómo supimos, pero teníamos el senso de que podíamos cambiar todo, y echar al PRI de México y al Graco y a su hijo postizo de Morelos…”
Cristino es jardinero en el fraccionamiento de Lomas de Cocoyoc, y como no quería que sus patrones se enteraran de que votaría por los morenistas “los oía sin contradecirlos, cuando me decían que no se me fuera a ocurrir, dar mi voto a Obrador”
“Pero se lo di, porque va a echar pa´ atrás los gasolinazos” afirma; y confía en que cuando eso suceda, le alcance para llenar el mismo día el tanquecito de su moto y los de las podadoras de pasto y orillas.
Añade que ya no teme que se conozcan sus preferencias: “al contrario, quisiera gritarlas; porque me siento como con poder”.
La mayor parte de las personas con las que ahora hablé, explican de diferentes formas la nueva conciencia de su valía; y son parte de esa votante multitud, que creyó lo que López Obrador predicaba.
Ansían llegue el momento de recibir los dos mil pesos mensuales prometidos y no ven contradicción alguna, en que el próximo presidente se haya negado a aceptar las victorias ajenas en las dos elecciones anteriores; mientras que la de él, fue reconocida por Meade, Anaya y el Bronco, apenas iban llegando los primeros datos electorales.
“Antes hubo chanchullo y ahora tenían que hacerlo” dice convencido Fernando, empleado de una cadena de tiendas; y se burla de su amigo Francisco, cajero de una sucursal bancaria, porque prefiere no opinar por no enojar a los clientes.
" … Y Fox y Calderón lo felicitaron de puro hipócritas, para que no les baje sus pensionsotas; pero igual se van a quedar sin ellas" insiste.
El escritor Noah agrega en otra página, que una realidad imaginada no es una mentira; que, a diferencia de la mentira, la realidad imaginada es algo en lo que todos creen y que “mientras esa creencia comunal persista, la realidad imaginada ejerce una gran fuerza en el mundo”.
Y al ver caminar y conducirse a decenas de personas, de manera diferente a como lo hicieron hace ocho días; me parece que es eso, lo que ha pasado por acá.
Al platicar con ellas, iba ya perdiendo México contra Brasil; por lo que les pregunté, si lo que están sintiendo se parece a cuando gana la Selección “no, no, eso dura poco y esto va a ser de hartos años”.
Esta conciencia de la fuerza que da la comunión de objetivos, les ha hecho levantar cabezas y cambiar perspectivas.
No quiero ni pensar en lo que va a ocurrir con tantas ilusiones y esperanzas colectivas, cuando López Obrador no pueda cumplir sus promesas.
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