PLAYAS DE ROSARITO.- En un total desorden se encuentra la policía municipal de Playas de Rosarito a mes y medio de que fuera destituido el dos veces titular de esa corporación, el Mayor de Infantería Magdaleno Vázquez quien mejor se fue antes de cederle su puesto formalmente y para darle la bienvenida al también militar, el Teniente de Corbeta, Adrián Hernández Pérez con quien la situación se ve peor, aseguran uniformados.
Las nuevas instrucciones fueron dadas por el ex militar quien no abandona lo asimilado con férrea disciplina en los cuarteles, so pena de recibir castigos, sanciones y arrestos corporales, entre otras sanciones a quienes no les agrade la nueva forma de trabajo del actual director policiaco. Sus garantías laborales y sus derechos humanos, hoy salen sobrando durante la gestión de Hernández Pérez.
Al estilo de su padrino el teniente coronel Julián Leyzaola Pérez quien torturo y lesiono a varios activos de la corporación.
Desde su arribo fueron suspendidos los permisos de salida, los periodos de descanso o vacaciones y hasta las autorizaciones por incapacidad médica o lesiones de trabajo y todos recibieron la orden de presentarse a cobrar directamente de las manos del actual jefe “porque quiere conocerlos personalmente”, independientemente de las condiciones en que se encuentren.
De igual forma fueron suspendidos los periodos de media hora que normalmente les concedían a los oficiales para probar sus alimentos al grito de que “aquí se vienen bien comidos y cagados”; por lo que muchos de ellos llegan hoy al extremo de concretamente llegar con sus loncheras y su rollo de papel sanitario para literalmente correr al cerro a esconderse y hacer lo propio con el riesgo de ser sorprendidos como el famoso “tigre de Santa Julia”.
Un mal ambiente y el temor por el riesgo a ser castigados vuelven de nuevo a Rosarito, incluidas algunas prácticas ilegales que se creían ya desterradas como los castigos, la tortura o el “karaoke” de la verdad, que en su momento le fue adjudicada al también militar y ex director de triste memoria, el Capitán Eduardo Montero Álvarez.
A manera de escape a la presión, elementos de la tropa elaboran sus conjeturas y apuestas sobre los meses que durará en el cargo el recién llegado, a quien le apodaron como “El Loco” Hernández, o el “Capitán Cornetas” por aquello de que los traen asoleados “marcando el paso”, sin que todo eso se traduzca en un mejor desempeño policiaco para los ciudadanos, sino aseguran, sucede todo lo contrario.
En fin en un manicomio se encuentra la dirección de la policía municipal de Rosarito, y “el capi cornetas”, insiste y manifiesta que prefiere morir de pie que vivir de rodillas, pirateando una de las freces celebres del General Emiliano Zapata Salazar.
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