Por Emilio Domínguez Lome
Jorge Nicolás Arévalo Mendoza, quien aún cobra como Secretario General de Gobierno y supuesto “brazo derecho” de la alcaldesa Mirna Rincón Vargas, se ha ganado a pulso el epíteto del Secretario Incómodo de la administración municipal, no solo por ser la nulidad en persona, sino por convertirse en un verdadero lastre, el clásico “bueno para nada”, un estorboso bulto al que ya no saben de plano qué hacer con él.
Aparentemente ya le tenían un puesto de consuelo al chicuelo, pero llegaron las presiones de los que gobernaban en el trienio pasado y lo tuvieron que mantener de lastima y por puro compromiso.
Sin la mínima dignidad, el joven que en un momento incluso llegó a representar la renovación del panismo en el municipio, se desdibujó por completo cuando oficialmente se había anunciado su remoción del cargo, pero este echó mano de toda artimaña para aferrarse ridículamente al cargo, incluidos sus gimoteos, súplicas y promesas de aplicarse en su cometido.
Hoy algunos comparan su caso con el dirigente nacional panista Ricardo Anaya, al considerar que su corto paso por el gobierno le ha permitido amasar ingresos nunca antes imaginados gracias a la fórmula recargada de “los moches”; por lo que toda proporción guardada, el Secretario de Marras, se había indigestado al grado de desvariar y no saber hacer equipo.
Solo un grupito de barberos hipócritas le ha hecho creer que él será el próximo alcalde lo cual le trae mareado y loco de poder.
Su comportamiento errático, su cerrazón y desplantes de soberbia, pronto le ganaron enemigos gratuitos al interior del gobierno, al grado de quedar prácticamente aislado, lo cual es el colmo para un Secretario General quien se supone debe traer el control político de la comunidad y sus sectores.
Hay que esperar dicen otros funcionarios a ver si cambia un poquito el “Niño Azul” de lo contrario no podrá seguir ejerciendo la función de Secretario General.
Mientras muchos hoy mejor le sacan la vuelta al sudoroso funciona-rio, sabedores de que nada bueno obtendrán del inútil funcionario, la primera alcaldesa hoy busca colocar-lo en donde no estorbe, por lo pronto solo lo envían a atender a los grupos de inconformes, a recibir incluso las trompetillas manifestantes en reclamo de seguridad. Reclamos que por cierto, van dirigidos a sus supe-riores y no al inútil “funcionario”.
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