En frecuentes ocasiones me he referido aquí, a la basura humana concentrada en el Senado, la Cámara de Diputados y los gobiernos federal, estatal y municipal y que se agandalla de los bienes que son de todos, perjudicando a los más pobres.
Y hace pocas semanas escribí, que de no frenar la basura que estamos echando a mares y océanos, pronto habrá en ellos más plástico que peces, con desastrosos resultados para la humanidad.
Además, millones de millones de toneladas de desperdicios se tiran todos los días en las principales urbes del mundo; en la ciudad de México, por ejemplo, son 13 mil toneladas diarias, pero seguimos sin horrorizarnos por la cantidad de objetos inservibles que ha causado la sociedad de consumo en que vivimos.
Y para acabarla de amolar les cuento ahora, que no solo hay basura en la tierra y en el mar, sino que la NASA está preocupada por la chatarra que hemos aventado al espacio.
Preocupación a la que se han unido universidades, científicos y publicaciones de varias nacionalidades, para alertar sobre las “catastróficas consecuencias” que esta basura espacial puede ocasionar.
Ben Green, director del Centro de Investigación espacial de Australia declaró a la agencia France Press, que la principal amenaza para la Tierra no está en otro planeta sino en la chatarra que se ha ido acumulando en el espacio y cada año va en aumento, causando un riesgo real a los satélites artificiales que se mueven por el Universo.
Reveló el especialista, que un promedio de cuatro satélites son derribados cada año por esa basura espacial y que la cifra podría aumentar en los próximos años.
Y Moriba Jah, de la Universidad de Texas, explicó que además del caos que causa al espacio esa basura, puede crearse otro aún peor en la Tierra; puesto que de quedar inoperantes los satélites, habrá enormes problemas en los países que dependen de la información que ellos proporcionan, para el funcionamiento adecuado de sus economías.
Tan grave es la situación, que algunos gobiernos piensan cómo poder reducir esa basura o alejarla lo más posible; pero no es fácil y ya han fracasado algunos de sus proyectos.
Entre los vigentes está, el creado el año 2014 por la Agencia espacial rusa; que un aparato de cuatro toneladas, sacaría de la órbita cada seis meses unos 10 satélites inservibles, para llevarlos a un “cementerio espacial”; y costaría cerca de 300 millones de dólares en un plazo de 20 años, de 2016 a 2025.
Leo en Wikipedia, que se llama basura, chatarra espacial, o débris, a cualquier objeto artificial y sin utilidad, que orbite nuestro planeta; y que se compone de restos de cohetes y satélites viejos, remanentes de explosiones, polvo y partículas de pintura.
Y que a pesar de que la mayor parte son pequeños fragmentos de escombro, cuando chocan a las velocidades orbitales en las que se mueven, pueden ser altamente perjudiciales para el funcionamiento de los satélites; y por si eso fuera poco, sus choques producen a su vez, más chatarra.
A partir de 1991, han sido registrado cuando menos tres colisiones en la órbita terrestre, por culpa de la basura espacial; y se irán multiplicando a medida que aumentan los satélites y sus desperdicios.
Entre las medidas preventivas anunciadas por los gobiernos, destacan el estudio y la medición de los objetos con radares y telescopios; pruebas para reducir el número de objetos que puedan convertirse en basura espacial; y acuerdos internacionales, sobre todo entre los países más involucrados en la producción de esa basura que afectará a todos, como son las grandes potencias y sus cohetes; que han generado cerca de 100 toneladas de fragmentos que permanecen en órbita.
Desde el 4 de octubre de 1957, cuando la Unión Soviética lanzó al espacio el primer satélite conocido, llamado Sputnik 1, se han puesto en órbita cerca de siete mil satélites artificiales.
La mayoría se destruyeron al reingresar a la atmósfera una vez terminada su vida útil; pero muchos otros, aunque ya no funcionan, siguen en órbita.
Para el año 2003, se habían catalogado alrededor de 10 mil objetos inservibles; y se estima que actualmente son más de 50 mil, mayores de un centímetro.
Y como algunos satélites llevan depósitos de combustible el peligro es mayor, porque “cualquier fragmento de chatarra espacial que impacte contra un depósito de combustible puede causar una violenta explosión que provocaría una cascada de fragmentos y una reacción en cadena mucho muy peligrosa”.
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