Durante los procesos electorales, parece que hay crisis de lealtades y falta de valores. Es común ver casos de individuos que cambian de partido. A esto, en el rancho, lisa y llanamente se le llama “chaquetazo”.
Y hay políticos que presumen que tal o cual personaje, se suma o adhiere a su campaña. A su “proyecto político”, dicen.
Unos y otros, son ejemplo o muestra clara de las traiciones, tan comunes en la política.
Sin embargo, cabe precisar, que no siempre se trata de verdaderos casos de traición. Para que haya traición, primeramente deben existir principios y lealtades.
Hay individuos que “venden su amor” al mejor postor. Son como prostitutas de la política. Aunque se escuche o se lea mal. Desagradable, repugnante.
Quienes tienen principios, valores morales, convicción, dignidad, se dice que son “istas de hueso colorado”. Aunque, para otros, estén equivocados, se ponen la camiseta o la chamarra, de determinada organización y la defienden. Ante todos y contra todo.
Pero el mundo está lleno de oportunistas, de chambistas, de convenencieros. De esos que hoy son “rojos” y mañana son “azules”. Chaqueteros, sinverguenzas, descarados.
En política, nadie cambia de un día para otro. Nadie cambia de izquierda a derecha. O visceversa.
Quienes dan el “chaquetazo”, son individuos, hombres o mujeres, sin escrúpulos. Cínicos, oportunistas, chambistas.
Nadie nace partidista y luego se convierte a antipartidista. Quien presuma haber logrado ese cambio o transformación, es un falso, un mentiroso.
La mayoría de los “chaqueteros”, cambian de organización o de “camiseta”, argumentando que el partido en el que militaban, ya no les daba oportunidades.
¡Claro! Mientras recibían oportunidad de disfrutar las mieles del poder, léase candidaturas o cargos administrativos, bien pagados, eran felices. Y leales.
Algunos de esos “chaqueteros”, aprovechan el surgimiento de nuevas organizaciones políticas, para tratar de seguir ostentando cargos públicos.
Para otros, ha sido una nueva opción, la creación de la figura de las candidaturas independientes.
Olvidan, o no entienden, que los triunfos electorales que obtuvieron en el pasado, fue gracias a la estructura, organización o mañas, del partido en el que militaban. No por guapos o bonitas.
Sin organización, es como tratar de subir a un edificio de varios pisos, sin escaleras.
La mayoría de ellos han participado en política, por cuestiones meramente circunstanciales. No porque sean buenos políticos. No porque sepan lo que es la política.
Si la política, fuese cuestión de capacidades, posiblemente no habrían logrado ser, ni “policías de punto”.
Le agarran “cariño” a la función pública, por lo que ello implica, en cuanto a los beneficios económicos, principalmente.
Que se sepa, no dedican tiempo, ni recursos personales, para realizar labores sociales. Ni para encausar o encabezar movimientos sociales.
No son políticos de carrera, sino de conveniencia.
Participan en la política, por cuestiones meramente circunstanciales.
Fingen interesarse por la problemática social, para alcanzar posiciones públicas bien pagadas. Y los privilegios que ello implica.
Esos “chaqueteros”, son como los camaleones, cambian de color, según la conveniencia.
Los “chaqueteros”, no son traidores. Son prostitutas de la política. Venden “su amor” al mejor postor.
Cada quien haga sus propias conjeturas y ubíquenlos.
gil_lavenants@hotmail.com
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