A propósito de los comicios itermeddios de junio del presente año, el doctor Alejandro Díaz Bautista, economista y catedrático del Colegio de la Frontera Norte, remitió al columnista, autor de Palco de Prensa, un análisis económico respecto de dicho proceso electoral.
Destaca, entre otras cosas, el alto costo económico de la democracia en Baja California y México.
Afirma, que ha crecido en un 270 % el costo económico de las elecciones intermedias en México.
Cita, al respecto, que el Presupuesto del Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) para el 2015, será por un monto de 18 mil 572 millones de pesos.
Tan solo el gasto de operaciones del INE, será de 13 mil 216 millones de pesos, en tanto que los partidos políticos recibirán, como parte del financiamiento público, 5 mil 328 millones de pesos.
Para el economista, la democracia cuesta muco. Demasiado. Cada elección exige gastos económicos importantes, no solo en los partidos enfrentados en las campañas, sino también en la institución del Estado encargada de organizar los comicios.
Refiere, que las llamadas “elecciones intermedias”, son consideradas como la evaluación del partido gobernante en turno y a la vez una oportunidad para la oposición. Que este es el caso del proceso electoral del 2015.
El Doctor Alejandro Díaz Bautista, señala que el abstencionismo, y la poca participación de la ciudadanía en los procesos electorales, elevan en forma considerable el costo económico de las elecciones en México. El columnista añade, que es un costo altísimo y prácticamente inútil.
Se entiende aquello de que cada día, todo cuesta más. La democracia, no es la excepción.
Se gasta mucho dinero en los procesos electorales y han aumentado los costos económicos de cada elección en México, por las exigencias de adoptar mecanismos que garanticen claridad en el proceso, para generar confianza en los electores y se eviten descalificaciones.
El problema, es que con todo y los adelantos aplicados en el desarrollo de los comicios, y pese a su alto costo, los electores no acuden a ejercer su derecho al voto.
Si antes, cuando el PRI era un partido hegemónico, los electores no votaban, bajo el argumento de que daba lo mismo el no hacerlo, pues de cualquier forma ganaban los candidatos priístas.
Hoy, ese argumento ya no es válido. Hoy, se dice, que no vale la pena votar, pues todos los políticos, de todos los partidos, son iguales : frívolos, corruptos e incompetentes.
Así es que, además del alto costo de la democracia, la cuestión es la pésima calidad de los políticos que participan en los procesos electorales, que por una parte tienen dominada la partidocracia y, por la otra, la normatividad no les implica traba alguna, para llegar a donde quieran llegar.
Entonces, ante de llegar al grado de declarar desiertos los comicios, por falta de participación de electores, es necesario establecer disposiciones más rígidas, a fin de que dejar fuera de toda contienda a los corruptos, frívolos e ineptos. La cantidad de votos, debe quedar al último.
Por ejemplo, aplicarles un exámen de control de confianza. Si se les aplica a los policías, que en general tienen responsabilidades menores que un alcalde, un gobernador o un legislador.
Un exámen de conocimientos. Es deplorable que hay políticos, que ni siquiera conocen las funciones del cargo que pretenden desempeñar. Los hay, advierte la voz popular, que no rebuznan, porque no pueden.
Establecer un sistema de registro y control de bienes muebles e inmuebles, para evitar “sorpresas” como la de la Casa Blanca, que alcance a toda la parentela, con la advertencia de que cualquier irregularidad, sea suficiente para la revocación del cargo.
Parece cosa de ilusos, hablar de esto. Pero no lo es, si se advierte que de nada servirá organizar elecciones, por carísimas que sean, si nadie acude a votar.
¿Y qué pasaría, si nadie vota? Simple y sencillamente, algo sumamernte grave. La democracia, que se sustenta en el libre ejercicio de sufragar, para elegir gobernantes, perdería su fundamento. Al no haber un nuevo proceso, quienes en ese momento ocupen los cargos públicos, van a aprovechar la ocasión para perpetuarse. Se convertirían en dictadores.
Dicen, que lo que no se usa, se atrofia. Si la democracia deja de funcionar, será cualquier cosa, menos democracia. Actualmente, su funcionamiento, es una mera simulación.
Regresando a la falta de requisitos, que garanticen una adecuada preparación y buena calidad de los políticos, cabe observar, que a los candidatos ciudadanos, les pusieron trabas burocráticas, pero no exigencias de fondo, que garanticen honestidad y eficiencia. Así, la democracia, además de cara, es ineficiente.
gil_lavenants@hotmail.com
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