Por Gerardo Díaz Valles
Calixto Molina escultor me dijo que al llegar a Rosarito se sentía como si estuviera en el extranjero, fuera de México. Colocó botes “colecta tips” o propinas al pie de sus increíbles esculturas con las que nos impresionó en el “Baja Sand”, donde hubo de todo para todos.
Y es que una cosa son los premios y la fama, otra muy distinta asegurar el galón de leche en el refrigerador para los críos, los artículos de limpieza en el hogar, los gastos del diario, los imprevistos que nunca faltan. A pleno rayo de sol, turbante en la cabeza, parecía que Calixto estaba ido, lejos, enfurecido; su sonrisa desaparecida. Luego recordé lo que me dijo: “mi lucha más difícil ha sido que los gobiernos valoren mi trabajo”. De alguna manera, creo que llegué a entender, identificarme con este loco fantástico que “cuenta historias”, el acapulqueño que de la nada crea figuras. Formas que maravillan y mueven a soñar sin que muchos valoren el esfuerzo, mueven a la reflexión, a asimilar o simplemente a detenerse a pensar en torno al trabajo de uno. Sólo con agua y arena, sin colores ni trucos ocultos, aplica su imaginación y su designio al dominio de la materia, acciona sus manos para dar paso a formas inusitadas, “dar vida” a la arena. No hay imposibles, el color pálido, la textura monótona, la esencia de la arena y el agua, mucha agua; son sus aliados llevar su arte al pueblo. De paso mover a las autoridades, mover a la gente, a los patrocinadores a voltear un poco a ver el arte de arena. Como lo hacen los miembros del “Yo Amo Rosarito”, quienes buscan, pretenden, en una palabra: PROMOVER ofertar todo lo mejor que tiene este jirón de la patria para deleite del mundo…En la ceremonia oficial no cabía nadie más. A punto estuvo el estrado de venirse abajo y azotar estrepitosamente. Lo que quizás hubiera sido un extra, todo un agasajo para los presentes. Como aquellas películas chafas mexicanas de los setentas, cuando al final de la película insufrible, los protagonistas todos revueltos, apretujados en amasijo humano, terminaban bailando una ridícula cumbiecita. Así se me figuró lo que vi esa tarde colorida: Claudia Salceda, Hugo Torres, Silvano, Nacho García, Víctor Loza, Fernando Serrano, Felipe Mayoral, Laura Torres, Fátima Manríquez, Gustavo Torres, Janette Eliot y otros más…
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