Al igual que ocurre en el cuento de la cenicienta, que a las 12:00 de la noche su carruaje de lujo se convierte en calabaza, a los políticos, cuando se les acaba el poder, se les termina “el encanto”. Y ya como simples ciudadanos, exhiben sus pobrezas, sus carencias, sus limitaciones, que mediante recursos mediáticos lograron ocultar o disimular durante casi todo el tiempo de su gestión. Entonces, se convierten en meros “cenicientos”.
Anoche, a las 12:00 horas, al panista José Guadalupe Osuna Millán, la carroza se le convirtió en calabaza y a partir del primer minuto de este primero de noviembre, es un simple ciudadano, con un expediente pésimo, por lo desaseado de su administración.
Luego del acto de toma de posesión de su sucesor, Kiko Vega, más le valdrá no asomar a la calle ni la nariz, pues no faltará quien le falte al respeto, quien le reclame, quien lo fustigue por sus fallas, errores o excesos. Y aunque se enoje, ya no tendrá la “varita mágica” del poder público, para hacer o deshacer a su antojo.
Lo mismo se dirá, dentro de un mes, de los cinco alcaldes priístas, quienes ya no encuentran cómo ocultar sus vergüenzas. Gobiernos municipales endeudados, “sorpresas” de última hora para los equipos de transición, las arcas vacías, sin recursos ni para pagar la nómina de los burócratas, mucho menos a proveedores.
Denuncias y señalamientos por doquier, saldrán a la luz pública. Lo que hoy se maneja como simples rumores. Como meras leyendas urbanas. Se conocerán las cochinadas, no solamente del llamado “Año de Hidalgo”, sino de todo el tiempo de sus respectivas gestiones.
Las negociaciones indebidas que, directa o indirectamente, o sus familiares o colaboradores cercanos, realizaron a la sombra o luz de la función pública. En especial la maldita costumbre de cobrar el llamado diezmo, para el otorgamiento de contratos de obra o compras de insumos o servicios.
También ellos, como Osuna Millán, fuera de la “burbuja” de la administración pública, quedarán expuestos a la crítica, a los señalamientos, a los reclamos, a los vituperios. Porque no hay nada que agradecerles. Por el contrario, a todos por igual, les ganó la soberbia y la avaricia. Manejaron las haciendas públicas, como empresas particulares. Fungieron como grandes empresarios, en lugar de servidores públicos.
Va a ser difícil para ellos, enfrentar la realidad. Ya nadie les sonreirá por compromiso o temor. Nadie acudirá a ellos en busca de apoyos, cuando que como gobernantes, ni escucharon, ni atendieron. La palabra de ellos, será algo menos que nada.
Algunos, seguramente, tendrán que enfrentar acusaciones penales o al menos al escarnio público. La carrera política de todos ellos ya habrá terminado. Aparecerán en la lista de los principales responsables del retraso económico y social de Baja California y sus municipios. En lo sucesivo, serán los innombrables. Los que nadie querrá invitar a ningún evento, ni público, ni privado.
La verdad, ni cómo ayudarlos. Ni cómo decir que no estuvieron tan mal. Que realizaron el mejor de sus esfuerzos. Las “cuentas mochas” de sus administraciones, saldrán a la luz pública, a menos que sus sucesores deseen incurrir en complicidades, lo que representaría para ellos serias responsabilidades.
Algunos de los “trapos sucios” de la administración osunista, por ejemplo, salieron a relucir durante la supuesta glosa de su sexto y último informe de gobierno. Algunos ya eran conocidos y solamente fueron confirmados. Como el hecho de que dejará una deuda pública de 14 mil millones de pesos, de los cuales, supuestamente, 7 mil 400 millones corresponden al gobierno estatal y 7 mil como deudor solidario de los ayuntamientos, al servir de aval.
El hasta ayer Secretario de Finanzas del Estado, Manuel Aguilar Bojórquez, tuvo la desfachatez de decir, ante los diputados locales, que dejan una hacienda sana, que la deuda es manejable. A ver si dice lo mismo su sucesor, cuando compruebe que las arcas estatales están vacías.
En días pasados, como si fuese un foco rojo, surgió una información, que indicaba que de acuerdo a la calificadora Moody´s, el gobierno de Osuna Millán dejaría pasivos en pensiones por 98 mil millones de pesos. Agregado a esto el problema de desempleo, el cierre de empresas, los índices de pobreza y la inminente recesión en puerta.
Los ayuntamientos, andan igual, o peor. Tan sólo al ISSSTECALI, adeudan unos mil millones de pesos. En los últimos días de su gestión, los alcaldes han andado apurados para conseguir recursos, a fin de abonar algo, para evitar que se proceda penalmente en su contra.
El caso más caótico, por la magnitud de las cifras, es el ayuntamiento de Tijuana, encabezado por Carlos Bustamante Anchondo. Ya se sabía que, derivado de los compromisos del Pire, el gobierno municipal arrastra un adeudo por más de 2 mil 500 millones de pesos. El equipo de transición del Alcalde electo, Jorge Astiazarán, se acaba de encontrar la sorpresa de que hay un adeudo adicional por más de 400 millones de pesos a proveedores diversos.
Ayer, los burócratas casi linchan a Bustamante, porque no les paga sus prestaciones. Y todavía, a un mes de concluir su gestión, propone que el gobierno municipal administre la CESPT. Si no pudo con el Ayuntamiento. Como si no supiera que ya mero se convierte en “ceniciento”.
gil_lavenants@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario