Por Gilberto Lavenant
Sin alusiones personales, pero los cinco alcaldes priístas que concluirán sus respectivas gestiones administrativas, dentro de mes y medio, deberían de salir por la puerta posterior, según las múltiples “leyendas urbanas” que han surgido en torno a sus actuaciones.
Enrique Pelayo Torres, de los más controvertidos, Alcalde de Ensenada, que entró de emergente, para sustituir al ahora alcalde electo, Gilberto Hirata Chico. Los ensenadenses quisieran adelantar el calendario, que lo suyo ya sea cosa del pasado. Los conflictos con Sempra, los extraños y cuantiosos depósitos en cuentas bancarias de su hijo, en el Sur de California, el sometimiento arbitrario de jóvenes durante el tradicional Grito de Independencia, y la pretensión de autorizar uso de suelo para fines residenciales, en los campos vitivinícolas del Valle del Guadalupe, entre muchas otras cosas.
Del tecatense, Javier Urbalejo Cinco, también se dicen muchas cosas. Que la suya, no podrá ser considerada, como una buena administración. Cosas oscuras, o al menos no tan claras. Quienes han visto de cerca el desempeño de la administración municipal de Tecate, cuentan que el sucesor de Urbalejo, César Moreno, encontrará cosas no muy agradables.
En Playas de Rosarito, el jóven Javier Robles Aguirre, ha dado enormes muestras de incapacidad administrativa. Los compas de las juergas universitarias, no le ayudaron en nada, más que para complicarle la vida. El problema es que, su sucesor, es panista, Silvano Abarca Macklis, y ya reveló sus intenciones de escarbar, para sacar a la luz pública las irregularidades del nieto de Salvador “El chavoy” Aguirre.
Algo similar puede decirse del mexicalense, Francisco Pérez Tejada, que arrastra varios problemas, serios y complejos, como el del transporte, la recolección de basura y otros asuntos que se manejaron de manera desaseada. “Panchito”, al igual que otros alcaldes priístas, soñó con convertirse en candidato tricolor a la gubernatura estatal. No solamente quedó fuera de la jugada, sino que ni siquiera pudo lograr que la alcaldía de la capital del estado, quedara en manos de un priísta.
Aunque las relaciones de Pancho Pérez Tejada y su sucesor, el panista, Jaime Rafael Díaz Ochoa, aparentemente, han sido tersas, de altura, se sabe que existe la pretensión de sacarle a la luz pública, todos “los trapos sucios”.
En Tijuana, aunque el Alcalde Carlos Bustamante Anchondo, será relevado también por un priísta, el Dr. Jorge Astiazarán Orcí, éste es de un carácter recio. No solapa mañosadas y por lo tanto no está dispuesto a disimularlas, a hacer como que todo está correcto, cuando las “leyendas urbanas” dicen todo lo contrario.
Cabe hacer estas observaciones, que, aunque genéricas, podría decirse que son comúnes en las cinco administraciones municipales priístas. De los cinco alcaldes del tricolor, no se hace uno. Dicen que ellos rebasaron el dicho aquel de “El año de Hidalgo”, que advierte “tonto aquel que deje algo”, e impusieron “El año de Carranza”, bajo la conseja de que “El de Hidalgo, no alcanza”.
Por cierto, aunque se han manejado con suma discreción, los equipos de transición no han dejado de sorprenderse, porque, con lo poco que les han mostrado los equipos de los aún alcaldes, más información adicional que les han proporcionado algunos voluntarios, saben que tendrán material de más, para fincarles responsabilidades a funcionarios de los actuales ayuntamientos y familiares de estos.
Un tanto en broma, pero más que todo en serio, sumamente preocupados, cuentan que apenas, al asomarse a los expedientes que habrán de recibir y manejar a partir del día primero de diciembre próximo, saltan por doquier ratas y bichos de todo tipo. Además, que despiden fétidos olores, propios de la corrupción.
Es común, o una costumbre, que los funcionarios que salen, muestran nada más lo que les conviene. Lo hizo el panista Jorge Ramos Hernández al entregar a Carlos Bustamante Anchondo. Lo sospechoso es que, a lo largo de tres años, fueron pocos los asuntos denunciados por supuestas irregularidades. Es más, ni siquiera lo inhabilitaron. Una demanda de juicio político en su contra, la atajaron los diputados panistas y hasta ahí llegó.
Lo mismo están haciendo en estos momentos los equipos de transición. La información la proporcionan a “cuenta-gotas”, pero nada de lo delicado, de lo grave, de lo que puede acreditar que las llamadas “Leyendas Urbanas”, no son ningún cuento.
Cuestiones como comprar bienes o contratar servicios a las empresas de los compas, inflando los precios, muy por arriba a los vigentes en el mercado. El otorgar contratos de obras, previo pago del tradicional “diezmo”, a cambio de no ser exigentes en calidad y eficiencia. Entre otras muchas cosas.
Los futuros alcaldes panistas, de Mexicali y Playas de Rosarito, no tendrán remordimiento o impedimento alguno, para exhibir las irregularidades en que incurrieron los aún Alcaldes priístas. Hacerlo, les dará puntos favorables a su gestión administrativa, además de que constituye una obligación ineludible.
Los que tienen ciertos problemas, y pueden ser motivo de presiones diversas, son los alcaldes electos de Tijuana, Jorge Astiazarán, de Tecate, César Moreno y de Ensenada, Gilberto Hirata, porque relevarán a priístas, individuos que son miembros del mismo partido que los postuló a ellos.
Sin embargo, los nuevos alcaldes, priístas, serán más observados, que los panistas, pues se espera que hagan valer y cumplan con sus responsabilidades, por encima de compromisos partidistas. Además, si guardan silencio, se convertirán en cómplices.
gil_lavenants@hotmail.com
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