Por Korina Sánchez S. (Milenio)
TIJUANA.- Con 350 pesos, don Cipriano compra la comida de cada semana para su familia: esposa, hija y sus tres nietos.La canasta básica se ha vuelto cada vez más cara y difícil de adquirir con el sueldo de 600 pesos que gana en el reciclaje, por lo que ha optado por consumir lo que se pueda.
“Normalmente frijolitos, sopa y pues allá cuando se puede un pedacito de carne. Eso es lo que comemos, no más, pues no se puede más ahorita, ya ve”, explicó a Milenio mientras caminaba con su carretilla llena de plástico y cartón y en todo momento acompañado de su nieto.
Nada de frutas, verduras, leche, granos, antigripales, atún, jamón, pan y qué decir de carne y pollo: alimentos que conforman una canasta básica.
“Gracias a Dios ahorita no llevo yo ninguna dieta. ¿Para qué le voy a echar mentiras? Nunca me he enfermado; eso es lo que le agradece uno a Dios a veces”, dijo Don Cipriano en tono satisfecho, cuando se dirigía a su casa en la colonia El Niño, una de las más marginadas en Tijuana y en la que empezó la Cruzada Contra el Hambre.
Conseguir el conjunto de bienes y servicios indispensables para que la familia pueda satisfacer sus necesidades básicas de consumo, le costaría a don Cipriano 1 mil 100 pesos, lo doble que en 2006, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
También para Freddy Vásquez se ha vuelto más complicado darle una dieta balanceada a Lesly y Adán, sus hijos de dos y siete años de edad, así como a Juanita, su esposa con tres meses de embarazo.
“No tenemos energía eléctrica, drenaje, nada. Tengo animalitos ahí para producir y nos dan ganas de comer una gallina, pues nos la comemos. Pues de ahí se va sacando uno algo porque no alcanza el sueldo”, lamentó Freddy, quien a sus 43 años de edad le es más complicado conseguir en el oficio que ha practicado toda su vida: la albañilería.
De su sueldo de 1 mil 500 pesos, gasta más de la mitad en comprar alimentos para su familia y el resto lo destina a servicios de transporte y a la compra de agua que llega en pipas a la zona de invasión llamada “El Platanal”.
“Mi esposa ha estado enfermita, ella prácticamente está yendo al doctor a Tecate, casi va semanal va a Tecate a que la revisen; paga tres camiones y así estamos aquí, al olvido pero aquí estamos”, dijo Freddy con desesperanza.
Don Cipriano y Freddy son parte de los ciudadanos que han perdido el poder adquisitivo en los últimos seis años, contrario al desempleo que ha ido en aumento, según datos del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado de Baja California (CEESPBC).
“El salario se ha pulverizado, la estructura salarial de la clase trabajadora se ha visto bastante mermada. Somos menos los asalariados que ganan más de cinco salarios mínimos y esos se han ido trasladando paulatinamente hacia los que ganan entre dos y tres y se incrementó notablemente los que ganan un salario mínimo con respecto a hace cinco años”, precisó en entrevista Rubén Roa Dueñas, director del CEESPBC.
Se estima que más de 1 millón 700 mil personas en Baja California ganan un salario mínimo, para quienes la carne, el pollo y la leche son un lujo.
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