miércoles, 17 de julio de 2013

Cicuta: Enrique Peña Nieto y Antonio Cano Jiménez

Por Jaime Flores Martínez
Zaz: Entretenidos con el jaloneo partidista luego de la jornada electoral, a la mayoría de los mexicanos les importa un majestuoso nabo la popularidad de presidente Enrique Peña Nieto. Desde principios de mes, la reputación del presidente se desploma de manera alarmante.


Y es que las cifras reveladas por la empresa encuestadora GEA-ISA dejan saber que más de la mitad de los mexicanos ya no le tienen confianza. Esta percepción no tiene que ver con la sospecha de muchos bajacalifornianos sobre el eventual pacto por la gubernatura. Peña Nieto pudo prometer la permanencia del PAN a cambio del apoyo al Pacto por México.

El Grupo de Economistas Asociados revela que solamente el 45 por ciento de los mexicanos avalan el trabajo que Enrique Peña Nieto a realizado en sus casi ocho meses de mandato. Y aunque esta cifra pudiera ser muy relativa, las comparaciones son ilustrativas. El ex presidente Felipe Calderón Hinojosa abandonó el poder con apenas un 43 por ciento de aprobación social.

La encuesta publicada el viernes por el diario español El País, reseña que los mexicanos no han alcanzado los beneficios prometidos por Peña durante su campaña política. Además del arresto de Elba Esther Gordillo y la Cruzada Contra el Hambre que arrancó en el Estado de Chiapas, el mandato de Peña Nieto ha sido prácticamente intrascendente para Juan Pueblo.

Está claro que el aumento a los energéticos están imparables y los mexicanos entienden que esos incrementos se traducen en una inflación reflejada en los productos de primera necesidad.
Algún mexicano residente en Baja California que desconoce los números proporcionados por el consorcio GEA-ISA podría pensar que la confianza hacia Peña Nieto se desplomó luego de la elección el pasado 7 de julio.

La tesis manejada por muchos analistas políticos capitalinos deja saber que la Presidencia de México pactó con el PAN mantener la gubernatura de Baja California a cambio de mantener su respaldo al Pacto por México.

Apenas el domingo pasado el dirigente nacional panista Gustavo Madero y el dirigente perredista Jesús Zambrano, emplazaron al gobierno de la República a corregir las irregularidades registradas durante la jornada electoral en 14 entidades de la república mexicana.

Madero y Zambrano condicionaron su respaldo al “adendum” del Pacto por México a la corrección de todas las irregularidades detectadas. Si bien no existen pruebas del eventual acuerdo entre panistas y el presidente Enrique Peña Nieto, la sospecha está sembrada. Después del computo de los votos y el reconocimiento de Castro Trenti de su derrota, queda claro que el panista Francisco Vega de la Madrid triunfo con la mayoría de los votos. Sin embargo habrá que señalar que panistas y perredistas aprovecharon la coyuntura para chantajear al presidente.

Si quería mantenerlos sometidos al Pacto por México, la presidencia de Mexico tendría que exigirle a Fernando Castro Trenti reconocer públicamente su derrota y aceptar que la votación favoreció a Francisco Vega de Lamadrid, como finalmente sucedió.

Según la Encuesta Nacional de Opinión Ciudadana, los mexicanos esperan con impaciencia los beneficios del gobierno de Peña Nieto. Esos beneficios no han llegado y expectativas comienzan a debilitarse. El presidente ya tiene 8 meses y sus compromisos flotan.

Enrique Peña Nieto ha mostrado que vive bien, viste muy bien y viaja con comodidad. La mayoría de los mexicanos tampoco aprueban la labor que realiza su gabinete. Mientras algunos dedican su tiempo a promoverse, el resto de ellos se ponen frente al espejo antes de salir en la televisión a anunciar intrascendencias,

Chaquetero

Inconsolable debe estar el ex coordinador de gabinete del gobierno de Tijuana, Antonio Cano Jiménez porque en su ambición desmedida se quedó “como el perro de las dos tortas”. Antes de iniciar las campañas políticas, este hombre decidió abandonar al alcalde Carlos Bustamante Anchondo para integrarse a la campana del priista Fernando Castro Trenti.

Cano se gano a pulso el repudio de la plantilla municipal, porque trataba a los funcionarios con la planta del zapato. Cano siempre presumió de su estrechísima relación con “Carlos” (como se refería al alcalde) quien siempre suponía que la lealtad del señor Cano era incuestionable.

Testigos del incidente, aseguran que el dia que Cano Jiménez notifico al alcalde su decisión de abandonar su encargo para “seguir” a Castro Trenti, la reacción del alcalde fue justificadamente explosiva. Al arranque de su gestión, Bustamante esquivo de pie la crítica generalizada por su decisión de cobijar a un personaje acomodaticio y camaleónico que solo busca su beneficio.

Cano renuncio al PRI, después se cobijo en el Partido Nueva Alianza (donde fue diputado) y a codazos se abrió espacio en la administración tricolor de Bustamante, la desconfianza priista se sustentaba en la pleitesía que Cano rendía al todavía gobernador panista José Guadalupe Osuna Millán. ¡Don Toño presumía su cercana relación con Osuna!

Al fugarse con Castro Trenti, Cano nunca esperó que las cuentas no le saldrían y con ello se quedó con las ganas de continuar pegado a la ubre gubernamental. A don Toño se le apagó su velita porque su regreso al Ayuntamiento se observa improbable. Don Carlos es muy rencoroso, el alcalde no quiere a Cano a quie la generalidad observa como una caricatura. Antes de pegarle un sorbo a su café, aquel ciudadano se refiere a Cano como “viuda” de Castro Trenti.


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