Para los que no saben Baja California es una entidad muy representativa en la democracia mexicana, se trata nada menos que del primer Estado de la República que se atrevió a darle la espalda al PRI, hazaña que se originó hace ya 24 años, de la mano del panista Ernesto Ruffo Appel.
Fue en 1989, cuando un Carlos Salinas todavía ensombrecido por la turbia elección presidencial del 88, se vio en la necesidad de reconocer un triunfo emanado de un partido diferente al PRI.
El efecto que tuvo esa victoria en todo México fue innegablemente benéfico para una democracia que todavía estaba (o está) en pañales. El PAN bajacaliforniano demostró que la maquinaría priísta no era imposible de vencer, por lo que simultáneamente en otros Estados del país, se fueron erigiendo más victorias ante el todopoderoso PRI.
Si nos basamos en el hecho que 24 años panistas se pueden interpretar también como 24 años NO-priístas, podemos expresar que en teoría Baja California es el Estado menos priísta en la historia del país.
Por esa razón dicha plaza reclamaba suma importancia para el proceso electoral de este 2013. Para el PRI reconquistar Baja California sería como apuntalar su regreso a Los Pinos con el aliciente de ganar también el Estado que representó la primer fisura en el record victorioso del dinosaurio.
Mucho se rumoró que Baja California estaba negociado en aras del Pacto por México, es decir que el PRI no buscaría ganar la gubernatura a cambio de que el PAN se mantuviera dentro de los acuerdos nacionales.
Pero la verdad es que el priísmo realmente quiso ganar, compitieron para ganar. Para muestra la estrategia estilo peñista que utilizaron entregando una montaña de artículos. También hicieron una fuerte inversión en difusión de encuestas, ya que “curiosamente” todas daban por vencedor a Castro Trenti. Ni que decir de los mítines multitudinarios y el uso excesivo de las estructuras sindicales.
El mero día de la elección, en los distritos donde el PAN es tradicionalmente fuerte se presentaron los mayores disturbios.
Los blanquiazules denunciaron que varias escuelas amanecieron con candados y cadenas como tratando de aletargar la apertura de las casillas, que en ciudades como Mexicali donde el sol literalmente castiga, la gente tiene la costumbre de salir a votar desde temprano.
A pesar que los reportes en ese sentido fueron mínimos, el Instituto Electoral comunicó que el 46% de las 4 mil 230 casillas que se instalaron en todo el Estado, iniciaron operaciones después de las 10 y media de la mañana. Siendo Tijuana la ciudad que presentó un mayor retraso.
El primer incidente fue una bomba molotov, que el propio Alcalde priísta de Mexicali se encargó de confirmar, disparando después contra el panismo foráneo, señalando a la Diputada Federal Leslie Pantoja y al Gobernador Guillermo Padrés, ambos de Sonora, de operar políticamente para la causa de Kiko Vega, tachándolos incluso de “mapaches azules”.
Allí se prendió la mecha para no volverse a apagar, el intercambio de señalamientos no cesó, es más, no ha parado hasta la fecha.
Alrededor del medio día el PRI Estatal se encargaría de acusar al Gobierno de Osuna Millán de usar a la Policía Estatal con fines electorales, señalamiento que reviró el PAN de Mexicali al afirmar que el Gobierno de la capital bajacaliforniana estaba utilizando de igual forma a la Policía Municipal.
Después aparecieron las denuncias de amenazas de muerte en ambas coaliciones, para continuar con el incendio y el robo de casillas, y terminar con los reportes de personas golpeadas y encarceladas.
En la Sala de Prensa que instaló el IEPC de Baja California, muy bien equipada por cierto, se escuchaba entre los reporteros y comunicadores locales que estaban viviendo las elecciones más sucias en la historia de la entidad.
Y es que a pesar de que el PRI tenía bajo control todos los municipios, el Congreso local y el Gobierno Federal, eso no significaría que el PAN y compañía no estarían preparados para dar la más dura de sus batallas.
Claro estaba que iban a defender con uñas y dientes su orgulloso estado, donde presumen de haber mantenido a raya durante 24 largos años al temible Revolucionario Institucional.
Y así lo hicieron, solo que pase un milagro electoral el PAN no perderá su hegemonía en Baja California. Sin embargo los políticos una vez más dejaron en claro que no les importa el “como”, solo importa el triunfo, solo importa la victoria.
Lo cual se reflejó en una patética participación ciudadana de apenas el 39%, mostrando su apatía hacía un proceso electoral que desde el comienzo de las campañas se miró viciado, sin propuestas, sin aportaciones interesantes, donde la constante fue la eterna descalificación.
Al final Baja California registró la elección más sucia de su historia, con un abstencionismo record del 61%, pero manteniendo el título del Estado del país menos priísta en la historia política de México, más aún porque habrán pasado 3 largas décadas cuando el PRI vuelva a tener otra oportunidad de gobernar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario