Por Pedro Martínez Serrano
El presidente municipal Enrique Pelayo Torres, colocó a Ensenada en el ojo del huracán. Su pésima reputación y las bien fundadas sospechas, de que el crimen organizado infiltró la alcaldía de la cenicienta del pacífico, afecta exponencialmente el desarrollo político y social.
La inseguridad golpea con rudeza y, mientras, en complicidad con integrantes del cabildo, se despacha a placer y deja el erario casi sin cachos buenos.
Consecuencia del abuso rapaz del bandido que (des) gobierna Ensenada, el municipio enfrenta una quiebra financiera, producto del desorden administrativo. La pestilente corrupción, como el durísimo agravio a los ensenadenses que son víctimas del sablazo, la extorsión en cualquier acto de gobierno que busquen resolver en el municipio, ha colocado al electorado en contra del Partido Revolucionario Institucional, en el que milita el tal Pelayo Torres.
La conchudez y cinismo con que actúa el presidente municipal de marras, como su voracidad desmedida, lo llevó a ser descubierto y a evidenciarse el soborno que aceptó de Sempra Energy, por 2 millones de dólares, cantidad que fue depositada en la cuenta bancaria personal de su hijo, en una institución bancaria estadounidense, para librar una loca clausura que ordenó de las instalaciones de la transnacional en Ensenada.
Y es que Enrique Pelayo traicionó al empresario japonés que mantiene la lucha en contra de Sempra Energy. Por cierto, tengo copia de los registros de vuelo que realizó Pelayo, en un avión particular con matrícula estadounidense, propiedad precisamente el empresario oriental, cuyo departamento en la Ciudad de México, en ha sido ocupado en varias ocasiones por el alcalde ensenadense, para desahogar la libido con carísimas acompañantes.
El desquiciado sujeto que sueña con la candidatura del PRI al gobierno del Estado, aunque su estatura política es muy pequeña, se coloca de nueva cuenta en la cresta de la ola; en el centro del escándalo, a consecuencia de que, en complicidad con el síndico Carlos Fidel Escobar Hernández y un grupillo de regidores (en próxima entrega daremos nombres y monto del soborno que aceptaron), se preparan para endeudar al ayuntamiento con 160 millones de pesos, por la compra de una red de luminarias, cuyo adeudo se cubrirá en 10 años.
Lo que intenta el ladrón que (des) gobierna Ensenada, es calcar el jugosísimo negocio que hizo el hijo del presidente municipal de Tijuana, Carlos Bustamante Jr., (a) el veinte (monto del porcentaje que pide a proveedores y prestadores de servicios al ayuntamiento), cuya renovación de luminarias no fue sino una farsa que le trpotó millones de pesos a los ambiciosos y corruptos Bustamente, padre e hijo.
El asunto ofrece generar un gran escándalo que, desde luego, desmenuzaremos en próximas entregas.
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