Por Gilberto Lavenant
Es absurdo, pero hay quienes imaginan o suponen que el Presidente Enrique Peña Nieto es milagroso, que en un abrir y cerrar de ojos, como por arte de mágia u obra divina, acabará o resolverá todos los problemas de los mexicanos, cuando que la problemática de México es crónica, añeja, compleja y requiere de mucha dósis de voluntad de parte de todos los actores políticos. No basta poder, sino también querer.
Comentaba el columnista, el domingo 2 de diciembre, bajo el título de “Las expectativas”, que el sábado 1 de diciembre del 2012, fue un día especial. Que se llevó a cabo el relevo institucional de Presidente de la República. Que concluyó el panista Felipe Calderón Hinojosa e inició su gestión el priísta Enrique Peña Nieto. Que el evento, superó todas las expectativas, positivamente hablando, y disipó temores y fatalismos. Hubo quienes, ante tal aseveración, reclamaron al columnista y lo acusaron de aplaudidor. Para nada.
La labor del columnista es simplemente describir o señalar las condiciones prevalecientes o las actitudes humanas, independientemente de filiaciones partidistas. Se trata de analizar, razonar y hacer las observaciones pertinentes. No es tan simple como aplaudir o simplemente criticar o fustigar.
La narcoguerra de Calderón, por ejemplo, sin duda alguna era necesaria, pero requería de un estudio serio, de investigaciones previas. La estrategia de intentar erradicar el crimen organizado, simplemente con el uso de la fuerza pública, fue simplista, torpe y criminal. Al expresidente no se le critica por su filiación partidista, sino por su torpeza y necedad que costó la vida de más de 60 mil mexicanos.
Y en el terreno económico, se puede decir algo similar. Los efectos de las medidas centralistas del sexenio calderonista, fueron desastrosas para la zona fronteriza del país. La restricción en la importación de autos usados, por ejemplo, requeridos por los fronterizos como un medio de transporte y no precisamente como un lujo, supérfluo. Al frenarse su importación, cerró casi la totalidad de expendios de ese tipo de vehículos, así como negocios complementarios, tales como tapicerías, talleres de carrocería, pintura y mecánicos. El desempleo generado es enorme. El desplome de la economía de la región, obvia e inobjetable.
Los empresarios fronterizos, en marcada desventaja frente a los del vecino país del norte, una de las potencias económicas más poderosas del mundo, le reclamaban una zona económica fronteriza para ser competitivos y salvar la economía de la frontera mexicana. Calderón les dió “atole con el dedo”, les concedió unas cuantas fracciones arancelarias. Les dió “gato por liebre”.
Lo delicado es que ni el Gobernador de Baja California, José Guadalupe Osuna Millán, ni los legisladores panistas, tanto diputados federales como senadores, se atrevieron a reclamarle a “su Presidente”. Simplemente callaron. Algunos incluso le aplaudieron.
Señalar esto, así como muchas otras cosas, no es por cuestión partidista, sino porque son actitudes absurdas y criminales. Para que los bajacalifornianos, así como los habitantes de toda la zona fronteriza de México, se recuperen luego de dos sexenios panistas, no será fácil. Se requerirá éste y varios sexenios más.
No es extraño, que algunos de los grupos de inconformes ante el regreso del PRI, surjan después de doce años de gobiernos panistas. Más de 6 mil miembros del partido blanquiazul, habían asegurado chamba de manera indebida. Lo primero que logró Peña Nieto, fue retirarlos de la función pública, para colocar personas de su confianza y no de las confianzas de su antecesor. Por ello las protestas.
Otros, ligados con Andrés Manuel López Obrador, recurren a las viejas tácticas del anarquismo, tales como las manifestaciones de protesta, los actos subversivos, la violencia, la agresión, para desestabilizar a las instituciones gubernamentales, para acusarlas de represoras y violadoras de derechos humanos. Los bandoleros, merecen la cárcel. Así de sencillo.
El tabasqueño, está enfermo. Es un “doble cara”. Por un lado se dice pacifista, y por la otra alienta las guerrillas urbanas. Por un lado reclama democracia y por la otra es un verdadero dictador, que no tolera que lo contradigan. Con sus pregones redentores, logró engatusar a muchos mexicanos, pero no a los suficientes para triunfar en los comicios presidenciales. Ahora, cabe advertirlo, acentuará sus acciones extremistas, con la intención de llegar a Presidente de México en el 2018. Iluso, enajenado. Los mexicanos no merecen tal calamidad.
Pero, volviendo a lo comentado por el columnista, bajo el título de “Las expectativas”, observaba que lo trascendental del relevo presidencial, no es que haya salido el PAN y haya regresado al PRI, sino que la alternancia política se haya dado en órden. Que salvo los desmanes de una bola de bandoleros en la zona cercana al recinto legislativo, Peña Nieto, pudo entrar por la puerta principal y no por la del traspatio, como lo hizo Felipe Calderón. Que en principio, eso fue una gran diferencia.
Muchos de los que se mostraron omisos, o solapadores, ante los yerros y excesos del foxismo y caldernismo, quizás por compromiso partidista, ahora se erigen en severos críticos del peñanietismo. Esto último, por mera postura de oposición sistemática.
Puede juzgarse lo ya hecho, o incluso criticarlo cuando se estaba haciendo, pero no se puede juzgar a priori, tan sólo por cuestiones partidistas. Los fronterizos, sufrieron en carne propia la cerrazón e insensibilidad de las medidas centralistas dictadas por la administración de Felipe Calderón. Los estragos ahí están : pobreza, desempleo, violencia.
Hubo quienes, consideraron como una frase aplaudidora, la utilizada por el columnista al concluir el comentario : “Sin exagerar, después de 12 años, ya hay Presidente de México”. Sinple sarcasmo. Peña Nieto ha mostrado buenas intenciones, en principio. Ya habrá tiempo de juzgarlo. Aunque, claro, no es milagroso.
gil_lavenants@hotmail.com
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