martes, 18 de septiembre de 2012

Palco de Prensa: Las arbitrariedades

Por Gilberto Lavenant
Los particulares, en general, pueden hacer lo que quieran y puedan, bien o mal, lícito o ilícito. Tienen esa posibilidad de hacer cosas buenas o malas. El libre albedrío se los permite. Si transgreden la ley, saben que pueden ser sancionados.


Los funcionarios públicos, como tales, carecen de libre albedrío. Ellos están obligados a  actuar, ajustándose a lo que marca la ley. Dicho en otras palabras, los funcionarios públicos sólo pueden hacer, lo que la ley les permita. Lo que hacen al margen de la ley, son actos arbitrarios, ilegales, que deben ser sancionados y que, de acuerdo con la gravedad, deberían ser motivo suficiente para destituirlos y enviarlos a prisión.

Las arbitrariedades, no tienen justificación alguna. Son actos de salvajismo, generalmente violatorios de garantías individuales y de los derechos humanos más elementales. Las responsabilidades por la comisión de actos arbitrarios, alcanzan no sólo a quienes los cometen, sino a sus superiores jerárquicos.

No se debe pasar por alto, que los ilícitos, se cometen no solamente por acción, sino también por omisión. Por algo el dicho popular advierte que “tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata”.

Cabe hacer estas observaciones, porque lo ocurrido el domingo 16 de septiembre, en Ensenada, sin lugar a dudas, pueden ser calificados como actos arbitrarios. El escenario, no fue impedimento alguno para que tales salvajadas se desarrollaran.

Quizás pueda haber quienes pretendan justificarlo, pero de que fueron arbitrariedades, no hay ninguna duda. Sobre todo, porque además hubo abuso de autoridad y se violaron garantías individuales fundamentales de todo mexicano, como la libertad de expresión.De paso, hubo agresiones a los periodistas que cubrieron los hechos, desempeñando sus labores, sin mayor interés que dar a conocer lo ocurrido.

El Alcalde ensenadense, Enrique Pelayo Torres, obviamente se molestó cuando grupos de jóvenes e integrantes del llamado movimiento #YoSoy132, le fastidiaron el evento del tradicional Grito de Independencia, con pancartas, gritos y matracas. En los precisos momentos en que Pelayo hacia gala de su supuesto fervor patrio, la gritería se desató.

Al grito de cada ¡Viva!, de la multitud se escuchaba como eco otro ¡Viva!, seguido de !Sin el PRI!

Los policías municipales, destacados supuestamente para resguardar el órden, obviamente atendiendo instrucciones superiores, se trasladaron hasta el sitio donde los del #YoSoy132 desplegaron sus mantas, para retirarlos, a golpes y empellones. La brutalidad fue a la vista de miles de asistentes. Poco les importó que adultos, jóvenes y niños los observaran llevando a cabo tales arbitrariedades. Los videos que circulan en la red, son claros, precisos. Ni siquiera caben las especulaciones.

Si bien es cierto que la conducta de los #YoSoy132, pueda ser considerada como irrespetuosa e inoportuna, no cometieron delito ni falta administrativa alguna que justificaran los atropellos.

Pero lo más grotesco y repugnante de tales arbitrariedades, es que los “gorilas”, que vestían uniforme policiaco, atacaron incluso a los periodistas que cubrían el evento y que al percatarse de los atropellos, también fueron víctimas de las salvajadas. En los videos se observa la forma desesperada en que los genizaros trataban de impedir que se tomaran fotos o grabaran las escenas. A algunos les dañaron sus equipos y cuando menos a dos los privaron de su libertad.

Las crónicas periodísticas, precisan en forma detallada lo ocurrido. Como era de esperarse, el Ayuntamiento a cargo de Pelayo Torres, político priísta, polémico y controvertido, emitió boletín de prensa, pretendiendo justificar lo injustificable. Las arbitrariedades no pueden ser justificadas, ni siquiera en los regímenes dictatoriales.

“El XX Ayuntamiento de Ensenada informa que según el parte de novedades, los elementos de seguridad pública actuaron para salvaguardar la integridad de los ensenadenses. Mujeres, hombres, niñas y niños que se encontraban en el lugar para vivir el tradicional evento”, pregona la versión oficial. Que desvergüenza.

Quienes realmente pusieron en peligro la integridad de los ensenadenses ahí reunidos, fueron los uniformados, cuyas consecuencias pudieron haber sido catastróficas, si esto hubiese provocado que, tratando de protegerse o salvaguardarse, muchos hubieron huído en estampida, arrollando a mujeres y niños, principalmente.

El responsable máximo de tales hechos, el citado Pelayo Torres, simplemente hace gala de soberbia e insensibilidad, pues afirma que en ningún momento se dieron órdenes contrarias a resguardar el órden y proteger a quienes asistieron al evento, pero que “si existió alguna circunstancia fuera de lo normal, ésta será revisada, para que se actúe conforme a lo que marca la ley y, en su caso, se procederá conforme a derecho hasta sus últimas consecuencias”.

Los videos, gráficas y crónicas periodísticas, contradicen la versión y postura oficial. Fueron salvajadas, arbitrariedades, actos ilegales, condenables, que deben ser sancionados. Que se aplique castigos ejemplares, no sólo a los polícias, como autores materiales de tales hechos, sino a los jefes policiacos y al jefe máximo de todos ellos, el propio Alcalde Pelayo Torres.

Los mexicanos están hartos de la metamorfosis camaleónica de los políticos. No sólo hacen promesas que no cumplen, sino que la gentileza y buenos modales de campaña, los transforman en arbitrariedades como las del domingo 16 de septiembre, en Ensenada.    

                                                                                                                              gil_lavenants@hotmail.com

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