Por Gilberto Lavenant
El día de ayer, Roy Campos, Director General de Consulta Mitofsky, nos hizo llegar el enlace para conocer la segunda parte de sus reflexiones relativas a las encuestas, luego de los comicios presidenciales del 1 de julio y de los señalamientos de Andrés Manuel López Obrador, de que son uno de los factores para impugnar los resultados electorales.
En esta ocasión, Roy reflexiona sobre la relación de las encuestas con su principal público, los políticos. “…Quienes más las buscan, las usan, las contratan, las critican, las desconocen, pero están pendientes de ellas, sin importar quién las haga, ni dónde las publica. Las consideran espejos, donde les gusta verse bien”. Miles de cosas son las que se han dicho en torno a las encuestas. Muchas en sentido positivo, otras en sentido negativo. Sin embargo, nunca habían estado en el “banquillo de los acusados”, hasta que López Obrador decidió descargar su coraje en las empresas encuestadoras y pretender fincarles responsabilidades sobre los resultados de los comicios electorales presidenciales. Quien les manda no favorecerle. Según Andrés Manuel, las encuestadoras favorecieron a Peña Nieto, con la intención deliberada de inducir a los electores a votar por el priísta. El “peje” decía que las encuestas que lo ubicaban en tercer sitio de preferencias electrorales, o incluso aquellas que lo situaban en el segundo sitio, no le preocupaban, porque él tenía sus propias encuestas y en ellas aparecía en primer lugar. Hasta la fecha, no ha mostrado dichas encuestas, ni ha revelado el nombre de la encuestadora que sí accedió a ubicarlo como el favorito. Uno de los primeros puntos que señala Roy, en torno a este asunto, es prácticamente deslindar a las encuestadoras, respecto del uso total o parcial que los clientes hagan de las mismas. “Pedir a los encuestadores –dijo- que evitemos el mal uso que los políticos hacen de las encuestas, es como pedirle a los periodistas que eviten el mal uso que hacen de cada noticia esos mismos políticos. Quien hace mal uso de una encuesta, va a hacer mal uso de todo lo que le convenga: el problema es el político y no la encuesta”. Luego comenta que a los políticos no les molestan las encuestas, pues de hecho las usan, las analizan y, si pueden, las contratan. Manifiesta que lo que generalmente les molesta, es que sean públicas, porque destruyen su discurso y muestran condiciones que no les conviene que se conozcan y advierte que “…sin encuestas públicas, el político podrá mentir con mayor facilidad”. Habría que decir que hay quienes mienten, incluso ante resultados públicos de encuestas que no les favorecen. Para Roy, la confianza de los clientes en las encuestadoras, es fundamental. Pone en claro que los políticos no buscan contratar a la mejor, sino aquella en la que confían. “No existe el mejor encuestador para un político. Igual que con un doctor, debe trabajar con el encuestador al que le tenga confianza, y con sus datos tomar las decisiones pertinentes. También, como en el caso de los doctores, si la decisión es muy importante, a veces sirve escuchar segundas o terceras opiniones”. Desde otro punto de vista, observa que el trabajo de un político, en funciones de gobierno o en campaña electoral, es mantener motivados a su equipo de trabajo y a sus simpatizantes. “Se entiende entonces –señala- que llamen falsas o incorrectas a las encuestas que no les favorecen. Esos ataques no deben afectar el trabajo de los encuestadores, es parte de las presiones a las que están expuestos”. Y si alguien pregunta si es que el encuestador hace su trabajo “al gusto del cliente”, o cede a las presiones o periodicazos, Roy apunta que : “El encuestador, debe trabajar sin dejarse presionar por la prensa o los políticos, que a veces vienen en el mismo sentido. Cada quien debe hacer su trabajo”. Luego precisa que : “El político quisiera siempre escuchar cosas favorables, los medios cosas interesantes y el encuestador sólo quiere escuchar las respuestas de los ciudadanos, sin importar si gustan o no a quien paga la encuesta”. Comenta que a veces los partidos deciden usar encuestas para elegir candidatos, y en su opinión ese concepto es equivocado, pues explica que : “Las encuestas son sólo un mecanismo que los políticos han encontrado para resolver un conflicto y encontrar un candidato de unidad. Pero la encuesta, NO elige candidato ni gobernante, y NO sustituye a los votos, que son la esencia de la democracia y no las encuestas”. En especial, hace una aclaración y precisión muy importante : Quien contrata una encuesta, no tiene derecho a modificar un solo dato de los resultados, pero sí tiene la alternativa de no difundirlos. “Eso –dice- da como resultado una idea, de que las encuestas siempre favorecen a quien las contrata, cuando el razonamiento es otro: quien las contrata decide lo que se difunde y puede elegir lo que le favorece y guardar el resto. Por lo tanto refiere que ese hecho es lo que hace tan importante la existencia de encuestas de medios en periodos electorales. Así es que, diga lo que diga “el peje”, las encuestas son como un termómetro que refleja la temperatura de un enfermo. Corresponde al doctor determinar el mal y su curación. El problema es que “pacientes” como Andrés Manuel, son malos clientes. gil_lavenants@hotmail.com
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