Por Gilberto Lavenant
El formato de las boletas electorales, generó múltiples confusiones. Prueba de ello son los votos nulos a nivel nacional, 1 millón 241 mil 52, o sea el 2.47 % de la votación total.
Pero una cosa es que los electores se hayan confundido, y otra muy distinta el que haya habido manipulación con intención de realizar fraude electoral. Mucho menos un “compló”.
Sin embargo, los candidatos perdedores abrigan siempre, en el recurso del recuento de votos, la esperanza de rescatar votos suficientes para obtener el anhelado triunfo. En el caso de la elección para la Presidencia de la República, los reclamos de recontar los votos, vinieron principalmente del candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador.
No puede creer que sea cierto que haya fracasado en su segundo intento de buscar la primera magistratura del país. Sonreía con cierto sarcasmo cuando los periodistas lo cuestionaban sobre la segunda posición que ocupaba en los resultados de las encuestas sobre preferencias electorales o de intención de voto. Decía que no reflejaban la realidad, que tenía encuestas en las que resultaba ganador.
Nunca mencionó el nombre de la empresa encuestadora que le hizo creer que “iba en caballo de hacienda” en el proceso electoral. Está en todo su derecho de reclamarle, por haberlo engañado. Incluso de exigirle que le devuelva el dinero que pagó por el engaño. En caso de haberlo habido.
Tratando de evitar pretextos para “incendiar” el país con protestas de reclamo, con señalamientos de supuesto fraude electoral, el Consejo General del Instituto Federal Electoral, accedió a revisar las constancias de estas elecciones. El recuento de los votos, resultó contraproducente para el “peje”, pues los revisores encontraron casi 500 mil votos más a favor de Peña Nieto.
Ayer, jubilosos, los priístas hicieron el anuncio de que al concluir el cómputo de votos de la elección presidencial en los 300 Consejos Distritales del país, Enrique Peña Nieto amplió la votación a su favor en cerca de 500 mil sufragios, al obtener en el conteo oficial final 19 millones 225 mil 745, que comparados con la cifra originalmente arrojada por el PREP de 18 millones 727 mil 398, registran 498 mil 347 votos más a su favor.
Explican que “ante la apertura de paquetes electorales más amplia y transparente de la historia, el candidato presidencial priísta se congratuló de este inédito acontecimiento en la vida democrática de México, al tiempo de señalar que todo el proceso se ha desarrollado conforme a derecho”.
Las cifras finales indican que votaron 50 millones 320 mil 546 electores. De esos, 19 millones 225 mil 745, o sea el 38.21 % votaron a favor de Peña Nieto.
Un total de 15 millones 896 mil 639, o sea el 31.59%, votaron a favor de Andrés Manuel López Obrador, candidato del llamado Movimiento Progresista, formado por el PRD, Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano, 3 millones 329 mil 106 votos menos que el candidato priísta.
La candidata panista, Josefina Vázquez Mota, recibió 12 millones 785 mil 728 votos, o sea el 25.41% del total, quedando en el tercer lugar que la ubicaban las encuestas, aunque ella juraba que en los últimos días remontaría y rebasaría a Peña Nieto. La “candidata diferente”, obtuvo 6 millones 440 mil 17 votos menos que el candidato priísta, y 3 millones 110 mil 811 menos que el candidato de las izquierdas.
Gabriel Quadri de la Torre, candidato del Panal, el partido de la maestra Gordillo, obtuvo 1 millón 150 mil 562 votos, o sea el 2.29% del total. No ganó, pero conservó el registro de dicho partido y con eso fue más que suficiente. Desquitó el sueldo que le han de haber pagado por su candidatura.
En los números finales destacan por ahí 1 millón 241 mil 52 votos nulos, o sea el 2.47 % y otros 20 mil 920 votos a favor de candidatos no registrados –seguramente los llamados candidatos independientes- que representan apenas el .04% del total.
Se agotó ya, pues, el recurso del recuento. Falta sólo la declaración formal de candidato electo y, en su caso, que el Tribunal Federal Electoral resuelva las posibles impugnaciones que se presenten en contra de este proceso electoral, en tanto que continúan las descalificaciones, las acusaciones, los señalamientos de fraude electoral. La película ya vista en el 2006.
Los tiempos electorales, distraen las actividades económicas de los mexicanos. Ya es tiempo de que todo vuelva a la normalidad. Lamentablemente siguen apareciendo presuntos redentores, que bajo el supuesto de pretender salvar a México, de rescatarlo de la suciedad de la política, le están causando más daño que bien a los mexicanos.
Dicen que del odio al amor, hay un paso, pero en el caso de López Obrador, entre el odio y el amor, no hay distancia alguna. En el 2006 fue combatido porque supuestamente era un peligro para México. Convencido de que la campaña en su contra le causó mella, ahora pretendió convencer a los electores, adoptando una postura amorosa.
Nadie podía creer que el agresivo Andrés Manuel, era ahora todo amor. Presuntamente hasta con el sector empresarial se reconcilió. Al no verse favorecido por los electores, no pudo disimular su coraje, su decepción. Mostró, con toda claridad, que la postura de candidato empalagoso, fue simple hipocresía.
Aunque aún no se ha dicho la última palabra, respecto a este proceso electoral. Es más que evidente que “el peje” volvió a perder en su intento por ser el Presidente de los Mexicanos. Ahora falta que cumpla la promesa que hizo hace unos meses, cuando dijo que, si perdía, se iría a “La chingada”, el rancho de sus padres.
gil_lavenants@hotmail.com
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