Por Gilberto Lavenant
El próximo 30 de marzo inicia formalmente la contienda electoral hacia la Presidencia de la República. Entonces sí los candidatos presidenciales podrán exponer sus propuestas. Manifestar qué es lo que pretenden lograr, en caso de que la votación del 1 de julio les favorezca. Sobre todo, lo más importante, deberán decir “el cómo”, de manera que resulte convincente.
El punto de partida, son los saldos negativos de la administración del panista Felipe Calderón. Sobre todo que tratándose del gobierno del cambio, al igual que el de Vicente Fox, no hubo tal, y en especial, irónicamente a pesar de ser el autollamado Presidente del empleo, las cifras refieren 53 millones de mexicanos en pobreza extrena, un alto grado de desempleo y más de 50 mil muertos derivados de la narcoguerra.
La pobreza no se combate con enormes bolsas de dinero, para ir a regalar cobijas, despensas y paquetes de materiales de construcción, muchos de los cuales, está demostrado, no llegan precisamente a quienes los necesitan, sino a la clientela electoral del momento. Los pobres no requieren de dádivas, sino de empleos remunerativos, de escuelas donde estudiar, de hospitales donde los atiendan, de accesos a sus viviendas y, claro, de viviendas dignas.
Ahí les va una : irónicamente, los programas de viviendas, presuntamente de interés social, se distorsionaron en sus objetivos y han resultado un fracaso. Las empresas fraccionadoras o constructoras, ganan, y mucho dinero, pero los adquirientes de las mismas las abandonan, porque los obligan a comprar mediante contratos leoninos, con condiciones que las hacen impagables. Y las autoridades, lo único que hacen es mostrar azoro por los cientos dc viviendas abandonadas. Nadie ha hecho nada por tratar de conocer el meollo de esta problemática. Y conste, esto no es un asunto de cuestiones partidistas. Los fraccionadores han vivido bajo la protección de unos y otros. Se han convertido en prósperos empresarios, en tanto que los mexicanos agudizan su pobreza y tienen que tomar el monte para establecer sus casuchas.
Ayer domingo, hubo pronunciamientos importantes respecto a lo que a partir del 30 de marzo deberán convertirse en propuestas. En el evento relativo al aniversario de la fundación del PRI, el dirigente nacional de dicho partido, Pedro Joaquin Codwell, manifestó : "No queremos otro sexenio de muerte y miedo".
Dijo también que el país, bajo la batuta panista, "navega sin rumbo, donde se atiende la rutina del día a día pero sin visión de porvenir". Por lo tanto, advirtió que al PRI “le corresponde ponerle fin a la pesadilla de dolor, violencia, corrupción y pobreza que el panismo le ha recetado a lo largo de estos años”.
Bueno, podría alguien decir, los priístas tienen que aprovechar los errores de los gobiernos panistas y denostarlos. El Presidente Felipe Calderon no desaprovecha ocasión para asegurar que su administración ha tenido enormes logros, y que las cosas negativas que vive el país, es herencia de los gobiernos priístas. Al final de cuentas los más de 50 millones de pobres y los más de 50 mil muertos por la narcoguerra y los altos índices de violencia en el país, son una amarga realidad.
De su candidato presidencial, Codwell dijo que se ha perfilado como el líder de la nueva generación de mexicanos, en cuya oferta política incluirá cambiar todo lo que no funciona.
Por su parte, el candidato de las izquierdas, de quien el dirigente priísta señaló que ha pasado súbitamente del radicalismo delirante a la república amorosa, mostró desenfado cuando se le cuestonó por la desaseada conformación de las listas de candidatos perredistas plurinominales y dijo que no impone a nadie, sino que está dedicado a transformar al país. Menos mal, los mexicanos pueden estar tranquilos, al menos hay un hombre que está preocupado por cambiar las cosas del país.
López Obrador explicó su postura al respecto, manifestando que el ciudadano razona qué deseamos ante una oportunidad de que haya un cambio verdadero en la Presidencia. Dice que para ello, la gente siempre apuesta a la elección presidencial.
Por lo tanto, advierte que él tiene un objetivo superior, que es la transformación de México y señala que “…El país se está destruyendo, millones están en la pobreza, viven con miedo” y luego aclara : “…No está la situación nacional para la politiquería. La ambición al poder, la ambición al dinero, no tienen nada que ver con la política”.
Bueno, al menos hay dos candidatos presidenciales que coinciden en qué es lo que quieren los mexicanos : que se acabe el miedo y se frene la pobreza. Por cuanto hace a doña Josefina Vázquez Mota, nacida políticamente en el gobierno de Vicente Fox, y “graduada” en la administración de Felipe Calderón, su sello inconfundible es el del continuismo. Sabe qué es lo que quieren los mexicanos, pero habla de hacer más de lo mismo. Hasta Fox se alarma ante la posibilidad de otros seis años de 50 mil muertos.
No es difícil saber qué es lo que quieren los mexicanos, ante las condiciones prevalecientes. El problema consiste en saber cómo hacer lo que los mexicanos quieren, cómo acabar la narcoviolencia y cómo crear las fuentes de trabajo que se requieren, sobre todo con salarios remuneradores y cómo evitar que los políticos le cuesten tanto al país y no aporten nada productivo, pues se dedican a pura politiquería.
Así es que el dilema no es qué hacer por México, sino cómo hacerlo. Cómo enflacar el obeso aparato legislativo, tan glotón, perezoso e improductivo. Cómo cortarle las cabezas, y las manos, al mounstro de la corrupción, tan arraigado en el sistema político mexicano, en todas las áreas y niveles. Cómo acabar la todología de los políticos, que andan tras cualquier chamba, siempre y cuando sea bien pagada, aunque no sean buenos para nada.
A partir del 30 de marzo, los candidatos presidenciales recorrreran el país y tendrán la oportunidad de dar a conocer sus estrategias o remedios para tantos males que agobian a los mexicanos. Serán solo palabras, pero veremos quien será más convincente.
gil_lavenants@hotmail.com
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