Por Patricia Dávila (Proceso)
Pese a los golpes recibidos en México y Estados Unidos y aun con quienes fueron sus principales capos muertos o en prisión, el cártel de Tijuana está más fuerte que nunca, ahora bajo el liderazgo de una generación de relevo encabezada por Luis Fernando Sánchez Arellano y su madre, Enedina Arellano Félix. Lejos de estar desmantelada –como se ufanó el jueves 5 la procuradora estadunidense para la región fronteriza de California, Laura Duffy–, la organización se alió con el cártel de Sinaloa, su antiguo rival, lo que parece indicar que aún habrá Arellano Félix para rato.
Desde la detención de Benjamín Arellano Félix, líder del cártel de Tijuana, en 2002, el gobierno mexicano ha mermado severamente a esa organización, pero no ha logrado desintegrarla. Fue demasiado optimista la procuradora federal para la región sur de California, Laura Duffy, cuando aseguró, el jueves 5, que “está desmantelada” y que “no representa ningún peligro para el gobierno de Estados Unidos”.
La realidad es que Enedina Arellano y su hijo Luis Fernando Sánchez Arellano, El Alineador, controlan el cártel desde 2009 y aún están libres y aparentemente boyantes.
Los hechos contradicen a Duffy. En su informe anual del año pasado Las guerras mexicanas de las drogas: el año más sangriento a la fecha, la firma consultora Stratfor Global Intelligence sostiene que en 2010 el cártel de Sinaloa “amplió su control lucrativo en Tijuana y logró un acuerdo temporal con lo que resta de los Arellano Félix”, lo que redunda “en ventaja para Joaquín Guzmán Loera para” ese 2011.
El cártel de Tijuana sigue funcionando y la plaza sigue siendo suya pues la familia Arellano Félix preparó a una nueva generación de líderes, entre ellos Luis Fernando Sánchez Arellano, El Alineador, hijo de Enedina. (Extracto del reportaje principal que aparece esta semana en la edición 1836 de la revista Proceso, que ya está en circulación)
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