viernes, 9 de septiembre de 2011

Sin aparecer 17...

Por Teresa Gurza
En un fenómeno de masas se ha convertido el llanto por la muerte de Felipe Camiroaga, conductor del matinal televisivo Buenos Días a Todos, que iba en el avión que cayó hace una semana al mar en alguna parte del Océano Pacífico que rodea al archipiélago Juan Fernández.
Algunos de sus fans aún piensan, que este hombre guapo, joven y carismático no murió y está herido en alguna cueva marina; pero otros cientos de miles lo lloran, y han dejado frente a la reja del canal TVN, flores, fotos, peluches y velas; enviado correos electrónicos o firmado libros de condolencias que el canal colocó en sus oficinas a lo largo de Chile.



En un acto inédito y como muestra de aflicción y apoyo, “rostros” televisivos que competían con el animador perdido, estuvieron en el primer programa que salió al aire sin él.



Y la efigie de Felipe, impresa en llaveritos, llaves y playeras se ha convertido en un boom de ventas.



TVN y los otros cuatro canales chilenos, dedicaron la semana a programas especiales para recordar a Camiroaga y a las otras 20 personas que iban en el avión siniestrado.



Y destacaron que lo que unía a esos grupos de TVN, Desafío Levantemos Chile, Fuerza Aérea de Chile y el Ministerio de Cultura, era la solidaridad activa con los afectados por el tsunami del 27 de febrero del 2010.



En tanto las autoridades han pedido a Dios y al mar les “echen una manita”, y siguen buscando ayudados por pescadores artesanales que conocen mejor las fuertes corrientes marinas de la zona.



Ante la presión pública por resultados, el Ministerio de Defensa contrató a una vidente que asegura “vé” sobrevivientes en una cueva; pero hasta el momento sólo se han encontrado cuatro cadáveres completos, fracciones de otros; y pedazos del avión de menos de 50 centímetros.



Y es curioso como la vida va hilando acontecimientos; el pescador Willy Martínez, quien desde el tsunami del 27 de febrero del año pasado ha peinado inútilmente el mar buscando a su nieto de ocho años Joaquín, al que llamaba Puntito, fue quien ahora vio desde su lancha Lumita, el primer cuerpo que flotaba y pudo ser rescatado.



Con los días aumentan las versiones criticando a la FACH, por presuntamente haber metido 21 personas en un aparato CASA 212 con capacidad para 18; sin chalecos salvavidas; con malas condiciones de tiempo; y comandado por Carolina Fernández, teniente de 26 años con menos de mil horas de vuelo.



Y además, sin gasolina suficiente para regresar al continente en caso de no poder aterrizar en la pista de Juan Fernández, de sólo 900 metros de longitud y que empieza y termina en acantilados.



Ante los cuestionamientos, la Corte Marcial nombró un ministro en visita que deberá dilucidar en el menor tiempo posible, las razones del accidente; que pueden ser desde el choque con algún pájaro, hasta error humano.



El presidente Sebastián Piñera estuvo unas horas en la isla supervisando el rescate que, dijo, ha sido excepcional; y anunció que se extenderá otra semana.



En accidentes de aviones CASA, nave de fabricación española y usada por las cuatro ramas de las Fuerzas Armadas chilenas, han muerto hasta hoy 48 personas.



El shock que vive el país por el último de ellos, es descrito por sicólogos y psiquiatras como un proceso que poco a poco irá disminuyendo; y se debe sobre todo, a que la televisión está de duelo por la pérdida de cinco de sus periodistas; y al carisma de Camiroaga y del empresario Felipe Cubillos, quien luego del terremoto creó la ONG Desafío Levantemos Chile y dejó sus negocios para dedicarse tiempo completo, a ayudar a los que todo perdieron.



Agregan los especialistas, que parte del público puede no estar llorando por ellos, sino aprovechando el momento para hacerlo por sus propios dramas y conflictos; porque duelos como este, permiten revisar duelos privados que no fueron elaborados o terminados.



Y previenen que si no aparecen sus cuerpos, podría darse “un congelamiento del duelo”, que ocurre cuando no se pueden hacer los ritos funerales necesarios para incorporar la experiencia, seguir adelante con la vida, y no alargar el proceso de sanación.

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