Por Gilberto Lavenant
Las relaciones personales, y en especial las de carácter político, en el sistema político mexicano, generalmente suelen ser extraordinarias. Si se busca un trabajo, un lugar en la universidad, o se pretende realizar alguna gestión o trámite, las recomendaciones, son el método ideal para abrir puertas.
Se utiliza desde una simple tarjeta, o un a carta con toda la formalidad, una llamada telefónica, y asunto arreglado. Las trabas desaparecen, los requisitos no cubiertos, dejan de ser relevantes.
Sabedores de estos mecanismos, extraordinarios, cuando alguien, por más lucha que le hizo, no logra sus propósitos, pues acude con algún político, para que le extienda una recomendación, que haga reflexionar a la autoridad que le niega la oportunidad o favor. Cuando se intenta de nueva cuenta, pero con la recomendación por delante, suele ocurrir que el gesto adusto del funcionario, se convierta en una agradable sonrisa, aunada a una expresión generosa y comprensiva : -!ah!, por ahí hubiera empezado, me hubiera dicho que es amigo, del amigo, de mi amigo.
Para quien expide dichas recomendaciones, al saber que funcionaron, siente que sus relaciones personales, el cargo que ostenta, sus influencias, son efectivas y se dispone a utilizarlas cuantas veces sean necesarias.
Lo malo es cuando esas recomendaciones, no logran abrir puertas y van a parar al bote de la basura. Porque, aunque parezca extraño, hay instancias en donde ni las recomendaciones del Gobernador, del Alcalde, de un Senador o de un diputado, funcionan.
Obviamente, los recomendados, regresan con su “padrino”, frustrados, a manifestarle que no es tan influyente como supone, pues sus recomendaciones no producen efectividad alguna. Entonces, los recomendadores, estallan en ira, ¿cómo es posible que alguien se atreva a ignorarlos, a subestimarlos, a ignorar sus “atentas solicitudes” de favores ?
Pero hay ocasiones, en que ni queriendo, es posible atender esas recomendaciones, por la sencilla razón de que no se pueden hacer favores y por lo tanto las recomendaciones salen sobrando, independientemente del cargo del recomendador.
Tal es el caso de la Universidad Autónoma de Baja California, cuyas modernas y amplias instalaciones, son insuficientes para atender al 100 por ciento la demanda de educación superior. En el presente ciclo escolar, la UABC rechazó a cuando menos 10 mil jóvenes preparatorianos, que pretendían cursar una carrera universitaria.
Es más, existe el caso, casi insólito, de 16 jóvenes, que no obstante haber acudido a la via judicial, y haber obtenido una sentencia que ordenaba a las autoridades universitarias, que procedieran a inscribirlos, no han logrado sus propósitos. El Rector Felipe Cuamea, ha dicho que reconoce que puede ir a la cárcel por no acatar dicha resolución judicial, pero que está imposibilitado, precisamente porque la UABC agotó su cupo.
Lo cierto es que después de esas declaraciones tajantes del Rector, como que se puso a reflexionar y según revelaciones que hizo al columnista, sobre este tema, está haciendo un minucioso análisis para plantear opciones que permitan abrir más espacios a los jóvenes que desean cursar estudios de nivel superior.
Así mismo, afirma, realizó ajustes de horarios y cambios en la administración de recursos materiales y humanos, que permitieron aumentar la población universitaria, en tanto que otras fórmulas habrá de anunciarlas próximamente. Se analiza la posibilidad de recurrir a la educación a distancia, o a la formación de grupos mayores a los acostumbrados, utilizando áreas especiales, o bien el plantear propuestas de coordinación con las demás instituciones de educación superior, tanto públicas, como privadas, que alivien los reclamos y presiones hacia la UABC.
Sin embargo, hay quienes no entienden de estas cosas. Ni siquiera cabe en su imaginación las dimensiones de la problemática en torno a la educación superior. Para ellos, su recomendación es valiosa e infalible. Pero cuando dichas recomendaciones fracasan, entonces lo toman como una ofensa personal, como una subestimación a su investidura y a su influencia política.
Eso parece haber ocurrido con varios diputados locales. En días pasados, el diputado Laurencio Dado Alatorre, tronó en contra del Rector de la UABC, Felipe Cuamea, y lamentó lo que considera apatía de este, al no atender las peticiones ciudadanas, gestionadas por integrantes del Poder Legislativo, en el intento de conseguir espacios en las aulas universitarias.
Comentó que todos los integrantes de la XX Legislatura, presentan la misma queja, y deploró que de parte de Cuamea “…no ha existido ni un solo minuto de respeto hacia el Congreso del Estado”.
Comentó que desde dos semanas atrás, personalmente entregó una lista de jóvenes emprendedores, quienes buscaban un espacio dentro de la UABC y que sin embargo, pese a las reiteradas llamadas que diariamente había realizado, en búsqueda de una respuesta por parte del Rector, hasta el momento no ha existido respuesta alguna.
Cuando las recomendaciones no funcionan, no se debe tomar como una desatención. Más bien, los señores legisladores debieran interesarse en la problemática de la educación, en todos los niveles, para hacer un análisis a fondo y plantear propuestas de solución. Que entiendan que en este tema, las influencias o recomendaciones, salen sobrando.
gil_lavenants@hotmail.com
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