* La guerra sucia
Por Gilberto Lavenánt
El lunes, en el puerto de Ensenada, el Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, dió la voz de arranque de la guerra sucia, hacia la sucesión presidencial del 2012 y la renovación de la gubernatura estatal en la entidad en el 2013.
Evidentemente desesperado, y con escasez de argumentos para debatir, en un momento dado, Osuna Millán, emulando a José Alfredo Jiménez, con aquello de “…Voy a sacar juventud de mi pasado…” exhortó a los panistas a recordarle a los bajacalifornianos las pillerías priístas. Seguramente olvida que los panistas gobiernan en la entidad desde 1989, hace 22 años, a partir del surgimiento de la ruffomanía.
Pretender culpar a los contrarios de lo que ha pasado en estos últimos 22 años, es una estrategia débil y carente de fundamento. Los que perdieron en el 2010, fueron los panistas, no los priístas. Los que derrotaron a los panistas, no fueron los priístas, sino los propios electores, decepcionados por los excesos, fallas y frivolidades de los gobiernos emanados del Partido Acción Nacional.
¿Cómo tratar de anticipar triunfos para el 2012 y 2013, a base de bravatas y guerras sucias ?
Mal se ve el jefe del ejecutivo estatal, en ser quien dé la voz de arranque en ese sentido.
Como Gobernador, Osuna Millán debe exhortar al orden, a la conciliación, a la madurez política, a la confrontación respetuosa. No se le ve nada bien, haciendo llamados a recurrir al uso de cochinadas, para descalificar a los rivales políticos, en un intento por desplazarlos, en una pretensión desesperada por evitar nuevas derrotas.
Evidentemente, olvidó muy pronto que él mismo se reconoció como responsable de las derrotas electorales de julio del 2010, que tiene a los panistas con un pie fuera de la función pública, replegados y refugiados tan solo en el Poder Ejecutivo Estatal.
Ahora, pretende minimizar las cosas, cuando dice, refiriéndose a la estrepitosa derrota del 2010, que “…una golondrina, no hace primavera”. Solo que no fue una “golondrina”, fueron cinco, una en cada Municipio, y muchas más en la Legislatura Estatal. Si le parecen poca cosa, que se espere al 2013, quizás hasta la gubernatura pierdan y entonces Baja California dejará de ser el orgullo del panismo nacional.
La desesperación, y el enojo, le hacen perder la proporción de las cosas. Tuvo tres años, en los que todo Baja California era de color azul. Pudo haber hecho grandes cosas. El súbito cambio político del 2010, lo provocaron los panistas, no los priístas.
Así es que, si los priístas le responden a los panistas, con la misma estrategia planteada por Osuna Millán, a base de guerra sucia, no tendrán que hacer mayores esfuerzos. Bastará tan solo con repasar la serie de irregularidades protagonizadas por panistas en los pasados tres años. El asunto del relleno sanitario, promovido por el Alcalde mexicalense, Rodolfo Valdez, el caso del diputadogate, o los escándalos del entonces legislador Molina, las frivolidades y dispendios de Jorge Ramos en Tijuana, la imposición de Carlitos Torres Torres como candidato a Alcalde de Tijuana, las tropelías de los hermanos Lemus, y muchas otras cosas más.
De un momento a otro, los alcaldes priístas, de los cinco municipios de la entidad, deberán dar detalles sobre los casos de corrupción más notables, en los que aparecen como protagonistas principales los Alcaldes panistas y sus cercanos colaboradores. Como el caso del PIRE en Tijuana, su costo millonario y los trabajos tan deficientes. La concesión a 30 años de terreno aledaño al Palacio Municipal de Tijuana para construir un estacionamiento público.
Y si le escarban, encontrarán mucho más. La forma irregular con que manejaron Produtsa y el Fideicomiso del Corredor Milenio 2000. Algunos otros negocios que se han mantenido un tanto ocultos, pero que huelen mal, apestan. Se habla de que el antiguo estadio de beisbol en Tijuana, fue concesionado a un prominente panista, para que lo usufructue como si fuese de su propiedad.
Se habla también de importantes obras de infraestructura, otorgadas descaradamente a una o dos empresas constructoras, beneficiando, entre otros, al exgobernador Ernesto Ruffo Appel. Se dicen tantas cosas. Bastantes, suficientes para la guerra sucia con la que los priístas podrían responder a la que está proclamando Osuna Millán en contra de ellos.
El análisis es sencillo. Los panistas de 1989, o de antes del arribo de Ruffo a la gubernatura estatal, no son los mismos de este 2011. Bueno, son los mismos, pero ahora regordetes, despilfarrando recursos, convertidos en flamantes empresarios y algunos de ellos, hasta estrenando parejas, mujeres jóvenes, estilizadas, acordes a su nuevo status social, político y económico.
Seguramente que, si de cochinada se trata, habrá harta, de parte de ambos bandos, aunque el azul ya no quedará tan claro, como presumen. Todo depende de quien lance la primera piedra.
Evidentemente, el señor Gobernador está desperdiciando a sus 1,609 asesores, o simplemente no le sirven para nada.
gil_lavenant@hotmail.com
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