Por Homero Aguirre Enríquez
Vocero del Movimiento Antorchista
Ciro Gómez Leyva volvió a mostrar al aire su odio cerril, casi canino, contra todo lo que huela a lucha social y popular, en un programa de televisión que él conduce todas las noches en Milenio televisión.
Con motivo de una marcha y un plantón que el Movimiento Antorchista realizó el 27 de octubre en la Secretaría de Gobernación para exigir justicia en Oaxaca, donde el grupo caciquil de Mixtepec secuestra y asesina campesinos antorchistas, con la complacencia del gobernador Ulises Ruiz, y más recursos al gobierno federal para que en Chimalhuacán se atenúe los daños ocasionados por la delincuencia, Gómez Leyva despotricó todo lo que pudo contra el Movimiento Antorchista y contra Jesús Tolentino Román Bojórquez, presidente de ese municipio mexiquense y un digno luchador social emanado de nuestras filas.
Todo el fragmento que Gómez Leyva dedicó a “informar” sobre el tema, es un ejemplo nítido, que cualquiera puede consultar en internet para comprobar que no miento, de la deshonestidad periodística y de la transformación, ante cámaras y micrófonos, de un comunicador objetivo, como pregonan ser los conductores de noticias de este país, en un acusador, un fiscal y un energúmeno, todo en una persona, que acusa sin pruebas, denosta e interrumpe a su entrevistado apenas éste intenta exponer sus razones; manotea fuera de sí cuando el interlocutor no acepta que le pongan la mordaza de los gritos y las acusaciones, hasta que, finalmente, el “periodista” ordena con ademanes enloquecidos que los técnicos saquen del aire al “entrevistado”, para quedarse libremente con el micrófono y despacharse a sus anchas en acusaciones contra los antorchistas que se atreven a manifestarse con una “cantidad impresionante de gente”, en vez de ir unos poquitos por la banqueta, en fila india y calladitos; y en vez de transportarse a pie, como corresponde a su carácter de jodidos, tienen la osadía de transportarse en “muchos camiones”, y en vez de dejar a sus niños en sus casas, al cuidado de sus niñeras como seguramente lo hace Ciro Gómez con sus retoños, “se atreven” a traerlos a la caminata y al plantón. Esas y otras tonterías, sazonadas de afirmaciones coléricas y memas sobre el “origen” de la protesta y la “enorme riqueza” de los antorchistas, le permitieron a Ciro evitar que el público oyera las razones de la protesta, que no sopesara si se justifica o no la acción de cerrar Bucareli con un plantón y, en función de lo anterior, decidir si respalda o no a los manifestantes.
Es necesaria entonces una aclaración y, en la medida de nuestras posibilidades, una acción combinada del antorchismo nacional para informar a la opinión pública con amplitud sobre las razones de nuestra protesta inmediata y de largo plazo, algo que rebasa el espacio disponible en esta colaboración. Sin embargo, adelanto dos aclaraciones, no por Ciro Gómez, que miente a sabiendas de que lo hace, que calumnia y ataca porque vive de hacerles el caldo gordo a los que mandan y pagan en este país, sino porque es necesario decirles a los mexicanos, particularmente a los capitalinos que sufren las innegables molestias que provoca el plantón, que deben estar seguros que si hubiera otro método de hacerse oír y resolver los problemas, lo usaríamos sin duda; y que, sin ninguna exageración, la falta de respuesta inmediata y justiciera a los problemas que provocaron el plantón ponen en riesgo la vida de muchos mexicanos, lo que nos obliga a continuar nuestra lucha aun a riesgo de incomprensiones de ciudadanos poco enterados y de ataques viles como el que hoy comento.
En concreto, el plantón exige que se le den más recursos a Chimalhuacán, para que el gobierno municipal pueda defender de mejor manera a sus ciudadanos de los efectos de la delincuencia. Los míseros diez pesos por habitante que el gobierno federal le da a Chimalhuacán impiden a las autoridades municipales comprar patrullas, chalecos que detengan las balas que les lanzan a los policías y los matan con cierta frecuencia, cámaras para vigilar y otros elementos que atenúan el daño que provoca la inseguridad sobre la tranquilidad y la vida de los habitantes de ese lugar. En Chimalhuacán habita casi uno de cada cien mexicanos y es uno de los municipios urbanos más marginados de toda la República; por lo tanto, debiera recibir, por lo menos, una centésima parte de los recursos federales para combatir a la delincuencia, algo así como 340 millones al año, y sólo le dan 10 millones, una auténtica limosna que no sirve prácticamente para nada trascendente. Además, el reclamo es absolutamente justificado porque el gobierno federal sí tiene dinero para apoyar a los municipios a mejorar su seguridad, pero el reparto de esos fondos no es equitativo ni imparcial, sino que prioriza aspectos electorales y partidistas, como se demuestra al ver que municipios como Hermosillo, Querétaro, Mérida y Aguascalientes, han recibido hasta 100 millones de pesos cuando han estado gobernados por el PAN, a pesar de que todos tienen menos habitantes y están menos marginados que Chimalhuacán.
El otro asunto que motivó la marcha que tanto molesta a este granadero del micrófono del que hablamos, es un conflicto en los límites de Mixtepec con Yosoñama, comunidades de Oaxaca, en el que un grupo de caciques del primer pueblo han secuestrado, asesinado y herido a vecinos de Yosoñama, para presionar a que se les entreguen 1800 hectáreas de terreno que los habitantes de este pueblo han poseído desde hace más de un siglo. La Secretaría de Gobernación está enterada del asunto, tiene los detalles de los crímenes y de la complicidad que ha mantenido el gobernador Ulises Ruiz con los agresores de nuestros compañeros, y sabe también que el gobierno federal tiene todos los instrumentos jurídicos y el dinero necesarios para resolver de fondo el problema, pero no ha hecho nada por dar fin a los crímenes y resolver el problema agrario, cuya salida es dejarle la tierra a Yosoñama y darle una cantidad de dinero a la otra comunidad para que ambas queden de acuerdo.
Regresarse a Chimalhuacán o a Oaxaca con las manos vacías es mandar al matadero a ciudadanos inocentes, que no deben nada y sólo quieren vivir en paz. Por eso, el plantón no se quitará si la dependencia que encabeza Francisco Blake Mora no resuelve estos conflictos de una manera justa.
Por el momento es cuanto quiero decir respecto a las razones del plantón, pero quiero reiterar lo que dije hace poco: “Ante el cúmulo de elementos que demuestran los hondos motivos de nuestra protesta, quizá pudiera ignorar el ataque que lanzó ayer Ciro Gómez Leyva, quien dijo que ´Antorcha Campesina vino a protestar quién sabe por qué, protestan por cualquier cosa y luego cuando se van ya se les olvidó, hasta a ellos, a qué venían a protestar, hicieron un desastre con absoluta complacencia de todas las autoridades…´; quiero recordarle las palabras que usó él cuando se sintió agraviado porque una conductora de radio transmitió una grabación que reveló que la empresa donde trabaja Gómez Leyva recibía dinero del gobernador Ulises Ruiz, presuntamente para darle publicidad y “proteger” al candidato del gobernador en las pasadas elecciones. Indignado, Ciro Gómez lo calificó de guerra sucia y agregó que “esencialmente, nuestra guerra sucia consiste en exhibir y denigrar al adversario para eliminarlo”, y agregó: “en el orden descendente de la escala están los materiales desesperados que no revelan nada, pero intentan ensuciar: recogen la mierda y la difunden para dejar una mancha”. Para finalizar su lección de moral periodística, increpó a la periodista que reveló el presunto trato comercial entre el gobernador y la empresa donde él cobra, preguntando: “¿Buscó un punto de vista que pusiera en entredicho esto que, a todas luces, es una insensatez? Por supuesto que no. Lo importante era manchar. Gran periodismo”, concluyó.
Pues bien, lo mismo decimos nosotros ante este material fecal que nos lanzó en su programa de televisión: que no revela nada, ni es fruto de la mínima indagatoria y sólo busca ensuciar; se trata de una mierda difundida sólo para manchar. “Gran periodismo” el de Ciro Gómez.
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