Por Teresa Gurza
Estaba pensando en como es posible que los narcos mexicanos hayan podido “lavar” 29 millones de dólares, sin ser detectados por las autoridades mexicanas responsables de hacerlo.
Pensaba también, en ese boletín vergonzoso y vergonzante con el que la Secretaria de Relaciones Exteriores anunció el viaje “de trabajo” del presidente Calderón a Sudáfrica, sin mencionar para nada el futbol. Y en que precisamente ese viernes del estreno de la Copa Mundo, fue en México el día más sangriento de este violento sexenio cuando tocaron a la puerta de mi casa. Era una amable y bien capacitada muchacha que, caminando casa por casa bajo un sol agobiante y sonriendo pese al calor, nos venía a censar. Al terminar de hacerlo, me entregó un folletito con varios datos del censo del 2005 en el estado de Morelos; donde vivo cuando no estoy en Chile, y que se reformularán cuando las cifras del que ahora se está tomando en todo el país, se procesen. En el 2005, Morelos tenía un millón 612 mil habitantes; el uno punto seis por ciento, de los de todo el territorio nacional. Hace 110 años en la primera década del siglo XX, habitaban Morelos 200 mil personas; mismas que se redujeron a poco más de 100 mil en los años siguientes, entre otras cosas, por efecto de la Revolución. Fue hasta el censo de 1940, cuando la población volvió a los niveles de 200 mil, del censo del año 1900. Los dos censos siguientes, 1950 y 1960, la población subió alrededor de 100 mil personas cada diez años; entre 1960 y 1970 el crecimiento fue de 200 mil; de 1970 a 1980 y de este año a 1990, el aumento de la población morelense fue de 300 mil por censo, llegando a un millón 200 mil. Ya para el censo del año 2000, había en el estado el mismo millón 600 mil habitantes que hay ahora; siendo su población predominante joven: más de la mitad tenía menos de 30 años. Y la mayor parte de ellos eran mujeres. Los municipios más poblados entonces y que seguramente siguen siéndolo, son Cuernavaca y Jiutepec; con casi 350 mil habitantes y poco más de 180 mil, respectivamente. Vienen después en la lista, Cuautla con 160 mil; Temixco con casi 100 mil y Yautepec con 84 mil 513 personas. De acuerdo con los datos del censo de 1930, la mayor parte de la población de Morelos en ese año, 75 por ciento, era rural; en el último censo, el del 2005, las cifras se invirtieron y el 86 por ciento, se volvió urbana. Sólo dos de cada cien personas mayores de cinco años censadas en el 2005, hablaban una lengua indígena. De ellas, 16 mil hablaban Náhuatl; poco más de 3 mil 500, alguna lengua mixteca, mil 361 Tlapaneco, y casi 500 una lengua zapoteca. En cuanto a las cifras relativas a las viviendas morelenses, los datos de ese mismo año indican que en el 98 por ciento de ellas había luz eléctrica; el 95 por ciento tenia cuando menos un televisor; el 93 por ciento contaba con drenaje; el 89 con agua entubada; el 84 por ciento tenia refrigerador y en sólo 19 de cada cien casas había computadora. Por lo que toca a la escolaridad, ese censo del 2005 nos informó que el promedio de estudios entre la población de Morelos mayor de 15 años era de segundo grado de secundaria.
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