Por Manuel Rosales Padilla
En los últimos 100 años el mundo ha padecido cinco grandes pandemias, una de las cuales causó, en 1918 más de 20 millones de muertes en el planeta.
En los tiempos modernos, desde 1957 y 1968, según un reporte científico, la influenza ha provocado alrededor de un millón de decesos en todo el mundo.
El hombre, en su desesperación y su ignorancia, ha atribuido el origen de las enfermedades a diversas causas, una de las cuales, la más común es a la influenza de los astros. Y es que eso, precisamente, es lo que significa la palabra “influenza”: influencia, fluido, vocablo de origen italiano.
Hacia el siglo XV se creía que las estrellas influenciaban en la salud de los hombres, y que eso es lo que provocaba el malestar, que derivaría después en una enfermedad que mataba a los humanos en forma rápida y en masa.
Curiosamente, las épocas en las que las pandemias que han diezmado a mayor número de personas, han sido en tiempos en los que la higiene no era cosa popular ni corriente.
En la actualidad están identificados tres tipos de virus de la influenza: A, B y C. El grupo de influenza A, por ejemplo, se compone de dos proteínas: la hemaglutinina (H), de las cual existen 15 variedades, y la neuraminidasa(N), con 9.
Así, tenemos que al actual virus se le cataloga como H1N1, y puede adoptar una serie de combinaciones más, dependiendo de su importancia. “Los virus altamente patógenos pertenecen a los subtipos H5 y H7”, indica una revista de investigación europea consultada.
Esa misma revista científica (Comisión Europea) nos aclara que una epidemia es cuando en una región determinada aparecen un gran número de casos de una enfermedad transmitible.
Una pandemia es cuando aparece la enfermedad infecto-contagiosa en una zona geográfica mucho más amplia. En cambio, una epizootia se refiere a cuando aparece una enfermedad entre los animales.
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