martes, 23 de diciembre de 2008

POBRECITOS…

Por Teresa Gurza.
¡FELIZ NAVIDAD!
Dado que este artículo saldrá publicado la semana de Navidad, quiero referirme a la ternura que siento por niños y niñas que hoy enfrentan amenazas casi a todas horas y casi en todas partes; y pasan su infancia de forma violenta y violentada. .

Los que saben aseguran, que las violaciones y mal trato infantil se han dado siempre y ocurren principalmente en el entorno familiar.
Y que cuando un menor de edad es abusado, lo primero que hay que indagar es su círculo más cercano; lo que es algo muy triste, porque es precisamente ese lugar donde el pequeño debía estar más protegido y sentirse más aceptado y amado.
Se dice también que antes existían los mismos o mayores abusos sexuales en escuelas, colegios, amistades y familias; pero que no se denunciaban.
Sin embargo, yo no recuerdo que en mi niñez y la de mis conocidos hubiera tantos peligros al acecho; y menos los nuevos modos de violencia, como son el grooming y el bulling.
No podía por supuesto haber grooming, que es como se llama al acoso a menores por Internet y que se dice que va en aumento, por razones obvias; ya que no teníamos ni computadoras ni acceso a Internet.
computadoras ni acceso a Internet.
Respecto al bulling, me parece que se daba un poco porque nunca han faltado los grandulones acomplejados que quieren poder asustando a los más tímidos; pero no se le etiquetaba con un nombre especial, sino que simplemente se decía que a fulana o fulano se lo traía de puerquito.
Pero de lo que sí estoy segura, es que nunca se llegaba a los niveles actuales.
En Chile, donde como saben ahora vivo, es una realidad cada día más presente en colegios y escuelas; y datos oficiales afirman que el 77 por ciento de los niños y niñas entre cinco y quince años, ha hecho bulling o lo ha sufrido.
Y se han dado casos tan fuertes, que por lo menos tres niñas se han suicidado por no poder soportar las burlas y acoso de sus compañeros.
Otras han estado a punto de hacerlo, pero afortunadamente la causa de su tristeza y ansiedad fue detectada a tiempo de impedir su autoeliminación.
Ha habido también casos graves de grooming. El más reciente es el de una niña de 12 años llamada Nicole, que para su cumpleaños pidió una cámara para computadora.
Su madre, enfermera, hizo sacrificios para comprársela y compensar así un poco el tiempo que por los diferentes horarios de su chamba, debía dejarla sola.
A los pocos días, Nicole empezó a chatear con alguien que pensaba era otra niña e intercambió secretos y datos diversos sobre familia, colegio y amigos.
A las dos semanas, la supuesta niña amiga se transformó; primero en un niño y luego en un adulto que le iba pidiendo gradualmente que se abriera la blusa, se bajara los calzones y desvistiera ante la cámara.
Nicole, hija única de una madre separada y por tanto bastante solitaria, fue poco a poco cediendo, para no perder a su amigo virtual.
Pero cuando el tipo la empezó a insultar y a amenazar; cuando le hizo ver que sabía muchas cosas privadas de ella, entró en pánico.
Y venciendo el miedo a ser regañada por su madre, le avisó lo que ocurría.
Fue lo mejor que pudo hacer, porque la policía chilena descubrió que se trataba de un vecino pedófilo que por vivir justamente frente a la casa de la niña, conocía perfectamente todos sus movimientos y como la vigilaba desde la ventana, sabía con precisión las horas de ausencia de la madre.
Actualmente está en la cárcel esperando juicio.
Ante estas realidades, que por lo que leo en la prensa mexicana se dan también allá, los sicólogos aconsejan enseñar patrones de conducta que no vean como positiva la agresividad; y que impulsen tolerancia y sensibilización a los sufrimientos ajenos.
Y piden que se haga ver a las víctimas, que la culpa de lo que está pasando no es de ellas; y se hable con profesores y padres de familia para acordar entre todos formas de disuadir a los agresores.

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