Tras verlo y oírlo en la conversación con periodistas de Milenio, Andrés Manuel López Obrador me rete convenció de no votar por él.
En opinión de algunos, los entrevistadores Azucena Uresti, Héctor Aguilar Camín, Carlos Puig, Jesús Silva-Herzog, Carlos Marín y Juan Pablo Becerra Acosta, fueron muy duros con el tres veces candidato a la presidencia.
Yo, por el contrario, pienso que le tuvieron demasiada paciencia; seguramente para que la situación fluyera sin conflicto.
Sea como fuere AMLO se exhibió como un político guango y gestudo, poco claro y repetitivo, y tan pagado de sí mismo, como para reiterar que el movimiento que encabeza, “es el más importante y fuerte del mundo”.
Dijo ser “legítimamente ambicioso”, cualquier cosa que eso signifique; y que aspira a ser hombre de la Nación: comparándose con Juárez, Madero y el general Cárdenas.
Derramó a diestra y siniestra, absoluciones; y ofreció amnistía a políticos y empresarios corruptos, narcos y delincuentes.
Su talante contradictorio lo hizo decir una cosa y la contraria en pocos minutos: “encabezaré la cuarta transformación de México y echaré para atrás las reformas” dijo, para al rato recular con lo opuesto: “Vamos a dejar todo como está, habrá treguas antes de echar para atrás las reformas… y acuerdos, para que las cosas se queden como están; habrá una suspensión provisional de temas…”
¿Por fin?
Engolosinado con sus propias palabras, respecto a que va a echar para atrás las reformas energética y educativa, salió luego conque para anular la primera, “se revisarán todos los contratos, lo que puede llevarse todo el sexenio” ¡Ah!
Y aclaró que la reforma educativa, “no será propiamente educativa”; sino algo “para mejorar las condiciones salariales de los maestros”.
Muchos piensan que AMLO ha cambiado; pero para mí, sigue siendo el mismo de hace décadas.
Idéntica su forma de ser: escurridiza, convenenciera y obscura; igual la vaguedad que elude cualquier compromiso o lo condiciona, a que él sea el que gane.
En esto y en mucho más, es hoy el mismo de siempre.
El mismo que miente al asegurar, que no lucha por cargos ni por reconocimientos; siendo que es lo único que ha hecho toda la vida; pero actualmente hasta la exageración, de dejarse besar las manos por sus seguidores.
El mismo que cuando algo se le pone peliagudo, como en el tema de Derechos Humanos, no se atreve a expresar su verdadero pensamiento “porque es mejor la reflexión y no quiero dar la nota para el escándalo; todo lo iremos viendo con calma”.
El mismo que cuando carece de respuesta para alguna pregunta que lo incomoda, sale con que primero va a debatir y consultar todo con todos los mexicanos y las mexicanas, “con el pueblo, ante el que me hinco”.
Hincada, que significa que cada dos años hará referéndum para que si quieren quitarlo lo hagan.
“Todo se hará por acuerdo”, hasta el combate a la corrupción; “porque nos pondremos de acuerdo para acabar con ella”.
¿Cómo será eso?
Muy simple; va a decir a la gente que si quiere que no haya corrupción lo diga, para que todos se pongan de acuerdo; y luego su dedito, lo someterá a votación.
Dice desconfiar de las autoridades electorales; y sin embargo, participa bajo sus reglas porque no le queda de otra; “no tengo otra opción”
¿Y qué pasará, cuando como Presidente sí la tenga?
¿Es este inmaduro y lacio setentón, el puntero que atrae multitudes? ¿El candidato que parece maná caído del cielo, porque a todos les sabe a lo que anhelan? ¿El candidato que puede llegar a gobernar México?
No lo creo.
¿Quién puede confiar en un tipo que condena la corrupción, pero apoya para cargos de elección popular a personajes de la misma siniestra fama?
¿A un hablador que al parecer ya perdió piso porque primero reprueba y luego alaba, las reformas de Peña Nieto?
¿Al hombre que frente a su gente promete, lo que en lo obscurito desmiente para tranquilizar a la banca, con un “No vamos a afectarles en nada; tengan confianza”?
¿A un farsante que dice no tener ego, pero se define “republicano, demócrata, honesto, pacífico, consecuente, plural, incluyente, libre, congruente y respetuoso de las instituciones”?
¿A quién tras prometer que si pierde se irá a la chingada (y si gana, nos iremos todos) amenaza por si acaso, con soltar al tigre? (que por lo que vi, es chimuelo y sin garras)
Yo definitivamente, no.
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