Cuando dependencias de la administración pública como lo son las Sindicaturas Procuradoras, entidades destinadas y diseñadas para fiscalizar y garantizar que todas las acciones gubernamentales se lleven a cabo de manera correcta y transparente, y sus titulares las someten a la voluntad y capricho de los ejecutivos municipales, entonces estos órganos garantes de probidad gubernamental, simplemente se transforman se convierten en consejerías y quienes las encabezan en los sirvientes de quienes gobiernan.
En esta situación se encuentran las Sindicaturas de los gobiernos locales de Tijuana y Playas de Rosarito, entidades que sus titulares, Marcela Guzmán y Miguel Ángel Vila, respectivamente, se han convertido en la ama de llaves y el mayordomo de sus al alcaldes, generando con esta domesticación en estos 13 meses de gestión, gobiernos plagados de ineptitud, ineficiencia, corrupción e impunidad.
La inamovilidad ante las acciones de corrupción mostrada por ambos Síndicos asombra por su similitud, ambos son distinguidos militantes del Partido Acción Nacional (PAN), lo que muestra y demuestra la decadencia y degradación existente en el organismo político que lleva casi 30 años en el poder en la entidad, han hecho suyo lo que antes criticaban y señalaban, el uso y abuso del poder político para su beneficio.
La actuación de los Síndicos Procuradores, Marcela Guzmán y Miguel Ángel Vila, han brindado de manera descarada impunidad a los funcionarios inmersos en actos de corrupción que han salido a la luz y han sido expuestos a la opinión pública, que con cinismo han avalado aduciendo “tecnicismos” inventados en una interpretación a modo de los ordenamientos violentados, cumpliendo así con las instrucciones precisas de quienes los domesticaron, los alcaldes Juan Manuel Gastélum y Mirna Rincón, respectivamente.
Son asombrosas las similitudes que tienen entre ellos en sus acciones de protección a los actos de corrupción, procesos de licitación indebidos y amañados, compras o arrendamientos irregulares y oídos sordos con las denuncias en contra de funcionarios por sus malos manejos en las dependencias a su cargo, siempre bajo el escrupuloso cuidado de no incomodar a su alcalde.
La independencia que debe de guardar la Sindicatura del ejecutivo para llevar a efecto el cabal cumplimiento de sus responsabilidades, se lo engulleron Guzmán y Ávila, y no solo eso se han tragado, la dignidad y el respeto a la investidura que el voto les confirió desde su arribo al cargo tuvieron el mismo fin.
Para ellos ser los sirvientes de quien deben de vigilar lleve a cabo las acciones gubernamentales y la aplicación de la políticas públicas de manera correcta, eficaz, eficiente y transparente, no los ruboriza, no les incomoda que sean señalados por la opinión pública, al contrario, los enorgullece su falta de dignidad y respeto a la investidura que tienen, mientras estén bien con sus “jefes", que importa que los actos de corrupción se incrementen y se realicen descaradamente, si los alcaldes los toleran, quienes son ellos para impedirlos.
Y faltan dos años.
Se le cayó al Fufo….
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