viernes, 8 de diciembre de 2017

Violencia doméstica

Por Teresa Gurza.
Toda violencia es odiosa; pero más, si la ejercen padres, novios, parejas o maridos, contra mujeres a las que debían proteger; y peor aún, cuando los maltratos son sexuales.


Por fortuna la sociedad que antes consideraba insultos y golpes, como una “cruz” mandada por Dios que había que aguantar en bien de la familia, que hablaba de las relaciones en el matrimonio, como un deber que cumplir tuviera o no deseos la mujer, que no castigaba a Ministerios Públicos que se reían ante las denuncias de mujeres golpeadas y que tomaba los piropos majaderos y el acoso sexual como algo gracioso y natural, está cambiando.

Y cada día hay más mujeres que no se dejan y denuncian lo que sucede.

Como en muchas otras cuestiones, el cambio se inició en el medio artístico, que fue pionero en asumir los matrimonios y adopciones interraciales y los divorcios y vuelve a serlo ahora, con esas valientes actrices que están denunciado las agresiones de algunos capos del cine.

Hace unos días, el 25 de noviembre, se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, instaurado por la ONU en diciembre de 1999, para impulsar a gobiernos y organizaciones internacionales y no gubernamentales, a sensibilizar al público respecto de este grave problema; que va creciendo.

Se eligió esa fecha, en homenaje a las tres hermanas Mirabal; activistas dominicanas de los derechos humanos, asesinadas por el dictador Trujillo el 25 de noviembre de 1960.

Fue también importante para la decisión, la reacción ante el cruel asesinato en 1997 de la española Ana Orantes; quemada viva por su marido José Parejo, en el patio de su casa días después de que se atrevió a exponer en televisión, los maltratos sufridos en 40 años de matrimonio.

Si testimonio fue fundamental para instalar la violencia de género en el primer plano del debate social en España; donde hasta entonces y como sucede aún en muchos sectores de México, los abusos de los esposos contra sus mujeres, se abordaban solo en el ámbito doméstico.

Leo en El País, que las denuncias de Ana, que precisó “En 40 años sólo me dio palizas y sinsabores”, no sirvieron para protegerla del asesino; pero sí, para que ese diario empezara a contabilizar las víctimas de la violencia machista; que de enero a septiembre de este 2017, victimizó 38 españolas.

Y con todo y los avances, en el mundo entero sigue habiendo maltratos.

Se discrimina a las mujeres, se las viola, se las humilla, se las casa niñas, o con hombres elegidos por los padres, se las obliga a vestir y comportarse de determinada manera, en familias pobres se les limita la comida para dar más a los hermanos hombres y en las ricas se las hace estereotipos de modas y consumo; en fin, se les violan todos sus derechos.

Y se continúa practicando la mutilación genital femenina, consistente en la extirpación total o parcial de los genitales externos, a alrededor de 70 millones de niñas africanas entre 4 y 14 años; y a descendientes de inmigrantes en Asia, Europa, Australia, Canadá y los Estados Unidos.

En México, la ola de feminicidios parece no tener fin y cada vez son más jóvenes las agredidas.

Cifras del INEGI indican, que más de la mitad de las mexicanas ha sufrido algún tipo de agresión de sus parejas; y que casi el 70 por ciento de las que viven en la Ciudad de México son violentadas en calles o transportes.

Y la Secretaría de Salud reconoce que la violencia intrafamiliar y los asesinatos, han ido en aumento; siete mujeres fueron asesinadas todos los días de los años 2013 y 2015 y actualmente los números son mayores; siendo Querétaro, el estado con más incidencia.

Datos oficiales precisan que los feminicidios son más frecuentes en mujeres de entre 15 y 29 años; y que la violencia que contra ellas se ejerce, “es consecuencia de la discriminación que sufre tanto en las leyes como en la práctica”.

Por lo general, la violencia empieza con maltrato verbal o físico de los padres y violaciones cometidas por algún familiar; y desemboca en golpizas de la pareja, trata, violación y asesinato.

Para aquellas que dudan si viven o no en situación de violencia, se ha elaborado la siguiente guía con los aspectos principales a considerar.

Es maltrato, si tu pareja te impide ver a tu familia, amigos y vecinos y debes pedirle “permiso” para todo.

Si se opone a que trabajes o estudies; si te quita el dinero que ganas, o no te provee de lo necesario; si te controla, acosa y no te deja decidir con libertad.

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