viernes, 14 de julio de 2017

Yo no fui, fue teté

Por Teresa Gurza
Pena ajena, ahora a nivel global, me dio esa fotografía publicada la semana pasada en diarios de México y el mundo, en la que se ve al presidente Peña hablándole al presidente Trump; que no solo no le hace caso sino que con mirada desdeñosa, se voltea para otro lado.

Como seguramente saben ustedes, esa imagen fue tomada en la reunión bilateral, ocurrida en el marco de la Cumbre G20 celebrada en Hamburgo; y tras ella, una periodista preguntó a Trump si insistía en cobrarle a México el muro que amenaza levantar, a lo que respondió “absolutamente”.
Para variar, Peña no dijo ni pío.
Por miedo, dejadez, o sumisión, dejó pasar otra vez la insolencia; tal como hizo en su propia casa, cuando la nefasta invitación que hizo a Trump para visitar Los Pinos, el hoy aprendiz de canciller, Luis Videgaray.
Ya de vuelta en México, Peña Nieto dijo que no contestó, porque no hace caso a murmullos; y el secretario de Relaciones Exteriores expresó que no oyó ni pregunta ni respuesta.
Vaya con el par de sordos...
Y para amolarla más, Peña aseguró que su encuentro con el gringo “fue muy positivo”.
Triste que considere así, la grosera actitud de Trump y que su falta de reacción ante insultos contra México, nos hagan quedar ante el mundo como agachados.
Y mientras tanto, los Congresos federal y estatales continúan destinando millones a “dádivas” que se apropian, pretendiendo que creamos en su "austeridad"; otra vez hubo internos muertos en un penal, le tocó al de Acapulco con 28 fallecidos, probando que el gobierno no puede garantizar seguridad ni siquiera en los reducidos espacios de las cárceles a su cuidado; en otra combi del estado de México, otra menor es violada, sin que se dé con el agresor; en la escuela Rosario Castellanos, los niños no pueden estudiar porque faltan libros y sus sillas "mordelonas", les causan dolores y moretones; en pueblos y ciudades siguen apareciendo mutilados, cabezas, y fosas; continúan los asaltos en domicilios particulares y negocios, en vagones y pasillos del Metro, en autobuses y carreteras; y según denuncia el periódico Reforma, los jueces han llenado casi la mitad de los puestos de la Judicatura con hijos, sobrinos, y cuñados, en un nepotismo sin control.
Todo esto, que provoca impunidad para los criminales y dolor y miedo a millones de familias, es consecuencia de la atroz corrupción en que estamos inmersos.
Y de la que acabamos de atestiguar otra muestra, con el socavón del Paso Exprés que se abrió en el pedazo recién inaugurado de la carretera de Cuernavaca.
El tramito de 14 kilómetros y medio, costó dos mil cien millones de pesos, mil cien millones más que lo programado, y enlutó este pasado miércoles y doblemente, a la familia Mena; porque su auto, con el jefe de familia y uno de los hijos, fue tragado al romperse la capa de asfalto; que según se aprecia en las fotografías, es apenas algo más grueso que una mano de mi barniz de uñas.
Ojalá cayeran dos funcionarios con bien ganada fama de corrupción y que tuvieron que ver en el asunto.
Me refiero al gobernador Graco Ramírez y al secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruíz Esparza, quienes se echan mutuamente la pelota de su irresponsabilidad.
También juegan al “yo no fui fue Teté”, al acusar del desastre al gobierno de Morelos y a Ruíz Esparza, las empresas Epccor y Aldesa.
Epccor es propiedad de la familia Gutiérrez Cortina; los mismos dueños de Gutsa que levantó la cuestionada Estela de Luz de Calderón, también a costos superiores y tiempos mayores a los programados, por lo que fue inhabilitada por anomalías; pero sigue construyendo y cometiendo errores fatales; pero ahora, con otro nombre.
Ante las acusaciones de los empresarios indicando que el gobernador morelense es responsable de lo sucedido por no limpiar los drenajes, Ramírez respondió que la obra no le había sido entregada; pero eso sí, asistió muy orondo a su inauguración el pasado 5 de abril.
Ruíz Esparza por su parte, advierte que la culpa es de las lluvias que colapsaron los tubos; pero como los aguaceros no hablan, no lo pueden desmentir.
Y el presidente Peña se escurre diciendo que no puede opinar, porque no hace “juicios precipitados”
Pero nada de lo anterior, parece preocupar a los senadores; que han sido incapaces de implementar el  indispensable Sistema Nacional Anticorrupción y nombrar a su fiscal.

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