Del horror a la psicosis por la espiral violenta desatada en Guerrero, Michoacán, Guanajuato, Baja California y Sinaloa, cuando efectivos del Ejército Mexicano son emboscados cerca del municipio de Badiraguato. El objetivo era liberar a un detenido de su banda: Julio Oscar Ortíz Vega “El Kebin”.
En el ataque que supuestamente se adjudica a los hijos del capo Joaquín Guzmán Loera, los agresores utilizaron granadas de mano, armas largas semiautomáticas y letales metralletas Barret. Seis militares muertos y otros diez gravemente lesionados fue el saldo de este enfrentamiento, como pocas veces visto en las crónicas periodísticas: “Dos vehículos militares quedaron totalmente calcinados y los cadáveres de los militares desperdigados en medio de la calle”.
El cobarde ataque pronto fue condenado por diversas autoridades, por considerarse una alta afrenta a las Fuerzas Armadas Nacionales, por lo que ya se registra una fuerte incursión de militares en toda la zona encabezada por el General Alfonso Duarte Mújica, bien conocido por su trato y excelente trabajo realizado en su estadía en suelo Bajacaliforniano y donde no podemos decir lo mismo hasta ahora del General José Ricardo Bársena Rosiles, con todo y de que las comparaciones siempre serán odiosas.
El caso es que en nuestras ciudades se agolpa también esta guerra soterrada entre grupos delictivos, como no se había visto, al grado de indicar que los criminales “le han tomado la medida a las autoridades” o bien no les tienen ninguna consideración para operar a sus anchas en todo el perímetro con resultados magros e incipientes…
La oleada de migrantes de color que huyen de sus países africanos y del Caribe, especialmente de la isla Haitiana, igualmente le empiezan a cambiar el rostro y fisionomía a la frontera, por lo que no se descarta que muchos de ellos se aclimaten o adapten pronto al rimo de vida fronterizo y la idiosincrasia generalmente noble de los locales.
Con todo y de que no falta quienes muestren sus reservas por el “karma negativo” que estas personas pudieran traer a la frontera mayores calamidades, pues sabido es que la gran mayoría de ellos son fervientes creyentes del vudú disfrazado de catolicismo. Fenómeno que también pudiera muy ser aprovechado por los grupos delictivos que operan en esta región…
En nuestro bello y antes apacible municipio de Playas de Rosarito, también despedimos el mes de Septiembre con una noche sin luna, varios ejecutados y cuerpos encobijados en un desolado camino rural al norte de la ciudad colindante con Tijuana.
En menos de una semana, aparecen dos “narco-mensajes”, uno en un puente peatonal con supuestas amenazas a un subcomandante de la Policía Municipal y los otros encima de los cuerpos localizados la tarde del viernes 30. Las autoridades se muestran parcas ante la serie de amenazas de los capos dirigidas por diversos medios, vía telefónica y hasta en la radio frecuencia, en contra de los mismos uniformados y sus mandos superiores.
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