DINO.- Mucha tinta y tiempo se ha gastado en solo dos días de la renuncia del dirigente del Partido Revolucionario Institucional a nivel nacional, Manlio Fabio Beltrones Rivera, y no es para menos.
Beltrones fue claro y contundente en su discurso al referirse a los pobres resultados de las elecciones del pasado reciente 5 de junio, en las que su partido fue “apabullado” por sus adversarios en algunos estados. Tras los comicios, el PRI gobernará 15 estados en los que se concentra el 45% de la población mexicana.
En las elecciones pasadas se registró un incremento en la participación de los electores en Quintana Roo, Chihuahua, Tamaulipas y Durango, donde los priistas fueron derrotados por candidatos del PAN (dos de ellos en alianza con el PRD). Además, en estos cuatro estados no se había visto nunca un cambio de partido en el gobierno.
Por el contrario, en el estado de Veracruz, que también perdió el PRI y nunca había tenido alternancia, la participación bajó en un 18%.
Baja California no fue la excepción en cuanto a los pobres resultados priistas, al perder la mayoría en el Congreso del Estado y quedarse con apenas dos de las cinco alcaldías.
Esos resultados tienen varias aristas, pues no puede culparse de ellos a un solo hombre y Beltrones fue preciso al señalar que, entre otros, los motivos de los magros resultados obtenidos obedecieron a la “calidad de los candidatos” y al trabajo realizado por los gobernadores de las entidades que no gobernará el PRI a partir del próximo año, lo que alejó a los electores para votar a favor de los abanderados tricolores. Fue ahí en donde el ahora ex dirigente priista dejó en claro el porqué de su decisión.
El dinosaurio tricolor es un referente en la política nacional que dará todavía mucho, pero mucho de qué hablar y escribir, pues su dimisión ha sido interpretada por muchos como su fin político y, para otros más, como una decisión de mantener “una sana distancia” de lo que es el máximo cargo político en el país: la presidencia de la república; posición a al cual aspira y por la que ha ido abriendo brecha.
Al momento, ha habido expresiones y análisis simplistas sobre la dimisión de Beltrones que no debe soslayarse, aún con los brotes de violencia incontrolable en diversos puntos de la geografía nacional y los yerros en la política interna del país para sofocarlos, pues la decisión de Beltrones, encubiertamente, tiene mucho qué ver con la situación que vive México, pues el hoy ex líder priista busca no ser relacionado con el descontrol gubernamental en los temas políticos y de seguridad internos que no ha podido resolver la administración de Peña Nieto.
Habrá que destacar que al PRI le fue mal el 5 de junio, no sólo por lo que expresó Beltrones, sino por las condiciones internas del partido en cuanto a sus luchas intestinas y el divisionismo que se dio a raíz de las formas en la definición de sus candidatos, lo que fustigó a muchos a trabajar en contra de sus propios correligionarios, sumado a las prácticas mañosas de sus contrincantes que les aprendieron a los mismos tricolores, pero corregidas y aumentadas.
Manlio Fabio Beltrones Rivera, en los próximos dos años dará todavía mucho de qué hablar y escribir, pese al “fuego amigo” que durante sus 10 meses al frente del PRI le lanzaron sus competidores por el máximo cargo del país que forman parte del gabinete peñista.
Beltrones es una de las figuras más controvertidas en la política mexicana. Muy admirado por muchos, que defienden su brillantez estratégica y táctica, pero es también criticado por otros tantos que le acusan de tener un discutible tufo del priismo añejo.
Manlio Fabio dirá, tal y como lo expresó Douglas McArthur tras su derrota en Filipinas infligida por los japoneses: “¡Yo volveré!” (I shall return!).
Hasta aquí la dejamos, no sin antes recomendarles que NO SE ENREDEN ¡Y PUNTO!
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