Algunos les llaman “chocolates”, como referencia de que no fueron importados legalmente al país. Pero entre ellos pueden confundirse vehículos robados, o aquellos de dudosa procedencia, que son objeto de comercio, sin garantía para ninguna de las partes.
El tema es interesante y cada quien lo refiere, según su conveniencia.
La existencia y circulación de los autos “chocolates”, muestra el injusto trato del gobierno federal, hacia los fronterizos.
No es que a los fronterizos les agrade poseer vehículos introducidos ilegalmente al país.
El gobierno federal es responsable directo de este problema, pues al proteger a los fabricantes de autos, encarece el costo de la importación de los vehículos usados.
Quienes residen en el centro del país, no tienen las mismas facilidades que los fronterizos. No en el mismo número que en la frontera, pero en casi todas las entidades circulan. Se dice que en Baja California, hay aproximadamente un millón de autos “chocolates”.
Las fabricas de vehículos, han optado por producir aquellos que sean más económico. Con grandes esfuerzos, lo logran, pero, aunque supuestamente baratos, son bastante caros.
Los compran, porque un vehículo, es un instrumento de trabajo. Tener auto propio, permite recorrer grandes distancias o trasladarse de un lado a otro, con cierta facilidad.
Esto, obligados por las pésimas condiciones del transporte, muchas de las veces que no permiten llegar a tiempo a laborar.
Para muchos, no queda otra más que adquirir un auto “chocolate”. Es para lo único que les alcanzan sus ingresos.
Si su capacidad económica, fuese mejor, claro que a todos los fronterizos les gustaría adquirir un auto de modelo reciente, nuevo o moderno.
El sueño de poseer un buen vehículo, se acaba, al conocer el precio de los mismos. Ni trabajando 24 horas al día, el resto de sus vidas, pueden pensar en esa posibilidad. Los salario que perciben, son bajísimos.
Por ello es que compran lo que les ofrecen. Y sin importar las condiciones físicas y legales.
Irónicamente, con ello, en lugar de ganar, pierden. No hay forma de acreditar la propiedad de los autos “chocolates”, en la mayoría de los casos.
Si se los roban, no hay forma de recuperarlos legalmente.
Si tienen la desgracia de sufrir un choque, conrta un vehículo en tales condiciones, es pérdida total para el afectado, pues carecen de seguro por daños contra terceros. Las compañías aseguradoras, no protegen esa clase de vehículos, principalmente porque el valor es mínimo, contra los montos altos de los daños, en la mayoría de los casos.
Además, las políticas centralistas, han afectado otras actividades colaterales o relativas con la industria automotriz.
No solamente han cerrado innumerables empresas o negocios de venta de autos usados, sino también aquellas dedicadas a la reparación de los mismos. Carroceros, pintores, tapiceros, han perdido su fuente de trabajo.
Quienes observan el problema, lo ven parcialmente y de acuerdo a sus intereses. Los comerciantes de autos usados, se quejan de que el mercado está inundado de autos “chocolates”.
Pero nadie sale en defensa de todos aquellos que vivían de la comercialización de vehículos usados. Tramitadores de importación, mecánicos, carroceros, tapiceros.
Cada quien defiende su parte. Que se acabe el problema de los “chocolates”, pero a base de retenes en los que sean decomisados, los que circulan en la calle.
Este problema va a subsistir, mientras no cambien las políticas del gobierno federal.
Que las condiciones de vida de los fronterizos cambien. Que sean mejores.
A partir de que los salarios, mejoren y les permitan adquirir los satisfactores más elementales.
Para ello, se requiere la solidaridad de todos los fronterizos y el entendimiento del gobierno central.
Las acciones policiacas o represivas, no solucionan nada. Lo agravan.
Como la industria automotriz, no va a bajar sus precios, el gobierno federal debe flexibilizar sus políticas. De cualquier forma, no tiene capacidad de mantener el orden.
gil_lavenants@hotmail.com
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