Tijuana, para muchos es una ciudad de mitos, leyendas e historias urbanas que de voz en voz la han convertido hasta cierto punto infame. Pero ¿quién cuenta la historia “oficial” contemporánea de la ciudad?, ¿dónde encontrar datos específicos? Preguntando y buscando me encontré que la documentación se hizo casi en su mayoría de manera alternativa.
Como parte de mis estudios universitarios en 2008 realicé una pequeña investigación acerca de los fanzines que se publicaron en la ciudad desde finales de los ochenta hasta que prácticamente los blogs mataron la producción. Todos los caminos me llevaron a Rafa Saavedra, escritor y bloguero fronterizo quien prácticamente se convirtió en el eje central del proyecto. Más que entrevistas frías y calculadas, con él tuve conversaciones que giraban simplemente en ¿cómo era la ciudad en esos años?, y por supuesto acerca del mundo fanzinero. Manejamos como punto de partida 1985, que es cuando se publica el primer artículo sobre zines en México y cuando aparecePsychocandy, la primera publicación de este tipo.
Antes que nada, tenemos que contextualizarnos con lo que se vivía en la frontera en esos años: ser panista era considerado alternativo (el PAN ganó la primera elección estatal en México en Baja California en 1989, después de 60 años de totalitarismo). Si cruzabas a Estados Unidos con un pin del Frente Sandinista te lo quitaban los migras. Un nuevo punk llegaba más hardcore y con mayor carga política en los toquines del Cinerama2000 y el cruzar a San Diego a comprar todo el “kit alternativo” fue clave para el movimiento cultural que se vivía. Llega la 91x, estación de rock que con sus programas de videos se convertirá en un precedente musical en la región. Nacen Tijuana No! y Nortec, piezas clave para la cara de la ciudad ante México y el mundo. Es en esos mismos años que abre el Iguanas, lugar de conciertos donde Saavedra pudo no sólo ver a bandas como Jane’s Addiction, Nirvana, Sonic Youth, Nine Inch Nails, Café Tacvba y Fobi, Rafa empieza a conseguir pases de “prensa fanzinera”. Así, pudo entrevistar y publicar en sus zines las entrevistas, reseñas y artículos de manera honesta, con una visión consciente de lo que sucedía a su alrededor.
En ese tiempo, la mayoría de los zines eran punks. A Saavedra no le gustaban mucho, primero por estar mal impresos y con contenidos dispares que los hacían ilegibles; demasiado resentidos y sin gusto por nada específico. Así nace Psychocandy, un zine que utilizaba tanto imágenes como ideas provocadoras. Con sus herramientas (máquina de escribir, copiadora, recortes, etcétera) producía los números siempre utilizando un diseño limpio, dándole importancia a la lectura. Los vendía en conciertos y espacios públicos de la ciudad.
Por un lado, Tijuana se encontraba alejada de la visión de país y por otro, eso mismo la hacía emocionante para generar nuevas ideas, ¿quién iba a pensar que lo que aquí se producía llegaría al centro y sur de México? Con Dj Tolo, Saavedra empieza El centro de la rabia que era un formato más parecido al de una revista. No tenía una temática central, pero igual hablaba sobre el hip hop en español que de Diego Rivera. En su primer número (que traía una entrevista con Los Fabulosos Cadillacs) llega a Gerardo Yépiz “Acamonchi”, quien comienza a colaborar en la realización de las portadas. Presentan el proyecto en varias ciudades y se crea una comunidad de ocio, la cual sería una especie de pre red que después se masificaría con la llegada del internet. Para presentar cada número se realizaban fiestas temáticas. Existía una calidad de autodidactas en todos los que se encontraban involucrados, esto hizo que se explotara la creatividad de cada uno y se crearan colectivos en los que cada quien realizaba una labor específica.
Para este punto, ya se estaba viviendo una especie de boom fanzinero en la ciudad. Se mueve una ola creativa de decir y crear cosas. Con temas variados, era sencillo tomar una hoja en blanco escribir a mano un poema, un mini relato, pegarle una fotografía y sacarle copias.
Velocet sería una publicación mucho más estructurada, pensada desde un principio con un formato empresarial de revista. Las portadas eran realizadas por Acamonchi. El diseño, la traducción de artículos y las fotografías se pagaban. Manejaba un underground moderado, ya que tenía contacto con las instituciones locales. A pesar de eso, se hablaba de lo que se vivía, fueron ellos quienes publicaron uno de los primeros artículos sobre raves y drogas (en particular el éxtasis).
A principios del nuevo milenio presenta Radiante, un proyecto que se presentaba dividido en dos: la primera parte era impreso y la segunda era una serie de videos que a cargo de Sergio Brown. Al final termina en una tercera forma de publicación, meramente digital en formato de blog.
Como bloguero, en Crossfader Network, Rafa seguía siendo una voz de lo que acontecía en la frontera, convirtiéndose así en el cronista extraoficial del “fronterismo”. Siempre con un ojo entrenado para estar consciente de donde estaba y plasmarlo en sus relatos que juegan entre la realidad y la ficción de una Tijuana en constante cambio. Con una personalidad rayando en lo intenso y con un fanatismo a lo nuevo, “…en los ochenta, con el internet, me hubiera vuelto loco; demasiada información,” me dijo en una entrevista. “La primera vez que usé internet duré diez horas sentado frente a la computadora”.
Desde hace poco tiempo, Rafa cursaba la maestría en Estudios Culturales, siendo su tema de tesis era el de los fanzines noventeros en Tijuana, un proyecto que lo llevaría en los próximos meses a Italia.
Pero ni iría. Rafa murió el martes, 17 de septiembre, 2013. ¿Quién fue Rafa Saavedra para Tijuana? Fue alguien que no conocía barreras generacionales. Siempre criticó el choque generacional que comúnmente se daba en la ciudad, en donde una generación quería ser puente y otra protagonista. Su visión iba más allá de eso. Siempre creyó que la frontera era un punto que el mundo tenía que conocer. Me atrevo a decir que es uno de los pocos personajes meramente tijuanenses, nacido y malcriado en esa ciudad, es por eso que duele verlo partir. En general son pocas las personas que dan libremente su opinión personal cuando se lo pedías, por lo que encontrar a alguien como él, marcó a muchas personas.
En lo personal, me gustaría leer sus diarios, saber lo que no dijo pero de lo que ciertamente tenía una opinión marcada. Sus aventuras en varias décadas. Los libros y revistas que leía. Revisar todos y cada uno de los objetos sobre Tijuana que, seguramente, tenía en su archivo personal.
Desgraciadamente la vida, como a él le apasionaba, cambia repentinamente. Rafa no estará en presencia física pero sí, de manera omnipresente en Tijuana y su vida fronteriza. En cada fiesta, cada concierto, en una nueva red social, en un salón de clases, en la presentación de un nuevo libro o en la inauguración de una expo. Y seguramente, a través de los años, será objeto de admiración y punto de partida para lo que viene (tendría que serlo). No queda más que dejar en sus propias palabras quien fue Rafa Saavedra:
1) Tijuanense.
2) Cronista snobground.
3) Fanzinero-revistero de luxe (Psychocandy, El Centro de la Rabia, Velocet, Radiante) .
4) CDJ en alza (style + songs + bagaje cultural).
5) Escritor beyondeado con tres libros de relatos: Esto no es una salida. Postcards de ocio y odio (La Espina Dorsal, 1996), Buten Smileys (Yoremito, 1997) y Lejos del noise (Moho, 2003).
6) Productor de Selector de Frecuencias (a very cool radio show).
7) Fotógrafo de escenas y nimiedades.
8) Bloguero posteverything.
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