Por Gilberto Lavenant
Además del desánimo, la frustración y la incertidumbre, que ha generado el hecho de que los alcaldes, de al menos cuatro de los cinco ayuntamientos de la entidad, han exigido a sus empleados de confianza, sus “renuncias voluntarias”, a fin de poder acceder al programa de rescate financiero, del gobierno federal, a gestión del Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, hay otro aspecto relevante e interesante, relativo a las confianzas y desconfianzas.
Para empezar, vale la prena observar que muchos de los actuales empleados de confianza –así se les llama legalmente, a quienes realizan labores especiales como las de administración, supervisión y fiscalización- no llegaron con los alcaldes actuales.
Muchos tienen ya, bajo tal condición, uno o dos trenios anteriores, con la promesa de que al concluir la gestión del alcalde con el que llegaron, se les otorgaría su plaza correspondiente. El tiempo ha pasado, les asignan plaza o base a quienes acaban de ingresar, por recomendación de los alcaldes o funcionarios del primer círculo, mediante pactos con los dirigentes sindicales, dejando rezagados a quienes llevan años haciendo méritos para ello.
Es más, no todos los que están bajo la condición de “empleados de confianza”, realizan las actividades que la legislación refiere como destinadas para ellos. La gran mayoría son empleados comúnes y corrientes. La condición de “confianza”, es solamente un pretexto para no basificarlos. Esto, no obstante que ya merecen ser reconocidos como de base o planta. Hay muchas injusticias y violaciones de derechos laborales, en éste rubro.
Pero es otro el aspeto a comentar en esta ocasión. Resulta que siendo “empleados de confianza”, al inicio de sus labores se les hace firmar un contrato de trabajo, que puede ser anual o por los tres años que comprende la gestión municipal. A la vez, se les obliga a firmar su “renuncia voluntaria”, para hacerla efectiva en cualquier momento.
Al recibir la “generosa” y “atractiva” propuesta, conocida como Programa de Rescate Financiero “Cupón Cero”, los Alcaldes se percataron que en los expedientes personales de muchos de esos “empleados de confianza”, no existían las correspondientes renuncias. Un requisito para recibir recursos, sin necesidad de pago de intereses, es que reduzcan su plantilla de personal al 55%. Por ello la exigencia y el apuro de recopilarlas.
Sabedores de que muchos de esos empleados, principalmente los que tienen ya varios años laborando bajo esa condición, se negarían a firmar su “renuncia voluntaria”, se les dijo que el documento era solamente una constancia de confianza en el alcalde. Con desconfianza y ante el temor de quedar sin empleo, muchos firmaron. Otros aún se siguen resistiendo. Y tienen razón, nadie confía en los políticos.
Pero, a propósito de confianzas y desconfianzas, este asunto tiene mucho de lo último. De desconfianzas. Veamos por qué. Los cinco alcaldes de Baja California, son priístas. El Gobernador Osuna Millán y el aún Presidente Felipe Calderón, son panistas. Es formidable que siendo de partidos distintos, se les tienda la mano para solventar sus necesidades financieras de fin de año. Institucionalmente, es correcto.
El caso es que faltan solamente unas seis semanas para que Calderón concluya su gestión y no hay nadie que pueda garantizar que los gobiernos municipales priístas, que se integren al programa de rescate financiero, recibirán en tiempo y forma, o sea antes del próximo 1 de diciembre, los recursos requeridos y prometidos por los gobiernos panistas. Es mucha la confianza al respecto.
Sin embargo, los alcaldes priístas, han evidenciado que no confían mucho en el Presidente electo, Enrique Peña Nieto, que es del mismo partido que ellos y que inicia su gestión dentro de 6 semanas. En el caso del Alcalde de Tijuana, Carlos Bustamante, contrató los servicios de Protego Asesores, empresa de la que fue socio principal Luis Videgaray, para renegociar la deuda. Dada la cercanía de este personaje, que será algo así como vicepresidente de México o titular de la Secretaria de Hacienda, hubiera sido sencillo gestionar una entrevista con él y solicitar los apoyos especiales requeridos, durante los primeros días de dicembre, en cuanto los priístas llegaran a la Presidencia de la República.
Al mismo tiempo, para bajar un poco la presión y aliviar los apuros, podrían establecer un pacto con los trabajadores de los gobiernos municipales, para que entendian las condiciones críticas de las finanzas municipales, y acepten esperar la llegada de los recursos. Básicamente, gestionar un programa de rescate financiero, como el ofrecido por los gobiernos panistas, pero sin la exigencia de despedir personal. Eso es posible.
Esto es irónico e incongruente. Los alcaldes reclaman confianza a sus “empleados de confianza”, aceptando firmar sus “renuncias voluntarias”, pero en cambio hacen apuradas negociaciones con los gobernantes panistas, en especial con Calderón que concluye su gestión dentro de seis semanas, evidentemente porque no confían en que apoyos similares puedan recibirlos del priísta Enrique Peña Nieto. En casos como estos, las desconfianzas se tornan en deslealtades e incluso en traiciones.
Lo que es peor, los alcaldes priístas, ven el programa de rescate financiero, ofrecido por los gobiernos panistas, como una “tabla de salvación”, cuando que será un mero paliativo y una carga más en las pesadas deudas que ya tienen y que están poniendo a los gobiernos municipales al borde de la quiebra. Un “mejoralito” para aliviar un cáncer.
Es importante destacar, que las deudas de los gobiernos locales, no fueron generadas porque las pretensiones de incremento salarial de los burócratas, sean de base o de los llamados “empleados de confianza”, sean exageradas e imposibles de cubrir.
Las crisis financieras de los gobiernos municipales de Baja California, así como la mayoría de los del país, han sido originadas por los pésimos administradores o alcaldes, que llegan a la función pública, aún los que presumen ser empresarios, con nula experiencia y capacidad para administrar responsablemente los ayuntamientos. Y son tan cínicos, que ni se dan por aludidos, cuando se les recuerdan sus yerros. Es más, hasta quieren ser gobernadores. Ufff.
gil_lavenants@hotmail.com
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