viernes, 7 de septiembre de 2012

Palco de Prensa: La psicosis femenil

Por Gilberto Lavenant
En los últimos días, se ha desatado una psicosis por el presunto “levantón” de mujeres en la zona costa de Baja California, principalmente jovencitas.
El asesinato de dos de ellas en Ensenada, el hallazgo del cuerpo de otra más en Tecate, la denuncia de desaparición de al menos una más en Tijuana, lo fundamentan. Aunado a esto, la aparición de individuos dedicados a la trata de blancas, sorprendidos acosando o pretendiendo “levantar” jovencitas, con evidentes intenciones de explotación sexual, confirma que es fundado el temor de muchos, de que ésta zona se convierta en lo que durante muchos años ha sido Ciudad Juárez, donde el femenicidio ha enlutado numerosos hogares, ante la incapacidad manifiesta de las autoridades para frenarlos. Las autoridades suelen presumir, como supuesto éxito, la dizque disminución de hechos delictivos, al menos los de alto impacto. Sin merecerlo, hacen cierto aquello de : “haz fama y acuéstate a dormir”. Pero no entienden que los delincuentes, son algo peor que los microbios que se transforman constantemente, para evitar, diluir o enfrentar la acción gubernamental que les combate. El llamado crímen organzado, ya no se le puede identificar simplemente por el narcotráfico. Ha diversificado sus acciones o formas de operación. Lo mismo se dedican al robo de automóviles, al narcomenudeo, a cometer asaltos bancarios, secuestros, el simple “cobro de piso” o la trata de blancas. Tampoco se les puede identificar por la forma de vestir, ya sea tejana, botas y cintos pitiados, “trocas” reforzadas y armas de grueso calibre. Muchos de ellos se han convertido, al menos en apariencia, en delincuentes de “cuello blanco”, aquellos que se ostentan como señorones o juniors, tan sólo para atraer incautos. En especial jovencitas, que atraídas por las ostentaciones de riqueza y poderío, caen como las moscas a la miel. Con toda razón se ha desatado la psicosis, cuando surgen las denuncias por presuntas desapariciones o “levantones” de jovencitas y el encontrar los cuerpos inertes de algunas de ellas, acribilladas o simplemente asfixiadas. El asunto es sumamente complejo y la sociedad entera es responsable de lo que ocurre. Las autoridades policiacas, son responsables, en tanto que se han ausentado de las calles, dejando a cargo del ejército las tareas de vigilancia, que son del ámbito de la mera prevención. Se comportan de manera negligente y es muy pobre su labor, y en gran parte inexistente, de vigilar los alrededores de los centros educativos, o los entornos de fuentes de empleo, los sitios de transporte colectivo. Dejan el camino libre para que los delincuentes hagan de las suyas. Así, ni siquiera vale la pena llorar. Es responsabilidad de las autoridades de los planteles educativos, porque no han tenido la voluntad, ni el ingenio, para apoyar a los jóvenes estudiantes, principalmente mujeres, tanto a la hora de ingreso, como a la salida de clases. Piensan, o suponen, que su responsabilidad es solamente al interior de las instalaciones educativas y permiten que del cerco, hacia afuera, los malandros roben, vejen y priven de su libertad a los escolares. La responsabilidad lo es, no solo por la acción deficiente o negligente, sino también por la omisión, al no hacer nada por frenar ese tipo de cosas, estableciendo sistemas de vigilancia en torno a las instalaciones educativas, o exigiendo a las autoridades que acudan a hacer rondines, a patrullar las calles o accesos. Así mismo, tienen responsabilidad, pues no obstante que cuentan con áreas de orientación, no están al pendiente de la problemática que enfrentan sus estudiantes, sea fuera de las aulas y dentro de las instalaciones escolares, fuera de estas o en el seno familiar. Les preocupa más estar pendientes de que vistan el uniforme que establecen como obligatorio, más que todo, porque les representa ingresos. El negociazo, es primero. Pero también los propios padres de familia son responsables, cuando descuidan a sus hijos, no están al tanto de sus amistades, de sus formas de vestir, de sus formas de expresarse, de sus amistades cibernéticas, entre quienes se involucran individuos sin escrúpulos, verdaderos delincuentes, que asumen falsas identidades para engatuzarlas. Su incapacidad para evitar el rompimiento de la familia, el admitir como parejas, las mujeres, a individuos mañosos, tan sólo para evitar la soledad, exponiendo a sus hijas a infinidad de riesgos, que muchas de las veces dan lugar a agresiones y vejaciones inhumanas y vulgares. El no tener la capacidad, el coraje y voluntad, para inculcar en sus hijos, no solamente valores morales, sino para orientarlos, para enseñarlos a identificar los males sociales, que pueden estar relacionados con la parentela cercana o con los extraños. Lamentablemente, la mayor de las veces las personas “de confianza”, resultan ser los agresores. El no darse el tiempo suficiente para hablar con los hijos, con la verdad, para prepararlos, para enfrentar la realidad social. El advertirles que traten de evitar las malas compañías, aunque les parezcan “muy curados”, como suelen decir los jóvenes. El dedicar un poco de su tiempo, para trasladar a sus hijos a los centros de estudio o trabajo, el acudir a recogerlos, de ser necesario. Dicen que más vale prevenir que lamentar. En tanto persista la negligencia e incapacidad de las autoridades, para dar condiciones de tranquiliudad, seguridad y paz social, no está por demás la prevención. Lamentablemente vivimos en una selva, donde abundan los animales. gil_lavenants@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario