Por Gilberto Lavenant
Ayer se dió a conocer el proyecto de dictámen emitido por la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados Federales y que hoy pretenden someter a votación, respecto a la propuesta calderonista de reforma laboral. Contempla el primer acuerdo, consenso le llaman, entre PRI y PAN. Quienes de antemano advierten que están en contra, son los representantes del PRD, PT y Movimiento Ciudadano.
El texto del dictámen, que ya circula en la red, es extenso. Lo podemos sintetizar en los términos siguientes : el PRI optó por ceder a las pretensiones esclavistas del PAN, sacrificando a los trabajadores, que conforme a las reformas estarán expuestos a contrataciones y despidos flexibles, sin costo alguno para los patrones. A cambio, el PRI logró salvaguardar las estructuras sindicalistas. Nada de fiscalizarlas. Nada de aniquiliarlas.
La versión panista, respecto a esta pretensión esclavista, verdaderamente injusta, criminal, señala que : “de aprobarse la reforma laboral propuesta por el Ejecutivo, se podrían crear en el país hasta 400 mil empleos adicionales al año y se incrementaría la competitividad y productividad que se necesita en un marco de respeto a la dignidad de los trabajadores”. Esto, según declaración del diputado federal panista, Juan Bueno Tenorio.
Pareciera que Felipe Calderón utilizó la estrategia del regateo, aquella que recomienda pedir mucho, para que le den al menos una parte de lo reclamado. Planteó sacrificar a los trabajadores mexicanos y aniquilar o desmantelar a los sindicatos. Los priístas cedieron en lo de los trabajadores y protegieron a sus organizaciones sindicales. Dicho en pocas palabras, de nueva cuenta a los trabajadores mexicanos les tocar pagar “los platos rotos”.
Conforme a dicho dictámen, que valida la propuesta calderonista, en cuanto a someter a esclavitud a los trabajadores, los patrones podrán contratarlos para obra o tiempo determinado, por temporada o por tiempo indeterminado, o mediante contratos a prueba o a capacitación inicial. En todos los casos, el patrón podrá despedirlos, sin responsabilidad alguna para él, o sea sin estar obligado a pagarles ni un solo centavo de indemnización.
Cualquier patrón podrá argumentar que la ley laboral vigente, contempla la posibilidad de que exista relación de trabajo por obra o tiempo determinado y que, por regla general, todos los que tienen un empleo, están contratados por tiempo indeterminado. Efectivamente, pero el caso es que ahora se les pretende permitir el contratar trabajadores para labores discontinuas, “cuando los servicios requeridos sean para labores fijas y periódicas de carácter discontinuo, en los casos de actividades de temporada o que no exijan la prestación de servicios toda la semana, el mes o el año”.
Esto es más que una puñalada en la espalda de la clase trabajadora. Ciertamente millones de mexicanos están desempleados y buscan un empleo en el que puedan obtener el sustento de sus familias. Pero eso de permitir que los patrones los contraten por unas horas al día, por dos o tres días a la semana, o por una o más semanas o meses, no resolverá en nada el problema del desempleo. Simple y sencillamente oficializará la esclavitud.
El que un jefe de familia, o incluso los jóvenes, casados o solteros, obtengan empleo por determinado tiempo, que sea por horas, días, semanas o meses, ni logran la certidumbre o permanencia en el empleo, ni obtienen los ingresos requeridos para cubrir las necesidades mas elementales de sus familias.
Quizás estas formas de contratación sean aplicables y den buenos resultados en muchos países, pero en aquellos con modelos económicos distintos a los de México. Aquí los trabajadores, los que tienen empleo, perciben minisalarios. Ahora pretenden someterlos a minicontratos.
La explotación, las vejaciones, los sometimientos, regresarán a los mexicanos, como en los tiempos del inicio de la revolución mexicana o quizás sufrirán las calamidades que padecieron los humanos en los inicios de la humanidad, cuando los esclavos eran simplemente cosas o ya libres, seguían sometidos a esclavitud, bajo supuestos contratos de arrendamiento de su mano de obra, regulados entonces por el derecho privado.
Por hambre, los seres humanos ceden o se someten a cualquier vejación o atropello. Por hambre, se salen del orden y se olvidan de guardar buenas costumbres. Por hambre, se pierden propósitos y buenas intenciones. Es evidente que los políticos pretenden poner a los trabajadores mexicanos, a disposición de los patrones, para que los exploten libremente. Una verdadera regresión. Gracias a los políticos.
La batalla en contra, aún no concluye. Todavía hay fuerzas políticas que se oponen a la intentona patronal panista. Sin embargo, no pasan desapercibidas muchas cosas. Por ejemplo, el país prácticamente está en calma. Son pocas las voces que se escuchan para defender a los trabajadores.
Siendo más concretos, no se observa en Baja California, a ninguno de los flamantes “representantes populares”, sean Senadores o Diputados Federales, de todos los partidos políticos. Ninguno de ellos ha tenido el coraje y la sensatez de abrir la boca para protestar en contra de la propuesta calderonista. Nadie ha venido a explicar la trascendencia de las posibles reformas a la legislación laboral.
Hace poco, en plena contienda electoral, se mostraron atentos, supuestamente preocupados por buscar soluciones a la problemática socioeconómica, que afecta a los electores que les favorecieron con sus votos e incluso a aquellos que se abstuvieron de votar. La propuesta calderonista, dañará a todos los trabajadores mexicanos, sin distinción de credos religiosos o filiaciones partidistas.
De convertirse en ley, la pretensión esclavista calderonista, quizás en apariencia se aminore el desempleo, pero se agudizará el hambre, el trabajo informal, la incidencia delictiva, la explotación y vejación de los mexicanos en todos los órdenes. Pagarán “los platos rotos” por los políticos.
gil_lavenants@hotmail.com
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