Por Gilberto Lavenant
La educación en México, desde hace muchos años, ha sido un verdadero negociazo para quienes se involucran en torno a esta.
Y conste, la referencia no es por cuanto hace al surgimiento de escuelas privadas, ante la incapacidad gubernamental de solucionar la falta de espacios educativos a todos los niveles, lo que también se ha convertido en un lucrativo negocio. Lo irónico, lo absurdo, lo aberrante, es que sea la educación pública, en la que muchos “vivillos” han logrado establecer sus “minitas de oro”. Sin que nadie se atreva a frenarlos o fiscalizarlos. Entre más prestigiada sea la institución educativa, mayores ganancias les reditúan. El “negocio”, no es por las cuotas de inscripción a cada ciclo escolar –de cooperación, les llaman-, como muchos podrían imaginarse, sino por todos los accesorios que se exige o establece como obligación, o condición, para que los niños o jóvenes estudiantes puedan ingresar y estudiar en determinado plantel educativo. Situación esta que prácticamente es general en todos los niveles de la educación, desde jardín de niños, primaria, secundaria y preparatoria o nivel medio superior. Instalación o concesión de cafeterías, papelerías, librerías, así como venta de uniformes escolares, la venta obligada de boletos de rifas o eventos sociales o artísticos. Todo es negocio. Negocio que generalmente es controlado por el director en turno y que la mayoría de las veces manejan a través de supuestas sociedades de padres de familia. Lo delicado es que esto ocurre no solamente en planteles educativos ubicados en la periferia de la ciudad, alejados de zonas urbanas o céntricas, donde todo se maneja con libertad, bajo el supuesto de que son poco conocidos y por lo tanto, nadie o muy pocos podrían percatarse de ello. Como dicen, esto pasa hasta en las mejores familias. Bueno, hasta en las mejores escuelas. A raíz del accidentado procedimiento de renovación de Director de la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas, de Tijuana, conocedores del tema hicieron observaciones al columnista, que –salvo prueba en contrario- resultan espeluznantes, escandalosas. Una es la destacada proyección de la institución, como una de las mejores en calidad educativa, y otra, sumamente nebulosa, la lucrativa empresa que se ha establecido bajo la sombra de la misma. Durante los últimos 17 años, la Prepa Lázaro Cardenas, ha operado bajo la dirección del Profr. José Cruz Holguin Ruiz, sobrino del Profr. Jesús Ruiz Barraza, quien la manejara durante muchos años. El prestigio educativo, es tal, además de su ubicación geográfica, que desde hace años se ha convertido en la institución en la que muchos jóvenes tijuanenses quisieran estudiar. En la que seguramente muchos tijuanenses estudiaron y que ahora, ya adultos, quisieran que sus hijos estudiaran. Esto ha permitido que los directivos del plantel se den el lujo de solamente admitir como estudiantes de nuevo ingreso, a estudiantes con calificaciones de 9 y 10. O bien, aclaran los conocedores del tema, a aquellos que lleguen amparados en magníficas recomendaciones. Ah, porque el plantel también se maneja con fines políticos. En mayo del 2011, Cruz Holguín aplicó una encuesta para determinar quien sería el padrino de generación, señalando en las boletas a tres personajes : el Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, el Senador Francisco Castro Trenti y el Alcalde Carlos Bustamante Anchondo. Inicialmente se había anunciado como ganador a Osuna Millán, pero la protesta y reclamos estudiantiles obligaron a rectificar, reconociendo como ganador a Castro Trenti. Pero eso es otro rollo, lo trascendente es el negocio. La institución tiene una población de 5 mil estudiantes. Al inicio de cada ciclo escolar, unos 3 mil jóvenes presentan solicitud de ingreso. En el que inició en días pasados, se aceptó a 1,712 alumnos de nuevo ingreso. Aquí empieza el negocio. A todos y cada uno de los jóvenes que deseen inscribirse o reinsicribirse, se les obliga a vender 10 boletos, con un costo de 100 pesos cada uno. Las rifas de automóviles y artículos diversos, se organizan anualmente y se establece como condición para la inscripción, acreditar el pago de los boletos. 1000 pesos por cada uno de los 5000 estudiantes. Pero eso solamente es una parte, al interior del plantel se ha instalado un verdadero “shoping center”, en donde funcionan un Café “D´Volada”, una cafetería más y un expendio de “comida chatarra”, una papelería, una librería y un expendio de uniformes. Para los estudiantes, es obligatorio comprar todo ahí. Hagan números, se cobra 1000 pesos como cuota de inscripción, pero además se cobra desde aplicación de exámenes ordinarios y la expedición de constancias. Por cuanto hace a los uniformes, las blusas o playeras tienen un costo de 175 pesos, la falda para las jovencitas 240 pesos. Cada uno de los 1,712 estudiantes de nuevo ingreso, debieron pagar unos 1,300 pesos por el curso de inducción, o sea el de actualización para el inicio de clases. En el caso de “D´Volada”, se dice que es propiedad de Holguín, pero que lo opera por conducto de terceros. Los demás, deben pagar una cuota por la concesión y autorización. Para diluir culpas, los ingresos son manejados libremente por la sociedad de padres de familia. Un informe financiero de la sociedad de padres de familia, por el período febrero-julio del 2012, cuya copia obra en poder del columnista, señala que tan solo por concepto de cuotas de inscripción y reinscripción, recaudaron casi 5 millones de pesos. Y otro detalle, la Presidente, Norma Aguirre de Noriega, ha permanecido en el cargo durante unos 12 años, aunque no tiene hijos en la institución. Simplemente se le valida reconociéndola como tutora de alguno de los estudiantes. De que la prepa “Lázaro Cárdenas” es un negociazo, es más que evidente. Se dice que las utilidades netas, por semana, rebasan los 6 mil dólares. gil_lavenants@hotmail.com
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