Por Gilberto Lavenant
Uno de los elementos esenciales en la función pública, o incluso en el buen desempeño de todo político, son los publirrelacionistas. Esos individuos que sirven de puente o enlace entre los funcionarios y la sociedad.
En especial en sus relaciones con los medios de difusión.
Los publirrelacionistas saben el cómo y el cuando, es pertinente, prudente o necesario, el que el funcionario se relacione o exprese ante un representante de un medio de difusión, o bien precise el alcance o tendencia de algún discurso.
El publirrelacionista, es también aquel que advierte u observa los errores, excesos o tendencias, en todo acto, discurso o declaración, a fin de corregirlas, de forma tal que el funcionario se vea bien, o proyecto una imagen de individuo maduro, centrado, prudente, certero. Su función abarcar el área de prensa o relaciones con los medios de difusión.
Un buen publirrelacionista, está al pendiente de las actividades del funcionario, de las circunstancias relevantes e induce las entrevistas individuales o colectivas, cuando así lo estima pertinente.
Veamos algunos ejemplos. Durante el actual proceso electoral, el equipo del candidato priísta, Enrique Peña Nieto, apenas concluído determinado evento, enviaba a los medios de difusión de todo el país, fotografías, textos de discursos, boletínes de prensa o transcripción de conferencias de prensa. Difundir las actividades del mexiquense, fue algo relativamente sencillo, con la operación de ese sistema informativo.
Esto no lo hacían los equipos de la candidata panista Josefina Vázquez Mota o el candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, se quejan de que no hubo amplia cobertura periodística o incluso acusaron a los medios de ser parciales. Fue evidente que carecieron de un adecuado y efectivo equipo publirrelacionista.
En Baja California, concretamente el gobierno estatal, y en especial el Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, tiene un pésimo y deficiente equipo publirrelacionista. En caso de tenerlo. El encargado del área de Comunicación Social, ni comunica, ni se socializa. Muchos periodistas ni siquiera saben su nombre.
La falta de experiencia sobre la operación de los medios masivos de difusión, ha llevado a muchos a suponer que la función del departamento u oficina de Comunicación Social, consiste solamente en citar a conferencias o elaborar y distribuir boletines de prensa. Para los encargados del área, y sobre todo para el Gobernador Osuna Millán, las relaciones con los medios masivos de difusión, carecen de relevancia. Y obviamente también los múltiples aspectos de las relaciones públicas.
La falta de publirrelacionista en el gobierno estatal, se puso de manifiesto en relación con la comparecencia de tres funcionarios estatales, ante los integrantes de la Coordinación Política de la Legislatura Estatal, relativa a las labores de espionaje.
Apenas concluyó dicho evento, el área de comunicación social del Congreso Estatal, elaboró el correspondiente boletín de prensa, y de inmediato lo distribuyó a todos los medios de difusión, a través de la red. Al día siguiente se conoció ampliamente la versión del Poder Legislativo.
El Ejecutivo Estatal, tardó dos días en reaccionar e inútilmente trató de definir posiciones, publicando un desplegado en el que además de inculpar al coordinador de la fracción priísta, Julio Felipe García Muñoz, de haber manipulado la información relativa a este asunto, pretendió –inútilmente- establecer que no realizan labores de espionaje, sino combate al crímen organizado.
Nadie le dijo al Gobernador Osuna Millán, que resultaba imprudente dicha publicación, pues la posible o necesaria difusión de tal postura, se pudo haber logrado, con mayor efectividad y contundencia, durante una conferencia de prensa, por parte del Ejecutivo Estatal. Pero el mismo día en que ocurrió la comparecencia de los funcionarios.
La pretendida aclaración, contenida en dicho desplegado, más bien implicó una declaración de guerra del Gobernador Osuna Millán a la Legislatura Estatal. Si sus colaboradores ya la habían “regado” en su comparecencia ante los diputados locales, el desplegado precisó detalles sobre este asunto, al tal grado de que no quedaron dudas sobre las labores de espionaje que realiza el Gobierno Estatal.
El encargado de comunicación social, o de relaciones públicas del Ejecutivo Estatal, mostró sus deficiencias y sus limitantes. No se le ve, ni se le siente. En especial en este asunto.
Delicado esto, en tanto que el tema de las labores de espionaje, se dice que empezó a ser difundido, cuando un empleado de esa área envió a un medio de difusión, material relativo a dicho incidente.
Ahí debió intervenir un publirrelacionista, para tratar de minimizar los errores y magnificar el uso y presunto beneficio del equipo de espionaje, en el combate al crímen organizado, pero sin necesidad de plantear retos, ni acusaciones a nadie. Se les olvidó que “lo cortés, no quita lo valiente” y “le echaron más leña a la hoguera”. Absurdo y erróneo. Con bravuconadas, no se arregla nada.
Tales actitudes, grotescas, casi vulgares, se dan, precisamente por la falta de un eficiente publirrelacionista en el Ejecutivo Estatal. Ahora que, en caso de tenerlo, también suele ocurrir que son ineficientes no por falta de imaginación y creatividad, sino porque los funcionarios a los que debe orientar, son sordos y necios. Así, cualquier recomendación sale sobrando.
gil_lavenants@hotmail.com
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