Por Gilberto Lavenant
A medida que se acercaba la fecha para determinar quien sería el candidato priísta a la Presidencia de la República y por aquello de que resultaba evidente que lo sería el mexiquense Enrique Peña Nieto, en Baja California empezaron a surgir, como hongos, grupos de peñistas.
Todos ellos, sin distinción, presumían tener relaciones estrechas con el cuasicandidato o con sus allegados. Los que les escuchaban, con cierta envidia y recelo, finalmente no resistían la tentación y se adherían al grupo. Ser o presumir ser peñista, era la sensación del momento.
Surgieron tantos grupos peñistas, que la verdad resultaba insólito. En su mayoría ni siquiera sabían en donde se encuentra el Estado de México, nunca habían escuchado historia alguna sobre el Grupo Atlacomulco, pero se aprehendieron de memoria el nombre y razgos del mexiquense Enrique Peña Nieto.
Muchos supusieron que el adherirse a alguno de esos grupos de peñistas, les daba la oportunidad de ser seleccionados para las postulaciones a diputados federales o senadores. Pero no fue así, ningún peñista resultó seleccionado. Ninguno de los postulados puede presumir de ser peñista. Las postulaciones fueron resultado de negociaciones al interior del PRI, tanto a nivel nacional como regional.
Bueno, quedaba la esperanza de que en su primer visita a Baja California, Enrique Peña Nieto se reuniera con cada uno de los grupos peñistas. Que sus “padrinos” o sedicentes dirigentes, estuviesen cerca del candidato. Que aparecieran en grandes fotos, para que fuese visible su cercanía. Tampoco ocurrió esto.
Peña Nieto, le dió jugada a las fuerzas políticas de la entidad, menos a los peñistas. Posiblemente ni siquiera se enteró, que se han creado diversos grupos en su nombre y con su nombre. Ha de ser eso.
Al menos, pudiese ser que el candidato encomendara a los grupos peñistas, que se hicieran cargo de la coordinación de su campaña en la entidad. Que se hiciera manifiesto que los peñistas eran realmente peñistas y no mero simulacro. Pero tampoco tendrán esa oportunidad. Las evidencias indican que Peña Nieto responsabilizará a los alcaldes priístas de coordinar las actividades de su campaña en cada municipio.
Incluso se dice que David Saul Guakil, Secretario de Desarrollo Social del XX Ayuntamiento de Tijuana, será el coordinador estatal de la campaña de Peña Nieto. Los peñistas, ni siquiera para pegar carteles políticos.
El próximo 30 de marzo empezará formalmente 1a contienda electoral. A partir de entonces, habrá conglomeraciones o actos masivos, debates, actos de proselitismo político en calle y lugares cerrados. Los peñistas se quedarán con las ganas de presumir su supuesta cercanía con el candidato. Serán simples espectadores en los eventos.
Los analistas políticos, han tratado de explicar el hecho notorio de la ausencia de los peñistas en las diversas tareas del actual proceso electoral. Advierten que simple y sencillamente el candidato tuvo que negociar con las fuerzas y actores políticos que controlan al PRI.
Observan que debido a eso fueron registrados en los primeros lugares de las candidaturas plurinominales para el Senado a Emilio Gamboa Patrón, y para la legislatura federal a Manlio Fabio Beltrones. Personajes estos que obviamente no van solos, sino que junto con ellos van sus operadores políticos.
En una expresión de mayor alcance, son pocos los peñistas en torno al candidato presidencial, porque con todo y su constante ventaja en las encuestas sobre preferencias electorales, primero necesita ganar los comicios de julio próximo y para ello requiere aliarse y valerse de todo aquello que le pueda ayudar a conseguir el triunfo.
Inicialmente sí había integrado un equipo de trabajo con puros mexiquenses. Esto generó roces al interior del partido. La decisión de Beltrones de declinar en sus aspiraciones presidenciales, parecía que no fue plenamente valorada por el propio Peña Nieto.
Con el paso de los días el mexiquense tuvo que reflexionar y entender que si bien es cierto él es el personaje central de este proceso electoral, por parte del Partido Revolucionario Institucional, la estructura partidista la manejan gente como Beltrones y Gamboa Patrón.
La política, no es propiamente de soñadores. Es de individuos pragmáticos, realistas, de operadores de estructuras y grupos. Los presuntos peñistas, presumían de su supuesta cercanía con el candidato, no de sus habilidades políticas. En su mayoría, los peñistas eran personajes casi desconocidos, hasta en sus propias comunidades. Poco o nada podrían ayudar al candidato.
Pero no todo está perdido, tienen toda la contienda electoral para tratar de demostrar, que son útiles, que tienen cualidades ciertas e importantes, que pueden ser factores de apoyo durante las actividades de proselitismo. Porque eso de presumir que merecen privilegios, simplemente por portar un distintivo con las letras iniciales del nombre del candidato priísta, no basta, ni apantalla a nadie.
Curiosamente, ya desaparecieron del escenario político, al menos en Baja California, los grupos de los presuntos peñistas. Ya no se sabe que organicen tal o cual evento, ni hacen pronunciamientos en tal o cual sentido. A la mejor el propio candidato dió instrucciones para desautorizarlos a utilizar su nombre, advirtiéndoles que no pueden ostentarse como sus representantes, que participen simplemente como priístas. Habían surgido como hongos. Ya desaparecieron.
gil_lavenants@hotmail.com
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