Por Gilberto Lavenant
La filantropía, es un vocablo de origen griego, que significa “amor al género humano”. La palabra amor, se aplica en el sentido más amplio, obviamente, sin cuestiones de sexualidad. Es un concepto para referir de manera positiva, la ayuda que determinadas personas o instituciones otorgan a la sociedad en general, a los grupos más desvalidos, más vulnerables, con mayores carencias.
Por lo tanto, filántropo es aquel individuo que practica la filantropía, tomando parte de su riqueza personal, para ayudar a los seres humanos que están en pobreza extrema, por ejemplo. Es admirable la actitud de estas personas.
Pero además de que los filántropos aplican el principio aquel de : “haz el bien, sin ver a quien”, disponen de sus recursos personales para ayudar a los demás. Disponer de recursos ajenos, no es filantropía. Es algo así como saludar con sombrero ajeno.
Tampoco puede considerarse como filantropía, los programas sociales que desarrolla el gobierno. Es parte de su función y de su obligación, velar por el bienestar de la comunidad que gobierna.
Cabe hacer estas observaciones, para distinguir a cierto tipo de “filántropos”, que pretenden hacer “cosas buenas”, con recursos públicos y además para beneficiar, no precisamente a personas o grupos de individuos de clases vulnerables, sino a quienes no necesitan de ayuda alguna. Los beneficiados, en los casos a comentar, deberían sentirse avergonzados, de recibir “ayudas”, cuando que no las requieren, ni se justifica de manera alguna que se las otorguen.
El primer caso de este tipo de “filántropos”, lo representa el Alcalde de Tijuana, el priísta Carlos Bustamante Anchondo, quien le donó 15 millones de pesos al empresario priísta Jorge Hank Rhon, para que sostenga a su equipo de futbol de primera fuerza, llamado los Xolos. Ese deporte es un negocio, bastante fructífero, por cierto. Esto, independientemente de que el aspirante a gobernador, dicen, es de los hombres más ricos de México. No requiere de “limosnas”.
Para que no se viera tan mal, o tratando de justificar el donativo, los recursos le fueron entregados al Comité de Turismo y Convenciones de Tijuana, para que este a su vez los canalizara a la empresa deportiva de Hank. Dicen, que esto es usual en otras entidades del país, donde tienen equipos deportivos profesionales. Dicen, que será benéfico y redituable para Tijuana, pues a través de los Xolos se promoverá a esta ciudad fronteriza y habrá más turismo.
Hasta varios de los regidores ya hicieron suya esa versión. Olvidan aquello de que “tanto peca el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata”. El Alcalde y los regidores, no alcanzan a entender, que ese donativo sería normal e ideal, si el Ayuntamiento de Tijuana tuviese solvencia económica. Olvidan que hasta hace unos meses, el gobierno municipal estaba agonizando, precisamente por falta de recursos, debido al cúmulo de adeudos.
Se superó la crisis financiera, porque se renegociaron las deudas, contrayendo adeudos mayores. Dicho en otras palabras, se pidió dinero prestado, para pagar lo que se adeudaba. Ahora se debe mucho más. Hasta un niño puede reconocer, que es aberrante pedir prestado, para regalar los recursos obtenidos.
Sobre todo, resulta aberrante en tanto que hasta los pesos y centavos le hacen falta al gobierno municipal, para prestar los servicios públicos más elementales. El Secretario de Seguridad Pública Municipal, Alberto Capella, dijo en días pasados que no se cubrían plenamente las necesidades de seguridad pública, por falta de policías, y que no se contrataban más elementos, por falta de dinero. En eso pudieron haber aplicado los 15 millones de pesos que donó don Carlos a los Xolos.
Eso, conste, no es filantropía, son cochinadas, por no llamarle de otra forma. Disponer del dinero público, para ayudar a los compas. Dá asco.
Otro caso de “filantropía”, salió a relucir esta semana. Resulta que los escoltas del exalcalde Hugo Torres Chaubert, son pagados por el ayuntamiento de Playas de Rosarito. Bueno, dicen que así lo reveló el Síndico Procurador Roberto Perales.
Conforme a las declaraciones del funcionario, los policías municipales fueron asignados a la Subprocuraduría de Justicia, pero al concluir su gestión don Hugo, se los comisionaron, bajo un “acuerdo de cordialidad” temporal, que ya se prolongó un año.
Qué absurdos, la corporación policiaca requiere de aproximádamente 40 elementos, y cuando menos dos de los que tiene, están al servicio del exalcalde, con costo para el ayuntamiento. Don Hugo es empresario, tiene recursos para pagar sus escoltas, es vergonzoso que abuse.
Pero en este caso, en el que no hay justificación alguna, el Alcalde Javier Robles Aguirre, con sus actitudes de “filántropo”, está incurriendo en hechos que pueden ser encuadrados en figuras delictivas como el peculado. Quizás los salarios de los dos escoltas de don Hugo, no sean mucho dinero, pero implica la disposición de recursos públicos, y eso es un delito.
Lo dice claramente el Código Penal, en el Artículo 298 : “Comete el delito de peculado el servidor público que, para usos propios o ajenos, distraiga de su objeto, dinero, valores, fincas o cualquier otra cosa perteneciente al Estado o municipios, a organismos descentralizados, o a un particular, si por razón de su cargo los hubiera recibido en administración, en depósito o por otra causa”.
Definitivamente, con estos “filántropos” totonacas, no hay recursos públicos que alcancen.
gil_lavenants@hotmail.com
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